La insuficiencia cardíaca (IC) representa una carga significativa para los sistemas de salud debido a las readmisiones prevenibles. Los pacientes con IC a menudo reportan síntomas persistentes poco después del alta, lo que contribuye a altas tasas de readmisión, que oscilan entre el 20% y el 25% en los primeros 30 días. A pesar de los esfuerzos implementados, como programas educativos y apoyo telefónico, estos enfoques no han logrado reducir significativamente las tasas de readmisión. El seguimiento médico temprano ambulatorio es crucial para mejorar los resultados, aunque existen barreras, como la disponibilidad limitada de citas y dificultades en el acceso al transporte.
Las intervenciones de telemedicina emergen como una estrategia para reducir las readmisiones, mejorando la comunicación entre paciente y proveedor y superando las barreras relacionadas con el transporte. Sin embargo, los ensayos clínicos han mostrado resultados mixtos, ya que, en muchos casos, las intervenciones diagnósticas y terapéuticas no pueden implementarse de manera remota.
Durante la segunda jornada del Congreso ACC 2025, se presentaron los resultados del estudio MIGHTy-Heart, diseñado para comparar la efectividad de dos intervenciones post-alta en cuanto a la utilización de servicios de salud, los resultados reportados por los pacientes y la calidad de la atención en pacientes con IC.
El estudio MIGHTy-Heart fue un ensayo pragmático de efectividad comparativa que evaluó dos intervenciones probadas para mejorar la transición del hospital al hogar en pacientes con IC: un programa de salud móvil integrada (SMI) y los coordinadores de transiciones de atención (TOCC, por sus siglas en inglés). La intervención de SMI combina visitas domiciliarias realizadas por un paramédico comunitario con consultas de telemedicina con médicos de emergencias, para gestionar síntomas agudos y coordinar la atención post-alta. Por otro lado, la intervención TOCC consiste en llamadas telefónicas de seguimiento realizadas por una enfermera registrada entre 48 y 72 horas después del alta, con el fin de evaluar el estado clínico del paciente, identificar necesidades clínicas y sociales no cubiertas, y reforzar la educación sobre adherencia a la medicación y cambios en el estilo de vida.
El estudio aleatorizó a 2.003 pacientes con IC con una edad media de 67 años y un 52% de mujeres.
Todos los pacientes estaban inscritos en Medicaid o Medicare, y aproximadamente el 30%-40% tenía condiciones comórbidas como miocardiopatía isquémica, fibrilación auricular, diabetes o enfermedad renal crónica.
Los objetivos coprimarios del estudio incluyen las readmisiones hospitalarias por cualquier causa en los primeros 30 días y la calidad de vida, medida mediante el Cuestionario de Miocardiopatía de Kansas City, 30 días después del alta hospitalaria.
El análisis principal no mostró una diferencia significativa en la tasa de readmisiones hospitalarias a los 30 días entre los dos grupos. Sin embargo, se observaron diferencias notables según el sexo.
Las mujeres que participaron en el programa de SMI tuvieron un 30% menos probabilidades de ser readmitidas por cualquier causa y un 36% menos probabilidades de ser readmitidas por IC en comparación con los hombres en el mismo grupo. Además, los resultados sugirieron que los pacientes menores de 70 años podrían beneficiarse más de la intervención.
En cuanto a la mejora en la calidad de vida, medida a través del cuestionario KCCQ (Kansas City Cardiomyopathy Questionnaire), ambos grupos mostraron una mejora. Sin embargo, al analizar los resultados por edad, la mejora en el grupo de SMI fue consistente en ambos subgrupos de edad, mientras que los pacientes más jóvenes mostraron una mejora menos pronunciada en el grupo de seguimiento estándar.
¿Qué podemos recordar?
Aunque el estudio MIGHTy-Heart no cumplió con su objetivo primario de reducir las readmisiones hospitalarias ni mejorar el estado de salud en general, los resultados sugieren que el programa de salud móvil integrada podría ser particularmente beneficioso para ciertos subgrupos de pacientes, como las mujeres y los pacientes menores de 70 años.
Estos hallazgos proporcionan evidencia de que los programas de salud móvil integrada pueden ser una opción viable y beneficiosa para el manejo de la insuficiencia cardiaca en poblaciones con alta carga de enfermedad, aunque se requiere más investigación para confirmar su eficacia a largo plazo. Este estudio resalta la importancia de abordar las necesidades individuales de los pacientes, incluidos los factores sociales, en el desarrollo de nuevas estrategias de atención para la insuficiencia cardiaca.