La demencia, definida como la dificultad para recordar, pensar y resolver problemas que es lo suficientemente severa como para afectar significativamente las actividades cotidianas, representa una de las principales causas de muerte en Estados Unidos. Se estima que el número de casos entre ciudadanos estadounidenses de 65 años en adelante se duplicara, pasando de aproximadamente 7 millones a 14 millones para el año 2060. En 2024, la demencia genero un gasto superior a 360 mil millones de dólares en los EE. UU., constituyendo una carga significativa tanto para los pacientes como para sus familias
La enfermedad de Alzheimer (EA) es la causa más común de demencia; sin embargo, existe un creciente reconocimiento de que la mayoría de las personas con EA también tienen algún grado de neuropatología vascular que puede acelerar o exacerbar la enfermedad.
Recientes investigaciones han revelado que mantener una salud arterial óptima a lo largo de la adultez joven puede reducir significativamente el riesgo de desarrollar demencia antes de los 80 años. Los factores de riesgo vasculares no solo pueden causar demencia vascular, sino también contribuir al deterioro cognitivo asociado con la EA o incluso favorecer su aparición. Por ejemplo, se estima que la hipertensión arterial durante la mediana edad es responsable de aproximadamente 425.000 casos adicionales de EA cada año en Estados Unidos.
La salud vascular es igual a la salud cerebral y este es un dogma bien aceptado. Los factores tradicionales modificables de riesgo cardiovascular como la hipertensión arterial (HTA) (presión arterial sistólica [PA] ≥130 mm Hg, diastólica PA ≥80 mm Hg, o uso de medicación antihipertensiva), diabetes (glucosa en ayunas ≥126 mg/dL, glucemia en no ayunas ≥200 mg/dL, diagnóstico reportado por el médico, o el uso de cualquier antihiperglucemiante), y fumador actual (autorreportado) están reconocidos como igualmente factores de riesgo vascular para la demencia. Aunque su impacto se ha estudiado de forma aislada, aún no está del todo claro cómo se combinan estos factores de riesgo a lo largo de la vida ni cómo varían sus efectos según el perfil genético, la raza o el sexo.
Smith y cols. analizaron los datos del estudio ARIC Neurocognitive Study (Atherosclerosis Risk in Communities Neurocognitive Study), con un seguimiento de 33 años, para estimar la fracción de demencia atribuible a los factores de riesgo cardiovascular cuantificados en la mediana edad y la tercera edad, así como para examinar diferencias según el genotipo APOE ε4, el sexo y la raza.
Un total de 7.731 participantes fueron incluidos en el análisis de los factores de riesgo medidos a partir de los 45-54 años (58% mujeres, 71% blancos, 29% negros); 12.274 contribuyeron con datos a partir de 55-64 años (55% mujeres, 76% blancos, 24% negro); y 6.787 presentaron datos a los 65-74 años (56% mujeres, 80% blancas, 20% negras). En total, 2218 personas desarrollaron demencia en su 80vo cumpleaños. Los investigadores estimaron la proporción de nuevos casos de demencia vinculados a factores de riesgo vascular modificables.
A esta edad, la fracción poblacional de demencia atribuible a la presencia de al menos un factor de riesgo vascular medido entre los 45 y 54 años fue del 22 %; entre los 55 y 64 años, del 26 %; y entre los 65 y 74 años, del 44 %, lo que evidencia un aumento sostenido en la proporción de casos de demencia relacionados con estos factores a medida que avanza la edad.
Después de los 80 años, solo entre el 2 % y el 8 % de los casos de demencia se atribuyeron a estos factores de riesgo vascular.
Adicionalmente, surgieron diferencias en subgrupos. Por ejemplo, la fracción atribuible fue mayor entre los no portadores del alelo APOE-4 mayores de 55 años (rango, 33 %–61 %), reflejando que en poblaciones con menor riesgo genético de Alzheimer la contribución relativa de la patología vascular al riesgo de demencia resulta mayor.
Asimismo, las fracciones atribuibles fueron más elevadas en individuos negros de 45 años o más (rango, 26 %–53 %) y en mujeres de 55 años o más (rango, 29 %–51 %).
La conjunción de factores de riesgo como la HTA más diabetes y el tabaquismo más diabetes aumentaron significativamente el riesgo de demencia, con relaciones que oscilaron entre 2,00 y 3,54, dependiendo de la combinación de edad y factor de riesgo. La importancia de la HTA y la diabetes aumentó con la edad, mientras que la importancia del tabaquismo disminuyó con la edad.
Dada la contribución de la enfermedad vascular a la demencia y la superposición en los factores de riesgo entre la ECV y la demencia, las intervenciones que abordan estos factores de riesgo subyacentes tienen el potencial de reducir el riesgo de ambos resultados.
Estas conclusiones también sugieren que, para ser óptimamente eficaces, las intervenciones para reducir el riesgo de demencia abordando los factores de riesgo vasculares necesitan ser individualizadas y dirigidas en función de factores como la edad, la genética, la raza y el sexo.
Reflexiones. Como ha sido informado en diversas publicaciones con estudios de cohorte, los resultados de este trabajo reportan entre 22% a 44% la incidencia de los casos de demencia al alcanzar los 80 años fue atribuida a los factores de riesgo ya presentes en la edad media de la vida y en la tercera edad. En consecuencia, mantener una óptima salud arterial a lo largo del curso de la vida puede, al menor, amortiguar una proporción aceptables del riesgo de demencia a los 80 años.
En otras palabras, el 22%-44% de los casos de demencia a la edad de 80 años podrían atribuirse a la mala salud vascular hasta los 74 años y algunos de ellos pudieran haber sido evitados de haber controlados los tres factores modificables de riesgo estudiados.
Los hallazgos destacaron el inmenso valor potencialmente útil de la detección temprana de factores de riesgo vascular y la prevención primordial (por ejemplo, promoción de la actividad física y el manejo del peso corporal saludable) a partir de la mediana edad,
Los factores de riesgo vasculares modificables, y su asociación con la demencia enfatiza que muchos casos de demencia pueden prevenirse o retrasarse. Estudios futuros deben evaluar el mecanismo de la disparidad racial en las tasas de demencia y evaluar la enfermedad vascular subclínica (sistémica y cerebrovascular) como factor de riesgo para la demencia.