La azitromicina es un conocido agente antimicrobiano que posee, además de sus propiedades antibacterianas, un efecto antiviral y antiinflamatorio, pudieron reducir el nivel de citoquinas circulantes y de esta forma evitar el daño sistémico de la respuesta inflamatoria exacerbada. En este contexto, se ha postulado que la azitromicina puede tener un efecto beneficioso en la infección por COVID-19, especialmente si es administrada durante la etapa temprana de la enfermedad.
El objetivo del presente estudio realizado por Catherine Oldenburg y colaboradores (San Francisco, USA), fue determinar el efecto de la administración de azitromicina por vía oral en pacientes con COVID-19 en el ámbito extrahospitalario, en términos de síntomas auto-reportados hasta el dia 14 de evolución de la enfermedad.
El estudio ACTION fue un estudio aleatorizado que incluyó pacientes mayores de edad con COVID-19 confirmado (por determinación de antígenos o test de PCR) y libres de hospitalización, durante el periodo comprendido entre mayo de 2020 a marzo de 2021. Los mismos fueron aleatorizados en relación 2:1 a recibir tratamiento con azitromicina (única dosis 1.2gr VO, n=171), o placebo (n=92). Se analizó como objetivo primario a la ocurrencia de síntomas auto reportados hasta el día 14 de enfermedad.
En pacientes con COVID-19 en el ámbito extrahospitalario, el tratamiento con azitromicina no demostró una mejora en reducción de síntomas auto-reportados, por lo que no debería ser una estrategia de rutina.
La edad promedio de la poblacion muestral fue de 43 años, con un predominio de sexo femenino (66%). El estudio fue finalizado precozmente por debido a futilidad luego de un análisis interino de los datos. El síntoma reportado más frecuentemente fue tos (azitromicina 65%, placebo 66%), seguido por fatiga y fiebre. Se observó un gran porcentaje de pacientes con reporte de múltiples síntomas (azitromicina 89%, placebo 89%).
Al día 14 de seguimiento, no se observó una diferencia estadísticamente significativa en la carga de síntomas auto-reportados entre los grupos analizados (porcentaje libre de síntomas 50% azitromicina vs. 50% placebo, 0% diferencia [IC95% -14%,15%]; p>0.99.) Tampoco se observaron diferencias mediante el análisis de subgrupos, considerando la carga de síntomas al inicio del estudio o la edad.
Mediante el análisis de los objetivos secundarios exploratorios, tampoco se observó una diferencia significativa en términos de hospitalizaciones por todas las causas, con una superioridad leve en el subgrupo de pacientes bajo tratamiento con azitromicina (5 vs 0, 4% diferencia [IC95% -1,9%]; p=0.16).
No se observaron efectos secundarios adversos severos ni episodios de muerte en ninguno de los subgrupos analizados. Al día 3 de seguimiento, una mayor proporción de pacientes pertenecientes al subgrupo azitromicina presentó eventos clínicos adversos gastrointestinales, principalmente diarrea, dolor abdominal y náuseas.
Los resultados obtenidos en el presente estudio apoyan el concepto observado en estudios previos de pacientes hospitalizados por COVID-19 donde la azitromicina (con o sin tratamiento concomitante con hidroxicloroquina) falló en demostrar un beneficio en términos de eventos clínicos adversos. Por otro lado, en pacientes con COVID-19 en el ámbito extrahospitalario, la azitromicina no había logrado demostrar una reducción de la progresión de enfermedad, hospitalizaciones o del tiempo de clearence de carga viral mediante hisopado nasal, por lo que hasta la fecha no existe evidencia científica que avale su utilización en este subgrupo de pacientes.