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El Daño Orgánico en la Hipertensión Arterial
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El Daño Orgánico en la Hipertensión Arterial

J. Ildefonzo Arocha Rodulfo

La hipertensión arterial (HTA) inflige alteraciones estructurales en varios órganos vitales que conllevan a su mal funcionamiento y eventos clínicos.

El daño orgánico provocado por HTA o DOP-HTA (antes conocido como “daño a órgano blanco”) o por sus siglas en inglés HMOD (por hypertension-mediated organ damage), se refiere a las alteraciones estructurales o funcionales en las arterias, corazón, cerebro, retina y riñones causadas por la PA elevada, y es un marcador de enfermedad cardiovascular (ECV) preclínica o asintomática. El daño orgánico se encuentra frecuentemente en la HTA grave o de larga duración, pero también puedeaparecer en grados de HTA más bajos.

El daño orgánico cardíaco, vascular, renal y retiniano se asocia con pronóstico adverso relacionado, a su vez, a un riesgo cardiovascular alto, aún sin que el paciente presente otros factores de riesgo. Además, un mismo paciente puede presentar múltiple daño orgánico por la HTA, lo cual aumenta aún más el riesgo cardiovascular. Es por eso, que es de suma importancia utilizar el sistema SCORE, para la valoración del riesgo cardiovascular inducido por HTA pudiendo identificar riesgo alto o muy alto en estos pacientes, que de otra manera pudieran ser valorados como de riesgo bajo; por ejemplo, en pacientes con hipertrofia ventricular izquierda (HVI), enfermedad renal crónica (ERC) con albuminuria o proteinuria o, al presentar rigidez arterial. Así, al identificar daño orgánico, éste pudiera revertirse o, al menos, detenerse con el tratamiento antihipertensivo eficaz si se brinda oportunamente, controlando la presión arterial. Para los casos en los que la HTA es de larga duración, si bien el daño orgánico pudiera ser irreversible, con el tratamiento antihipertensivo se puede retrasar su progresión y reducir el riesgo cardiovascular.

Otro aspecto por demás lapidario es que usualmente la HTA está acompañada de factores cardiometabólicos de riesgo como la glucemia elevada en ayunas o diabetes tipo 2, obesidad, dislipidemia o sedentarismo que agravan o aceleran el DOP-HTA. Por consiguiente, se requiere de un mayor cuidado y tratamiento más intensivos en aquellos pacientes que exhiben factores cardiometabólicos de riesgo con o sin DOP-HTA.

Numerosos estudios han demostrado la relación entre la presión arterial elevada y el DOP. Excepto que sea tratado, el daño orgánico progresa gradualmente desde asintomático hasta sintomático, pudiéndose expresar en eventos clínicos serios como el ictus o la insuficiencia cardíaca.

Las guías internacionales vigentes recomiendan la pesquisa del DOP-HTA en la evaluación clínica integral con exploraciones no invasivas en todos los pacientes con HTA y definir un tratamiento precoz e intensivo.

Vasan y colaboradores publicaron una sinopsis comprensiva acerca de la prevalencia relativa y la asociación de la HTA con ocho distintos tipos de DOP utilizando los datos del Framingham Heart Study, incluyendo hipertrofia ventricular izquierda por electrocardiografía y ecocardiografía, hallazgos anormales en las imágenes cerebrales compatibles con agresión vascular, incremento del grosor de la mioíntima carotidea, aumento en la velocidad de la onda de pulso carótida-femoral, disminución de la función renal, microalbuminuria y bajo índice tobillo brazo. El DOP se caracterizó de acuerdo con las categorías de presión arterial (PA) definidas por cuatro guías internacionales de PA y los 7898 participantes fueron seguidos por 14,1 años para determinar la incidencia de enfermedad cardiovascular.

 

La prevalencia del DOP-HTA varió positivamente con la PA sistólica y la presión de pulso, pero negativamente con la PA diastólica; aumentó con la edad y fue similar en ambos sexos con variación en las guías de tratamiento según el umbral escogido para la definición de HTA.

Entre los participantes con HTA, el aumento en la velocidad de la onda de pulso carótida-femoral fue el DOP más prevalente (40% a 60%), mientras que el índice tobillo-brazo bajo fue el menos prevalente (<5%). La hipertrofia ventricular izquierda, la merma en la función renal, la microalbuminuria, el engrosamiento de la mioíntima carotídea y las imágenes anormales cerebrales tuvieron una prevalencia intermedia. El DOP-HTA frecuentemente estaba agrupado en los mismos individuos.

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Durante el seguimiento (14,1 años en promedio), hubo 384 eventos cardiovasculares entre los 5865 participantes con comprobación concurrente de la masa ventricular izquierda, la velocidad de la onda de pulso carótida-femoral, la función renal y la microalbuminuria. En un análisis de subgrupo los autores encontraron que la prevalencia de DOP-HTA fue mayor en aquellos con una duración de la HTA igual o mayor a 5 años en comparación con aquellos con menos de 5 años de duración.

Además, por cada categoría de PA por encima de la óptima (grupo de referencia), la presencia de DOP-HTA aumentó el riesgo de enfermedad cardiovascular en 1,48 a 2,95 comparación con aquellos con PA normal y ausencia de DOP.

 

Los hallazgos de este estudio ponen énfasis adicional en la importancia de mantener la PA normal u óptima y la necesidad de una pesquisa activa y el tratamiento intensivo del DOP-HTA para reducir el riesgo de morbilidad y mortalidad cardiovascular.

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