El tabaquismo continúa siendo uno de los principales determinantes modificables de enfermedad cardiovascular y mortalidad a nivel global. Aunque su impacto es ampliamente reconocido, persisten incertidumbres sobre la forma precisa de las curvas que relacionan el consumo de cigarrillos —incluyendo el estado tabáquico, la intensidad y la carga acumulada— con los diferentes desenlaces cardiovasculares y de mortalidad. En particular, no está completamente definido cómo varían estos riesgos en niveles bajos de consumo, ni cuál es la magnitud del beneficio relativo asociado a distintos períodos de cesación.
En este contexto, resulta esencial comprender con mayor precisión cómo la carga tabáquica (medida en paquetes-año), la intensidad del consumo diario (cigarrillos por día=CPD) y la duración desde la cesación afectan el riesgo a largo plazo de múltiples eventos cardiovasculares, más allá de los clásicos infarto agudo de miocardio (IAM) y accidente cerebrovascular (ACV). Asimismo, existe creciente interés en evaluar estos patrones de riesgo en desenlaces menos estudiados, como la insuficiencia cardíaca (IC), la fibrilación auricular (FA) y la mortalidad cardiovascular y por todas las causas.
Con este propósito, el estudio de la Cross-Cohort Collaboration (CCC) analizó datos de 22 cohortes prospectivas, que incluyeron a más de 320.000 participantes con millones de personas-año de seguimiento.
Se utilizaron modelos de riesgos proporcionales de Cox para evaluar la asociación entre paquetes-año, CPD y años desde la cesación con los diferentes desenlaces cardiovasculares. Se analizaron IAM, ACV, enfermedad coronaria (EC: IAM, revascularización coronaria o muerte coronaria), enfermedad cardiovascular (ECV: ACV o muerte cardiovascular), IC, FA, mortalidad por EC, mortalidad por ECV y mortalidad por todas las causas.
El seguimiento mediano varió según el desenlace: 14,4 años para IAM (17.570 eventos), 19,3 años para EC (30.625 eventos), 18,6 años para ECV (54.078 eventos) y entre 19,4–19,9 años para los desenlaces de mortalidad (mortalidad por EC: 17.429 eventos; mortalidad por ECV: 33.120 eventos; mortalidad por todas las causas: 125.044 eventos).
El estudio incluyó 323.826 adultos (148.635 para desenlaces no mortales y 176.396 para desenlaces de mortalidad), con 25 y 16 millones de personas-año en riesgo, respectivamente.
Comparados con los nunca fumadores, los fumadores actuales presentaron un riesgo significativamente mayor de ECV (HR 1,74; IC 95% 1,66–1,83 en hombres; HR 2,07; IC 95% 2,00–2,14 en mujeres) y de mortalidad por todas las causas (HR 2,17; IC 95% 2,09–2,25 en hombres; HR 2,43; IC 95% 2,38–2,48 en mujeres; todos p < 0,001).
Incluso niveles bajos de consumo —2–5 CPD— se asociaron con incrementos significativos del riesgo.
En comparación con los nunca fumadores, estos participantes presentaron HR desde 1,26 (IC 95% 1,09–1,45; p = 0,002) para FA hasta 1,57 (IC 95% 1,39–1,78; p < 0,001) para IC. Fumar 2–5 CPD también se relacionó con mayor mortalidad por ECV (HR 1,57; IC 95% 1,41–1,75) y mortalidad por todas las causas (HR 1,60; IC 95% 1,52–1,69; ambos p < 0,001). El consumo de 11–15 CPD mostró riesgos aún mayores para ECV (HR 1,87; IC 95% 1,69–2,06) y mortalidad por todas las causas (HR 2,30; IC 95% 2,14–2,47; ambos p < 0,001).
El aumento del riesgo fue más pronunciado durante los primeros 20 paquetes-año y los primeros 20 CPD, en comparación con exposiciones mayores. La reducción más marcada del riesgo tras la cesación se observó en los primeros 10 años, aunque la disminución continuó de manera progresiva durante las décadas siguientes. Dentro de los 20 años posteriores a dejar de fumar, los exfumadores alcanzaron una reducción del riesgo relativa superior al 80% respecto de los fumadores actuales.
¿Qué nos deja este estudio?
Este trabajo aporta una visión detallada y robusta sobre el riesgo asociado a distintos niveles de exposición al tabaco, así como sobre los beneficios progresivos de la cesación, ofreciendo evidencia clave para orientar estrategias de salud pública centradas no solo en reducir el consumo, sino fundamentalmente en promover la cesación temprana.
El tabaquismo de baja intensidad se asocia con riesgo cardiovascular, y el principal mensaje de salud pública para los fumadores actuales debe ser la cesación temprana, más que la reducción del consumo. La cesación ofrece un beneficio inmediato y sustancial, con reducciones continuas y significativas del riesgo durante las dos décadas posteriores.
