El Informe mundial sobre el envejecimiento y la salud publicado en 2015 por la Organización Mundial de la Salud establece que la meta del envejecimiento saludable es fomentar y mantener la capacidad funcional a lo largo de la vida, lo cual redunda en bienestar e independencia en la vejez.
No existe ninguna función orgánica que disminuya de modo más dramático y evidente a lo largo de la vida como la del músculo esquelético; de hecho, no hay ningún dato de deterioro de órgano alguno relacionado con la edad más notable y que afecte funciones tan disimiles de la vida diaria como la deambulación, movilidad, estado nutricional global, equilibrio e incluso a la respiración. Sus cambios se relacionan directamente con el gasto energético basal y con el deterioro de otras funciones fisiológicas y es una de las principales causas que contribuyen a la discapacidad y dependencia de otros.
La presenta revisión, proveniente de un grupo multinacional y multidisciplinario de investigación del ejercicio, explora los mecanismos neuroprotectores del ejercicio de resistencia y destaca la importancia de la aptitud cardiorrespiratoria en la promoción del envejecimiento cerebral saludable, resumidos a continuación:
- El envejecimiento está asociado con una disminución cognitiva y un mayor riesgo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. La inactividad física acelera este proceso, mientras que la actividad física regular y un buen rendimiento cardiorrespiratorio ayudan a mitigarlo.
- La actividad física, especialmente el ejercicio de resistencia promueve la salud cerebral mediante mecanismos como la mejora del flujo sanguíneo cerebral, la reducción de la inflamación y la promoción de neuroplasticidad, formando nuevas sinapsis (sinaptogénesis) y regenerando conexiones neuronales (neurogénesis), lo cual ayuda a retrasar el deterioro cognitivo.
- El rendimiento cardiorrespiratorio (CRF por cardiorespiratory fitness), refleja la capacidad integrada del sistema cardiovascular y respiratorio para suministrar oxígeno durante el esfuerzo físico, y ha demostrado ser un predictor más robusto de longevidad que la actividad física por sí sola. Mejorar la CRF puede reducir significativamente el riesgo de desarrollar demencia y de morir a causa de ella.
- El ejercicio regular aumenta el flujo sanguíneo en regiones específicas del cerebro como el hipocampo, que es crucial para la memoria y el aprendizaje, optimizando la reserva cerebrovascular, aumentando la capacidad de los vasos sanguíneos para responder a la demanda metabólica del cerebro favoreciendo la eliminación de toxinas y proteínas dañinas, algunas de ellas relacionadas con el Alzheimer como la beta-amiloide.
- Aunque no afecta de manera uniforme todo el volumen cerebral, también tiene acciones directas sobre la morfología del cerebro y aumenta el volumen del hipocampo, región cerebral que juega un papel clave en la memoria y el aprendizaje
- La actividad física contribuye a la solidez y crecimiento de la reserva cognitiva, ayudando a la salud mental a resistir mejor la agresión neurológica por la inflamación y el estrés oxidativo y retrasando la aparición de síntomas clínicos de deterioro cognitivo.
Vista la abrumadora evidencia de la actividad física para la promoción y prevención de la salud cerebral se impone promover la información acerca de los estilos de vida sedentarios y poco saludables que aceleran el envejecimiento cerebral, mientras que la actividad física regular, la mayor aptitud cardiorrespiratoria o una combinación de ambos, pueden mitigar el deterioro cognitivo y reducir el riesgo de demencia. Los hallazgos clave muestran cómo una buena capacidad cardiorrespiratoria favorece los efectos neuroprotectores del ejercicio a través de mecanismos como un mejor flujo sanguíneo cerebral, reducción de la inflamación y promoción de la neuroplasticidad.
A medida que aumenta la esperanza de vida, el declive cognitivo y la demencia se están convirtiendo en un serio desafío para la salud pública. Como todavía no hay cura específica, la prevención es crucial y la actividad física es la estrategia imprescindible.
Las recomendaciones vigentes de numerosas sociedades científicas y de la OMS enfatizan realizarla por un tiempo determinado en la semana, pero se ha demostrado que incluso pequeñas o ráfagas de ejercicio de alta intensidad durante el día tienen un efecto protector en el cerebro, lo cual se puede resumir en una regla muy conocida en el lenguaje coloquial: “un poco es mejor que nada, y nunca es demasiado tarde para empezar”.
El ejercicio es barato, accesible, inclusivo y no tiene efectos secundarios. Debe considerarse como medida de primera línea para preservar la salud en general y cerebral en particular, especialmente para las personas en la edad media de la vida ya que también es efectiva en el control de los factores de riesgo cardiometabólicos. Educar a los adultos mayores y a los profesionales de la salud en los beneficios del ejercicio ha de ser parte integral de las estrategias de prevención y tratamiento del deterioro cognitivo.