El cierre percutáneo de la orejuela auricular izquierda (LAAC, por sus siglas en inglés) se ha consolidado como una estrategia fundamental para la prevención del accidente cerebrovascular (ACV) en pacientes con fibrilación auricular no valvular que presentan alto riesgo de eventos tromboembólicos y contraindicaciones para la anticoagulación prolongada. Este procedimiento, que ha ganado gran aceptación en la última década, requiere un seguimiento minucioso para detectar posibles complicaciones, entre las que destacan las fugas peri-dispositivo (FPL) y la trombosis asociada al dispositivo (TRD).
Tradicionalmente, la ecocardiografía transesofágica (ETE) ha sido la técnica estándar para evaluar el dispositivo tras el implante, dado que permite valorar la correcta posición, la presencia de trombos y la existencia de fugas. Sin embargo, la ETE tiene limitaciones importantes: es un procedimiento semiinvasivo, requiere sedación y puede ser mal tolerado por algunos pacientes.
En este contexto, la angiotomografía computarizada cardíaca (CCTA) ha surgido como una alternativa no invasiva para la evaluación post-LAAC. Gracias a su alta resolución espacial y capacidad de reconstrucción tridimensional, ofrece ventajas potenciales para detectar fugas residuales y otras alteraciones. No obstante, hasta ahora no estaba claro si la CCTA superaba a la ETE en rendimiento diagnóstico, especialmente en lo que respecta a la relevancia clínica de estos hallazgos para prevenir eventos tromboembólicos a largo plazo.
Para esclarecer esta cuestión, Bhargav Makwana y cols. realizaron una revisión sistemática y un metaanálisis con el objetivo de comparar directamente la utilidad diagnóstica de la CCTA frente a la ETE en el seguimiento posterior al LAAC.
Los autores efectuaron una búsqueda sistemática en cinco bases de datos electrónicas para identificar estudios que incluyeran pacientes sometidos a ambas técnicas de imagen (CCTA y ETE) tras el implante percutáneo del dispositivo. Se integraron los datos de 17 estudios de cohortes que incluyeron un total de 1313 pacientes, con una edad promedio de 72,4 años y un 34,8 % de mujeres. En cuanto a los dispositivos utilizados, el 65 % correspondió a Amplatzer, el 34 % a Watchman y el 1 % a LAmbre.
Los desenlaces principales evaluados fueron: la fuga residual (permeabilidad de la orejuela auricular izquierda), la presencia de cualquier FPL, FPL grandes (mayores a 5 mm) y TRD.
En el metaanálisis, la CCTA mostró una mayor capacidad para detectar fugas residuales, identificándolas en el 58,8 % de los casos, en comparación con el 34,6 % detectado mediante ETE (OR 2,26, IC95%: 1,48-3,44; p=0,0002). Asimismo, la CCTA detectó cualquier FPL en el 51,6 % de los pacientes, frente al 35,5 % detectado por ETE (OR 1,59; IC95%, 1,01-2,51; p=0,04).
Sin embargo, al analizar las fugas grandes (>5 mm), no se observaron diferencias estadísticamente significativas entre ambas técnicas, con una detección del 2,8 % para CCTA y 0,8 % para ETE (OR 3,12; IC95%, 0,73-13,36; p=0,13).
En relación con la TRD, la incidencia global fue baja, alrededor del 1,7 %, y la tasa de detección fue idéntica para ambas modalidades.
¿Qué nos deja este estudio?
Tras el cierre percutáneo de la orejuela auricular izquierda, la angiotomografía computarizada cardíaca presenta una mayor probabilidad de detectar fugas residuales y cualquier fuga peri-dispositivo en comparación con la ecocardiografía transesofágica, mientras que no existen diferencias significativas en la detección de fugas grandes ni en la identificación de trombos asociados al dispositivo.