La enfermedad renal crónica (ERC) se ha convertido en una de las enfermedades no transmisibles de más rápido crecimiento en todo el mundo, según nuevas estimaciones del Estudio de la Carga Global de Enfermedades 2023 (1) afectando a más de 788 millones de adultos a nivel mundial, con una prevalencia creciente, una mortalidad en ascenso y contribuciones sustanciales a las muertes cardiovasculares
El análisis, publicado en The Lancet, informa que 788 millones de adultos mayores de 20 años vivían con ERC en 2023, más del doble de los 378 millones registrados en 1990. Si bien el envejecimiento de la población explica parte del aumento, los investigadores destacan que la prevalencia de la ERC también ha aumentado de manera estandarizada por edad, lo que indica una verdadera expansión de la carga de la enfermedad.
El estudio, realizado en 204 países y territorios, proporciona la evaluación global más completa de la morbilidad, mortalidad y contribuciones a los factores de riesgo hasta la fecha. Utilizando literatura publicada, sistemas de registro vital, registros de insuficiencia renal y encuestas de hogares, los investigadores generaron estimaciones actualizadas de prevalencia, incidencia, muertes, años de vida ajustados por discapacidad (DALY) y la proporción de mortalidad cardiovascular atribuible a la función renal deteriorada.
En 2023, la prevalencia global de ERC estandarizada por la edad alcanzó el 14,2%, un 3,5% más que en 1990. La mayoría de los individuos tenían una enfermedad de leve a moderada, con estadios 1-3 que representaban una prevalencia del 13,9%.
A nivel regional, el norte de África y el Medio Oriente registraron la mayor carga, con un 18% de los adultos que viven con ERC. Estas disparidades parecen reflejar el aumento paralelo en los factores metabólicos, de estilo de vida y de riesgo ambiental que afectan desproporcionadamente a algunas regiones, señalaron los investigadores.
Las consecuencias del aumento de la ERC se extienden más allá de los riñones. El estudio identifica la ERC como la novena causa principal de muerte en todo el mundo, responsable de 1,48 millones de muertes en 2023, un aumento sustancial frente a décadas anteriores. Como contribuyente a la carga general de la enfermedad, la ERC ocupó el puesto duodécimo a nivel mundial en DALY, con tasas estandarizadas por edad de 769 por cada 100.000 adultos.
Un hallazgo sorprendente fue el creciente reconocimiento de la ERC como un amplificador importante de riesgo cardiovascular, documentado en otra publicación (2). La función renal deteriorada representó el 11,5% de las muertes cardiovasculares globales, lo que refleja el estrecho vínculo biológico y clínico entre las dos condiciones. Como la enfermedad cardiovascular sigue siendo la principal causa de muerte en el mundo, un mejor reconocimiento y tratamiento de la ERC podría reducir significativamente la carga de la mortalidad cardíaca mundial.
El estudio también identificó varios factores de riesgo modificables que impulsan sustancialmente la carga de ERC (1):
- La glucosa plasmática en ayunas.
- Índice de masa corporal elevado.
- Presión arterial sistólica alta.
Estas variables surgieron como los principales contribuyentes a los DALY de la ERC en todo el mundo y tales hallazgos refuerzan el papel central de la enfermedad metabólica, incluida la diabetes tipo 2, la hipertensión arterial y la obesidad, en el desarrollo y la progresión de la ERC.
Por lo tanto, dada la carga multifacética de los factores de riesgo de enfermedad cardiovascular y renal, se considera que los pacientes con ERC representan la “tormenta perfecta” del riesgo cardiometabólico y tienden a tener resultados deficientes. Más aún, además de los trastornos cardiometabólicos, no se deben subestimar los riesgos potenciales de los tratamientos para los pacientes con ERC. Incluso se cree que algunos tratamientos, como la diálisis, exacerban los trastornos metabólicos en pacientes con ERC avanzada, lo que resulta en un mayor riesgo de ECV y mortalidad.
A pesar de los principales avances terapéuticos, incluidos los inhibidores del sistema renina-angiotensina-aldosterona, los antagonistas de los receptores de mineralocorticoides, los inhibidores de SGLT2 y los agonistas del receptor de GLP-1, el informe subrayó las brechas persistentes en la detección y tratamiento temprano. Muchos pacientes con ERC permanecen sin diagnosticar o bien no reciben la terapia nefroprotectora hasta etapas avanzadas, cuando surgen los síntomas y se ha producido un daño renal irreversible. Los autores destacaron la necesidad de mejorar las estrategias de prueba, particularmente para la albuminuria y la tasa estimada de filtración glomerular, que siguen siendo infrautilizadas en muchos sistemas de salud.
El análisis también señaló importantes desigualdades globales en el cuidado de los riñones. El acceso a la terapia de reemplazo renal, incluida la diálisis y el trasplante, varió ampliamente entre los países, y muchas personas con insuficiencia renal no recibieron tratamiento. Estas disparidades, escribieron los investigadores, agravan los efectos económicos y de salud a largo plazo de la ERC, especialmente en las regiones de ingresos bajos y medios donde el aumento de la enfermedad metabólica está impulsando un rápido crecimiento en la prevalencia de la ERC.
De cara al futuro, el estudio pidió una acción internacional coordinada para abordar la creciente carga de la ERC. Los investigadores enfatizaron que las estrategias de salud pública deben centrarse en la prevención, el diagnóstico temprano, la modificación del factor de riesgo y el acceso equitativo a terapias efectivas.
Dado el fuerte vínculo entre la ERC y la mortalidad cardiovascular, los modelos de atención integrada pueden ofrecer un beneficio sustancial.
