Los cambios en el estilo de vida continúan siendo un pilar en el manejo de la enfermedad coronaria y la insuficiencia cardíaca. Estudios experimentales han demostrado que la restricción calórica mejora la eficiencia metabólica, favorece los mecanismos de reparación celular y reduce la inflamación. En humanos, el ayuno se ha asociado con beneficios sobre obesidad, resistencia a la insulina, dislipidemia e hipertensión. A diferencia de una simple reducción calórica diaria, el ayuno intermitente ofrece ventajas adicionales, como mayor sensibilidad a la insulina y disminución del perímetro abdominal. En modelos animales de infarto agudo de miocardio se ha observado mejor función ventricular izquierda y menor remodelado adverso con ayuno intermitente; sin embargo, hasta ahora la evidencia clínica era limitada.
El ensayo INTERFAST-MI fue un estudio prospectivo, aleatorizado y controlado, diseñado para evaluar los efectos del ayuno intermitente sobre la función ventricular tras un infarto con elevación del segmento ST (IAMCEST). El objetivo primario fue el cambio en la fracción de eyección ventricular izquierda (FEVI) a las 4 semanas.
Se incluyeron 48 pacientes, que fueron aleatorizados a dos intervenciones :
- Ayuno intermitente: restricción de la ingesta a una ventana de 8 horas diarias, con ayuno mínimo de 16 horas.
- Control: dieta habitual, sin restricciones específicas.
La edad media fue similar en ambos grupos (58,5 años en ayuno intermitente vs. 59 años en control), con características basales bien balanceadas. El seguimiento se extendió a 6 meses.
El punto final primario mostró una mejoría significativa en la FEVI en el grupo de ayuno intermitente a las 4 semanas (media ± DE: 6,6 ± 7,1% vs. 1,45 ± 4,8% en el grupo control; p = 0,038).
Este beneficio se mantuvo e incluso se acentuó a los 3 y 6 meses. Además, los pacientes con ayuno intermitente presentaron una mayor reducción de la presión arterial diastólica y del peso corporal.
Un hallazgo relevante fue que, a pesar de iniciar el estudio con concentraciones más altas de colesterol LDL, el grupo de ayuno intermitente alcanzó niveles significativamente más bajos que el grupo control a los 6 meses (1,2 [1,0–1,4] mmol/L vs. 1,5 [1,2–1,7] mmol/L; p < 0,05).
La adherencia al régimen de ayuno fue elevada y no se reportaron efectos adversos relevantes como mareos o síncope.
¿Qué nos deja este estudio?
En el contexto de la recuperación tras un infarto de miocardio, los cambios de estilo de vida complementan a las terapias farmacológicas e intervencionistas modernas.
El ensayo INTERFAST-MI aporta evidencia inicial de que el ayuno intermitente es una estrategia segura, capaz de mejorar la función ventricular izquierda y parámetros metabólicos.
Estos resultados justifican la realización de estudios multicéntricos de mayor escala para confirmar su impacto en desenlaces clínicos duros.