La angina de pecho inducida por el esfuerzo es la manifestación clínica cardinal de la enfermedad de las arterias coronarias (CAD, por sus siglas en inglés) y constituye un importante indicador pronóstico en pacientes con síndrome coronario crónico establecido. Aquellos con síntomas compatibles con angina estable y una alta probabilidad clínica de enfermedad coronaria —como la presencia de factores de riesgo cardiovascular, hallazgos electrocardiográficos anormales o disfunción del ventrículo izquierdo— suelen ser derivados a estudios diagnósticos de imagen coronaria para confirmar o descartar obstrucciones significativas.
Sin embargo, una proporción considerable de los pacientes remitidos a angiografía coronaria por sospecha de angina estable no presenta enfermedad coronaria obstructiva. Este escenario clínico, cada vez más reconocido, ha sido denominado angina sin obstrucción de las arterias coronarias (ANOCA). De acuerdo con las guías internacionales, los pacientes con ANOCA presentan un mayor riesgo de eventos clínicos adversos que justifica un seguimiento estrecho y un abordaje clínico cuidadoso. No obstante, la evidencia sobre si este riesgo es verdaderamente superior al de una población general comparable continúa siendo limitada.
Con este objetivo, el presente estudio utilizó datos del Western Denmark Heart Registry para evaluar el riesgo cardiovascular a 15 años en pacientes con ANOCA. Para determinar el eventual exceso de riesgo, se compararon los desenlaces cardiovasculares de estos pacientes con los de una cohorte de la población general del oeste de Dinamarca, emparejada por edad y sexo y sin antecedentes de enfermedad coronaria.
Este estudio de cohorte incluyó a todos los pacientes con sospecha de angina estable derivados a coronariografía entre 2003 y 2021, que presentaban arterias coronarias normales o únicamente enfermedad leve. Los desenlaces evaluados fueron infarto agudo de miocardio, accidente cerebrovascular isquémico y mortalidad por todas las causas, comparados con los de individuos de la población general en una proporción 1:5, apareados por edad y sexo. Las diferencias de riesgo a 15 años se calcularon considerando el riesgo competitivo de mortalidad en los desenlaces isquémicos. Además, se realizaron análisis estratificados según edad y sexo. El seguimiento máximo fue de 15 años, con una mediana de 10,7 años.
La cohorte ANOCA (n = 21.132) y la cohorte de población general (n = 105.660) mostraron una incidencia acumulada a 15 años similar de infarto de miocardio (3,5% vs. 3,5%; diferencia de riesgo [DR]: 0,0%; IC 95%: −0,3% a 0,4%). Se observó, sin embargo, un mayor riesgo de accidente cerebrovascular isquémico en los pacientes con ANOCA (3,7% vs. 2,9%; DR: 0,8%; IC 95%: 0,5%-1,2%). Curiosamente, los pacientes con ANOCA presentaron una mortalidad ligeramente menor que la población general (25,4% vs. 26,4%; DR: −0,9%; IC 95%: −1,8% a −0,1%). Los hombres y los pacientes de edad avanzada (≥75 años) fueron los que mostraron los menores riesgos relativos frente a sus controles emparejados.
¿Qué nos deja este estudio?
Este análisis de largo plazo muestra que los pacientes con ANOCA presentan un riesgo de infarto de miocardio comparable al de la población general, una mortalidad incluso más baja y un aumento modesto en el riesgo de accidente cerebrovascular isquémico. Estos resultados resaltan la heterogeneidad de este grupo de pacientes y la importancia de considerar la edad y el sexo en la estratificación del riesgo. Asimismo, refuerzan la necesidad de caracterizar mejor los mecanismos subyacentes de la angina en ausencia de enfermedad coronaria obstructiva para optimizar su diagnóstico y tratamiento.
