El uso prolongado de esteroides anabólicos androgénicos (EAA) ha sido relacionado con efectos adversos cardiovasculares significativos, como la hipertrofia ventricular izquierda, insuficiencia cardíaca con fracción de eyección reducida y muerte súbita prematura. A pesar de estos hallazgos, los mecanismos subyacentes de su progresión siguen siendo insuficientemente estudiados. La disfunción temprana y persistente de la microcirculación miocárdica podría desempeñar un papel fundamental como un mecanismo subyacente en el desarrollo de enfermedades cardíacas, incluso años después de la suspensión del uso de EAA.
Yeliz Bulut y cols. evaluaron la reserva de flujo miocárdico (MFR) en hombres con uso actual y previo de EAA, comparándolos con un grupo control de hombres sin antecedentes de uso de estas sustancias.
La evaluación se realizó mediante tomografía por emisión de positrones/computarizada (PET/TC) con rubidio 82 (82Rb), tanto en reposo como tras estrés farmacológico inducido por adenosina.
El objetivo principal de este estudio fue determinar si la disfunción microvascular persistía en los individuos con historial de uso de EAA, incluso después de haber suspendido su consumo.
El estudio incluyó a 90 hombres, todos ellos involucrados en entrenamiento de fuerza recreativo sin enfermedad cardiovascular conocida. De estos, 32 hombres tenían un historial de uso actual de EAA, 31 habían usado EAA en el pasado y 27 formaban el grupo control, sin antecedentes de uso. Los participantes fueron evaluados con PET/TC, y se midió la MFR y el puntaje de calcio coronario. Se definió la alteración de la MFR como un valor menor a 2 para el diagnóstico de disfunción clínica, mientras que una MFR menor a 2.5 se consideró una alteración subclínica.
Los resultados mostraron que la MFR estaba alterada en 18.8% de los hombres con uso actual de EAA, 3.2% de los hombres con uso previo, y en ningún caso en los controles (P = .02).
Por otro lado, la MFR subclínicamente alterada estuvo presente en el 28.1% de los hombres con uso actual de EAA, 25.8% de los hombres con uso previo, y en solo 3.7% de los controles (P = .02).
Además, en un modelo de regresión logística multivariable, se observó que cada duplicación de la duración acumulada semanal de uso de EAA se asoció con un aumento de dos veces en el riesgo de tener una MFR menor de 2.5 en los hombres con uso previo de EAA (OR 2.1; IC 95%, 1.03-4.35; P = .04).
Los hallazgos de este estudio indican que, incluso después de la suspensión del uso de EAA, los hombres con historial de consumo de estas sustancias presentan alteraciones persistentes en la microcirculación coronaria. Esta disfunción microvascular, medida a través de la MFR, podría ser un mecanismo subyacente importante en la aparición de enfermedades cardiovasculares en esta población.
Además, resalta la necesidad de realizar un seguimiento cardiovascular a largo plazo en esta población, dado que la disfunción microvascular podría ser un marcador temprano de daño cardíaco, que podría no ser evidente en las etapas iniciales, pero que tiene implicaciones significativas para la salud cardiovascular a largo plazo.
Estos resultados también subrayan la importancia de campañas educativas para informar sobre los efectos adversos a largo plazo del uso de EAA, especialmente en contextos recreativos, donde el uso de estas sustancias es común.