La inflamación desempeña un papel central en el desarrollo y progresión de la enfermedad cardiovascular (ECV) y se ha convertido en un objetivo terapéutico prometedor. La periodontitis (PD), una condición inflamatoria crónica altamente prevalente, afecta a más del 40% de los adultos en el mundo. En individuos sanos y en pacientes con diabetes tipo 2, se ha demostrado que el tratamiento eficaz de la PD mejora la función endotelial, reduce la inflamación sistémica y disminuye el estrés oxidativo. En pacientes con diabetes tipo 2, este tratamiento también mejoró el control metabólico y la función renal a lo largo de 12 meses, mientras que en aquellos con hipertensión se observó una reducción de la presión arterial en apenas 6 meses. Estos hallazgos sugieren que la PD constituye un factor frecuente, pero subestimado, en la morbimortalidad cardiovascular. Sin embargo, su efecto sobre el remodelado arterial y los desenlaces cardiovasculares (CV) a largo plazo permanece incierto.
El grosor íntima-media carotídeo (GIMc) y su tasa de progresión representan marcadores consolidados de remodelado estructural arterial, estrechamente vinculados con el riesgo CV. Un metaanálisis reciente de ensayos aleatorizados mostró que una reducción en la progresión del GIMc de 0,01 mm/año se asocia con una disminución del 10% en futuros eventos cardiovasculares.
En este contexto, Marco Orlandi y colaboradores llevaron a cabo un ensayo clínico aleatorizado (ECA), empleando un protocolo previamente validado, con el objetivo de evaluar si el tratamiento intensivo de la PD podía reducir la progresión del GIMc en un seguimiento de 2 años. Para minimizar factores de confusión, reclutaron individuos con PD pero sin diagnóstico de ECV ni otras enfermedades inflamatorias, y que no utilizaban medicación regular.
El estudio se planteó tres preguntas clave: (i) ¿el tratamiento eficaz de la PD reduce el GIMc a los 24 meses?; (ii) ¿cuál es la relación temporal entre el tratamiento de la PD y los cambios en los fenotipos vasculares, incluyendo la disfunción endotelial y la rigidez arterial?; y (iii) ¿pueden los cambios en biomarcadores metabólicos, inflamatorios o de estrés oxidativo explicar las modificaciones observadas en los fenotipos vasculares tras el tratamiento de la PD y ayudar a identificar a los individuos con mayor probabilidad de beneficiarse?
Se incluyeron 135 participantes consecutivos con PD, por lo demás sanos, en un ensayo controlado, unicéntrico y simple ciego, asignados al azar a tratamiento periodontal intensivo (TPI; n = 68; que incluyó raspado, alisado radicular y, cuando fue necesario, cirugía correctiva) o a tratamiento periodontal control (TPC; n = 67; con raspado supragingival y pulido). El GIMc se midió al inicio, a los 12 y a los 24 meses postratamiento. Además, se evaluaron presión arterial, dilatación mediada por flujo (DMF), velocidad de onda de pulso (VOP), así como marcadores de inflamación, estrés oxidativo y metabolómica al inicio y a los 2, 6, 12, 18 y 24 meses tras la intervención.
Los pacientes del grupo TPI recibieron una sesión inicial única de raspado de todas las superficies radiculares bajo analgesia local, sin límite de tiempo para su finalización. A los 2 meses, aquellos con buena higiene oral (índice de placa <20%) y al menos una bolsa periodontal residual ≥6 mm fueron sometidos a terapia correctiva. Los pacientes con higiene subóptima recibieron raspado subgingival adicional bajo analgesia local. Posteriormente, el grupo TPI recibió sesiones de raspado, también bajo analgesia local y sin límite de tiempo, cada 3 meses.
Los pacientes del grupo TPC recibieron únicamente raspado supragingival y pulido en los mismos intervalos. Al finalizar el estudio, se ofreció tratamiento periodontal integral según necesidad a los pacientes del grupo TPC. Aquellos con progresión de la PD recibieron atención especializada inmediata y fueron retirados del protocolo, aunque ningún caso cumplió con este criterio.
Después de 24 meses, el GIMc fue significativamente menor en el grupo TPI frente al grupo TPC (−0,023 mm; IC 95%: −0,030 a −0,019; P < 0,0001).
La DMF mostró mejoría ya a los 2 meses en el grupo TPI y se mantuvo de manera consistente superior al grupo TPC durante todo el seguimiento (P < 0,0001), correlacionando con las mejorías clínicas periodontales registradas en los mismos intervalos. No se observaron diferencias relevantes entre grupos en cuanto a eventos adversos, parámetros antropométricos, presión arterial, VOP o marcadores metabolómicos. Entre los biomarcadores inflamatorios y de estrés oxidativo, se destacó una reducción de la glicoproteína acetil en el grupo TPI en comparación con el TPC (P < 0,05).
¿Qué nos deja este estudio?
El TPI indujo cambios estructurales favorables en el fenotipo vascular, lo que subraya el impacto de la periodontitis en la salud cardiovascular y resalta el potencial del tratamiento periodontal como una estrategia para mejorar los desenlaces cardiovasculares.