La insuficiencia tricuspídea (IT) severa se asocia a una disfunción hepática debido a la disminución del gasto cardíaco del corazón derecho. El estrés congestivo continuo en la microcirculación hepática se relaciona con un aumento de la colestasis y puede evolucionar hacia una cirrosis cardíaca. A diferencia de la reparación transcatéter borde a borde, el reemplazo valvular tricuspídeo ortotópico transcatéter (TTVR, por sus siglas en inglés) ha demostrado abolir de forma consistente la IT, sin inducir daño hepático periprocedimiento, como puede ocurrir tras la cirugía tricuspídea aislada. Dado que el estudio diagnóstico previo a un TTVR incluye una tomografía computarizada (TC), pueden observarse hallazgos subclínicos de cirrosis hepática.
En este contexto, Alexandru Patrascu y cols. llevaron a cabo un análisis retrospectivo para evaluar la prevalencia y el valor pronóstico de la cirrosis hepática en pacientes sometidos a TTVR por indicación compasiva en el Hospital St. Michael’s en Toronto, Canadá.
Entre junio de 2018 y noviembre de 2024, un total de 59 pacientes inoperables, de los cuales el 47,5% eran mujeres, fueron tratados con reemplazo valvular tricuspídeo ortotópico transcatéter (TTVR) tras evaluación por un equipo multidisciplinario. Se trató de pacientes añosos, con una edad media de 75,3 ± 8,5 años, que presentaban múltiples comorbilidades (EuroSCORE II 6,1 ± 4,1%; puntuación STS 5,9 ± 3,8), alta prevalencia de fibrilación auricular (91,5%) y enfermedad renal crónica (72,8%). La mayoría mostraba síntomas severos, con clase funcional III-IV de la NYHA en el 81,4%, ascitis en el 23,7%, edema periférico en el 78% y niveles elevados de NT-proBNP (2.713,6 ± 2.386,4 pg/mL), a pesar del tratamiento con altas dosis de diuréticos (furosemida diaria 67,2 ± 50,1 mg). Con excepción de un paciente con hepatitis B crónica, ninguno tenía antecedentes de enfermedad hepática conocida.
La mayoría de los pacientes presentaba parámetros colestásicos, con valores elevados de GGT (93 ± 83,9 U/L), fosfatasa alcalina (108,1 ± 43,8 UI/L) y bilirrubina (1,4 ± 0,9 mg/dL). La cirrosis hepática subclínica se diagnosticó mediante la TC de evaluación para TTVR, definida por la presencia de al menos dos signos cualitativos de cirrosis, tales como contorno hepático irregular, redistribución lobar hepática, ensanchamiento fisural, signo de la muesca posterior, ascitis o vasos colaterales portosistémicos.
Se realizaron controles hasta un año de seguimiento.
El objetivo primario fue un compuesto de mortalidad por cualquier causa y hospitalización por insuficiencia cardíaca (IC) a 12 meses.
En esta población del mundo real, que incluyó 33,8% de pacientes con dispositivos electrónicos implantables cardíacos, se trataron todos los mecanismos etiológicos de IT: primaria en 3,4%, inducida por cable en 8,5%, funcional ventricular en 50,8% y funcional auricular en 37,3%.
Los accesos utilizados fueron transauricular en el 6,8%, transyugular en el 33,9% y transfemoral en el 59,3%. La tasa de éxito técnico fue del 93,2%, con una muerte periprocedimiento y tres conversiones a cirugía.
En los pacientes restantes, se observó IT residual leve o menor al día 30 en el 92,7% , e IT moderada o menor en el 96,4%. Al año, la mortalidad fue del 7,3%, sin muertes de causa cardíaca, mientras que la hospitalización por IC ocurrió en el 25%
En total, el 62,7% de los pacientes presentaron signos típicos de cirrosis hepática en la TC de evaluación para TTVR, todos ellos con al menos dos parámetros colestásicos elevados, compatibles con síndrome cardiohepático.
En el análisis univariado de los 53 pacientes con IT residual moderada o menor a los 30 días, la cirrosis hepática subclínica en la TC (OR: 5,30; IC95%: 1,84–12,60; p = 0,011), el síndrome cardiohepático (OR: 4,33; IC95%: 1,07–17,57; p = 0,040) y la ascitis (OR: 3,66; IC95%: 1,02–13,20; p = 0,047) se asociaron al evento primario.
Tras ajustar por covariables, solo la cirrosis subclínica en la TC mantuvo una asociación significativa con el evento primario (OR: 1,5; IC95%: 1,10–10,01; p = 0,040). Además, los pacientes con hallazgos de cirrosis en la TC presentaron peor pronóstico al año en comparación con aquellos sin cirrosis (log-rank p = 0,017).
Nuestros hallazgos sugieren que la progresión del síndrome cardiohepático a cirrosis hepática subclínica se asocia a un peor pronóstico en pacientes tratados con TTVR, a pesar de la abolición de la IT. Esto resalta la importancia de intervenir de forma temprana en pacientes con IT, antes de que se produzca daño hepático irreversible.
¿Qué podemos recordar?
La cirrosis hepática subclínica es un hallazgo frecuente en pacientes del mundo real con IT severa y constituye un marcador pronóstico importante de mortalidad a largo plazo y hospitalización por insuficiencia cardíaca tras TTVR.