La esperanza de vida sigue en aumento, lo que se asocia con una mayor incidencia de enfermedades cardiovasculares (ECV) como la fibrilación auricular (FA) y la insuficiencia cardiaca con fracción de eyección reducida (ICFEr), condiciones que a menudo coexisten en adultos mayores, quienes presentan una alta prevalencia de fragilidad.
La fragilidad es un síndrome geriátrico caracterizado por la disminución de las reservas biológicas, lo que aumenta la vulnerabilidad de los individuos a factores estresantes, acelerando el deterioro físico y reduciendo el éxito de las intervenciones en enfermedades cardiovasculares, lo que se traduce en un aumento de la mortalidad.
Recientemente, se ha reconocido la relevancia del estado de fragilidad en la gestión de la FA y la ICFEr, dado que los pacientes frágiles presentan peores resultados clínicos y un mayor riesgo de complicaciones tras procedimientos como la ablación con catéter (AC). Sin embargo, se sabe poco sobre el impacto de la fragilidad en pacientes mayores con ambas condiciones tratadas con este procedimiento.
Las guías de 2023 del ACC/AHA/ACCP/HRS recomiendan la ablación con catéter para la FA con insuficiencia cardíaca subyacente, debido a su eficacia en la reducción de eventos adversos y la mejora de la calidad de vida, destacando la importancia de una adecuada selección de pacientes.
Justin D. Mark y cols. buscaron determinar la prevalencia de fragilidad en pacientes con FA e ICFEr sometidos a ablación con catéter y su impacto en la mortalidad cardiovascular y el tipo de alta hospitalaria.
Entre enero de 2016 y diciembre de 2019, identificaron pacientes con FA e ICFEr en la base de datos Nationwide Inpatient Sample.
De las 113,115 admisiones ponderadas, el 10.4% fueron clasificadas como frágiles. Los pacientes frágiles eran mayores (edad mediana: 76 años vs 70 años, P < 0.001) y presentaban más comorbilidades, incluyendo hipertensión (69.6% vs 66.8%, P = 0.043), diabetes con complicaciones crónicas (26.7% vs 21.6%, P < 0.001), enfermedad renal crónica (46.5% vs 35.5%, P < 0.001) y enfermedad vascular periférica (13.0% vs 10.0%, P < 0.001).
La fragilidad se asoció con mayor mortalidad hospitalaria (OR ajustada 2.64; IC 95%: 1.87-3.72; P < 0.001), eventos cardiovasculares adversos mayores (OR ajustada 2.00; IC 95%: 1.62-2.47; P < 0.001) y alta no domiciliaria (OR ajustada 3.31; IC 95%: 2.78-3.94; P < 0.001).
Los pacientes frágiles presentaron un mayor riesgo de complicaciones intrahospitalarias, como infarto con elevación del ST (0.7% vs. 0.3%, P < 0.001), sangrado (5.8% vs. 2.8%, P < 0.001), accidente cerebrovascular (16% vs. 10.2%, P < 0.001), hematoma o sangrado postprocedimiento (1.3% vs. 0.7%, P = 0.004) y la necesidad de implante de marcapasos (11.5% vs. 7%, P < 0.001).
Además, los pacientes frágiles tuvieron una mayor duración de la estancia hospitalaria (mediana de 9 días vs 5 días, P < 0.001).
¿Qué podemos recordar?
La fragilidad se asocia con peores resultados en pacientes con ICFEr sometidos a ablación con catéter por FA.
La integración de modelos de fragilidad en la práctica clínica podría mejorar la estratificación del riesgo y la selección de pacientes para este procedimiento.