El sistema circadiano desempeña un papel crucial en el mantenimiento de la salud, incluida la función cardiovascular y metabólica, y la salud óptima depende de una robusta ritmicidad circadiana. El tiempo del ritmo circadiano está determinado por varias señales (zeitgebers o sincronizadores biológicos), siendo la luz el factor principal para regir el reloj central. Los comportamientos modificables, incluido el momento y la regularidad del sueño (que podrían actuar a través de la exposición a la luz), el horario de las comidas y el momento de la actividad física, también tienen el potencial de alterar los relojes centrales y periféricos.
La interrupción de los ritmos circadianos a través del trabajo por turnos, el tiempo irregular de sueño o el momento inadecuado de las comidas, el sueño, la exposición a la luz o el ejercicio se ha relacionado con resultados cardiometabólicos adversos, incluida la obesidad, la DM2, la hipertensión y las enfermedades cerebrovasculares. Estos zeitgebers son objetivos potenciales de intervenciones destinadas a mejorar la salud circadiana y, en última instancia, la salud cardiometabólica. Sin embargo, se requiere investigación adicional para establecer la causalidad y dilucidar intervenciones pragmáticas y eficaces.
El momento de los factores relevantes para la salud circadiana (por ejemplo, exposición a la luz, comidas, actividad física) deben considerarse en relación con el reloj interno y el cronotipo de una persona, más allá del tiempo del reloj externo.
Se requiere evidencia para establecer un vínculo inequívoco entre la alteración circadiana y la enfermedad cardiometabólica, al igual que la investigación para identificar si la optimización de la ritmicidad circadiana puede mejorar la salud cardiometabólica. La mayoría de los estudios existentes en humanos involucraron tamaños de muestra pequeños y diseños experimentales controlados. Un desafío para el campo es la disponibilidad de medidas validadas de ritmicidad circadiana central y periférica que se pueden utilizar en grandes estudios prospectivos basados en la población para evaluar asociaciones con el desarrollo de enfermedades crónicas a lo largo de la vida.
La evaluación de los verdaderos ritmos circadianos requiere estudios experimentales complejos que son factibles solo en experimentos a pequeña escala y estrechamente controlados. Además, los médicos a menudo se basan en marcadores indirectos, como la hora de acostarse reportada por el paciente, como proxies prácticos pero imprecisos para el tiempo circadiano. Con los avances en metabolómica, tecnologías portátiles e inteligencia artificial, se pueden desarrollar métodos alternativos para evaluar los ritmos circadianos, como los patrones de 24 horas en la temperatura de la piel y la frecuencia cardíaca.
Las intervenciones para mejorar la salud circadiana pueden tener un efecto beneficioso sobre la salud cardiometabólica. El tiempo de sueño y su regularidad se pueden mejorar modificando los zeitgebers. La exposición oportuna a la luz puede ayudar a mantener la producción y secreción de melatonina endógena apropiada. Los patrones de alimentación y la actividad física, que se sincronizan adecuadamente, también son objetivos potenciales de intervención que pueden mejorar la salud circadiana a través de los efectos en los relojes periféricos, la temperatura corporal central y la regulación hormonal. Se necesita mayor investigación para determinar la eficacia, la efectividad y la implementación de intervenciones de salud circadiana en diferentes poblaciones y entornos y su papel en el avance de la salud para todos.
Los investigadores, los médicos y el público deben apreciar la importancia de los ritmos circadianos y el papel de los comportamientos modificables que optimizan o interrumpen los ritmos endógenos para la salud y el bienestar en general. La salud circadiana está relacionada con, pero separada de, la salud del sueño; ayuda a regular muchas funciones fisiológicas más allá del sueño, incluidas las importantes para la salud cardiometabólica.
Esta declaración científica tiene como objetivo estimular la investigación innovadora en esta área para avanzar en nuestra comprensión de la mejor manera de apoyar la salud cardiometabólica y mejorar los enfoques de prevención de ECV.
Reflexiones
El sistema circadiano es como una orquesta llena de una multitud de ritmos de 24 horas, a menudo considerados relojes corporales internos. El cerebro sirve como conductor, pero estos relojes existen en casi todas las partes del cuerpo, incluyendo el corazón, los pulmones y el hígado. Si están fuera de sintonía, ocurren interrupciones, lo que puede entorpecer más de una función corporal. Un sistema circadiano desincronizado puede influir negativamente en la digestión, el procesamiento de lípidos, la temperatura corporal y la liberación de hormonas, y puede aumentar el riesgo de obesidad, diabetes tipo 2, hipertensión y enfermedades cardiovasculares.
La salud circadiana no es algo en lo que el clínico promedio piense a diario, pero el mundo y la sociedad están cambiando. Las personas no se adhieren estrictamente a los patrones circadianos que se les proporcionó al nacer, y esto está teniendo un impacto posterior en los desenlaces cardiometabólicos.
