La disfunción renal, evidenciada por una disminución de la tasa de filtrado glomerular estimada (TFGe), constituye una complicación frecuente y de relevancia pronóstica entre los pacientes con insuficiencia cardíaca (IC). La interacción entre el deterioro de la función renal y la IC ha adquirido creciente interés, especialmente en personas con diabetes tipo 2, en quienes múltiples tratamientos farmacológicos han demostrado beneficios tanto cardíacos como renales. Entre ellos destacan los inhibidores del sistema renina-angiotensina, los inhibidores del cotransportador sodio-glucosa tipo 2 (SGLT2), los antagonistas no esteroideos del receptor de mineralocorticoides y los agonistas del receptor de péptido similar al glucagón tipo 1. Sin embargo, estos fármacos no han evidenciado de manera consistente beneficios renoprotectores claros en la población con IC. Esta falta de efecto podría explicarse por la baja incidencia de enfermedad renal terminal (ERT) en esta población, el bajo riesgo renal relativo, la exclusión de pacientes con enfermedad renal crónica avanzada (estadios 4 y 5) y la duración relativamente breve del seguimiento en la mayoría de los ensayos clínicos realizados hasta la fecha.
En consecuencia, se han propuesto criterios de valoración renales compuestos, que incluyen descensos relativos de la TFGe, como marcadores sustitutos para predecir la progresión hacia la ERT. Esto ha motivado que estudios recientes sobre IC incorporen la disminución de la TFGe como un criterio de eficacia, junto a los criterios tradicionales como la hospitalización por IC. Además, se ha observado que caídas iniciales de la TFGe asociadas a la intensificación de la terapia para la IC podrían relacionarse con resultados favorables. Sin embargo, en el seguimiento a largo plazo, la TFGe tiende a disminuir más rápidamente en pacientes con IC en comparación con la población general, y este descenso se ha asociado a un mayor riesgo de mortalidad. Aun así, el significado pronóstico concreto de la reducción de la TFGe, sobre todo en términos de resultados renales, continúa siendo incierto.
Deewa Zahir Anjum y cols. utilizaron datos del mundo real para analizar la disminución de la TFGe como marcador pronóstico, evaluando su impacto sobre la mortalidad a largo plazo y la progresión a ERT, en comparación con la hospitalización por IC.
Para ello, se diseñó un estudio de cohorte de alcance nacional que incluyó a todos los pacientes con diagnóstico de nueva aparición de IC entre 2014 y 2021. La evolución de la TFGe se analizó entre los meses 6 y 12 posteriores al diagnóstico, clasificando a los pacientes en tres grupos según su trayectoria: TFGe estable (definido como menos del 25% de disminución), disminución del 25% al 50%, y disminución superior al 50%. Se incluyeron en el análisis únicamente los pacientes que sobrevivieron durante el primer año tras el diagnóstico, estableciendo como desenlaces primarios la mortalidad por cualquier causa y la aparición de ESKD.
El análisis comprendió un total de 45.385 pacientes con IC con una edad mediana de 73,6 años y predominio masculino (63,8%).
Al cumplirse un año desde el diagnóstico, el 82,5% de los pacientes presentó una TFGe estable, el 14,2% mostró una disminución del 25% al 50%, y el 3,3% tuvo una disminución superior al 50%.
En los pacientes sin diabetes, una reducción de la TFGe superior al 25% se asoció con un aumento de la mortalidad a cinco años, con riesgos absolutos de 33,2% en el grupo con TFGe estable, 53,8% en el grupo con disminución intermedia, y 63,0% en el grupo con disminución mayor al 50%.
En los pacientes con diabetes, el riesgo absoluto de mortalidad fue globalmente mayor, aunque la tendencia fue similar, con riesgos del 42,8%, 58,6% y 65,6% para los mismos grupos, respectivamente.
En cuanto a la progresión hacia ERT, también se observó un incremento del riesgo asociado al descenso de la TFGe.
En pacientes sin diabetes, el riesgo absoluto de ERT fue de 3,3% en el grupo con TFGe estable, 7,9% en el grupo con disminución del 25% al 50% y 11,5% en el grupo con disminución superior al 50%.
En los pacientes con diabetes, el riesgo de ESKD fue considerablemente mayor, alcanzando valores del 7,4%, 15,6% y 21,1%, respectivamente.
¿Qué nos deja este estudio?
En este amplio estudio en vida real, una disminución de la TFGe >50% se asoció con un mayor riesgo de mortalidad y de enfermedad renal terminal, independientemente del estado diabético, lo que subraya su relevancia clínica.