La vitamina D desempeña un papel fundamental en múltiples funciones corporales, incluyendo la salud ósea y la fortaleza muscular. Su síntesis principal se produce mediante la exposición solar, aunque también puede obtenerse a través de ciertos alimentos y suplementos. Los pacientes con enfermedad cardiovascular (ECV) suelen presentar deficiencia de vitamina D, la cual se ha vinculado a un mayor riesgo de mortalidad cardiovascular. Sin embargo, la relación entre la vitamina D y la ECV continúa siendo debatida, ya que los niveles bajos de esta vitamina suelen asociarse con estilos de vida poco saludables.
Esther Cruijsen y cols. llevaron a cabo un análisis de la Cohorte Alpha Omega con el propósito de investigar cómo los niveles de 25-hidroxivitamina D (vitamina D) y la actividad física influyen el riesgo de mortalidad a largo plazo en pacientes con antecedentes de infarto de miocardio (IAM).
Realizaron un análisis prospectivo de 4.837 pacientes con IAM pertenecientes a la Cohorte Alpha Omega.
La edad media de los participantes fue de 69±5.6 años, el 78% eran hombres, el 21% tenía diabetes.
El 10% usaba suplementos de vitamina D, siendo su uso más frecuente en aquellos con niveles más altos de vitamina D.
La mediana de vitamina D fue de 21.1 ng/mL, el 44% de los pacientes presentaba deficiencia (<20 ng/mL), mientras que el 36% tenía insuficiencia.
En cuanto a la actividad física, el 6% de los pacientes no era físicamente activo, el 36% tenia una actividad ligera, el 37% una actividad moderad y el 21% una actividad alta.
Los niveles ajustados estacionalmente de vitamina D fueron en promedio 5.8 ng/mL (IC 95%: 4.7, 7.0) más alto en pacientes con alta actividad física en comparación con aquellos sin actividad física, siendo esta relación estadísticamente significativa (p <0.0001).
Durante 14.4 años de seguimiento, ocurrieron 3.206 muertes, incluyendo 1.244 por causas cardiovasculares.
Niveles más altos de vitamina D se asociaron con una menor mortalidad cardiovascular (HR: 0.63, IC 95%: 0.54-0.74) y una menor mortalidad por todas las causas (HR: 0.68, IC 95%: 0.62-0.75).
Los pacientes con alta actividad física presentaron un riesgo 28% menor de mortalidad cardiovascular (HR: 0.72, IC 95%: 0.61, 0.85) en comparación con los pacientes con actividad ligera. Por otro lado, los pacientes sin actividad física presentaron un riesgo 51% mayor (HR: 1.51, IC 95%: 1.22, 1.87).
Asociaciones similares, aunque ligeramente más débiles, se observaron para la mortalidad por todas las causas.
Aquellos con bajos niveles de vitamina D y sin actividad física presentaron un riesgo de mortalidad 3 veces mayor en comparación con los pacientes con niveles altos de vitamina D y alta actividad física.
Estas asociaciones no se vieron modificadas de forma significativa por factores como el sexo, comorbilidades u otros determinantes de salud.
¿Qué podemos recordar?
Tanto el estado de vitamina D como la actividad física mostraron estar inversa e independientemente asociados con el riesgo a largo plazo de mortalidad cardiovascular y por todas las causas en pacientes con antecedentes de infarto de miocardio, independientemente de otros factores de salud.