La enfermedad tromboembólica venosa (ETV), que incluye la trombosis venosa profunda (TVP) y el tromboembolismo pulmonar (TEP), representa una de las condiciones cardiovasculares más frecuentes, prevenibles y, al mismo tiempo, más subestimadas a nivel global. A pesar de su importancia clínica y sanitaria, la verdadera magnitud de la ETV permanece poco definida en los estudios de carga global de enfermedad. Esta omisión contrasta con su relevancia epidemiológica: la ETV puede causar eventos agudos graves, complicaciones crónicas que deterioran la calidad de vida y un riesgo considerable de recurrencia.
En un contexto donde factores de riesgo como el cáncer, la enfermedad cardiovascular, la obesidad y el envejecimiento continúan en ascenso, y donde las estrategias diagnósticas y terapéuticas han evolucionado de manera notable, se vuelve crítico contar con estimaciones confiables sobre la incidencia, los desenlaces y la carga sanitaria asociada a la ETV. Sin embargo, múltiples barreras —incluyendo limitaciones de los sistemas de registro, variabilidad diagnóstica, escasa validación de códigos administrativos y la persistente clasificación errónea de la ETV como causa secundaria de muerte— han impedido generar datos globales consistentes. Behnood Bikdeli y colaboradores abordan este vacío y plantean la necesidad de actualizar la visión global de la ETV, reconociéndola como una condición cardiovascular mayor cuya carga real continúa invisibilizada.
Consecuencias clínicas y carga asociada
El impacto clínico de la ETV es sustancial. El TEP puede provocar insuficiencia del ventrículo derecho, shock, insuficiencia respiratoria y muerte súbita. Una quinta parte de los sobrevivientes presenta disnea persistente y limitación funcional, cuadro conocido como síndrome post-TEP. Entre un 2% y 3% desarrolla hipertensión pulmonar tromboembólica crónica. Por su parte, la TVP conlleva riesgos agudos relevantes, incluyendo TEP o flegmasia, que puede amenazar la extremidad y la vida. El síndrome postrombótico —una forma secundaria de insuficiencia venosa caracterizada por lipodermatoesclerosis, dolor y limitación funcional— afecta entre el 20% y el 50% de los pacientes con TVP. La recurrencia agrava aún más la carga de la enfermedad.
Un cambio epidemiológico en evolución
Durante las últimas dos décadas, la epidemiología y el manejo de la ETV han cambiado de forma sustancial. Los factores de riesgo persistentes —cáncer, enfermedad cardiovascular, obesidad y envejecimiento— son cada vez más prevalentes. Los circuitos diagnósticos se han optimizado mediante reglas de predicción clínica, biomarcadores y angiotomografía pulmonar. La anticoagulación oral evolucionó del uso predominante de warfarina hacia los anticoagulantes orales directos, mientras que las terapias endovasculares, como la fibrinólisis dirigida por catéter, la trombectomía mecánica y el soporte circulatorio mecánico, están hoy más disponibles. Las sociedades científicas han incorporado estas herramientas en sus guías contemporáneas.
La ausencia de estimaciones globales confiables
A pesar de estos avances, sigue faltando una comprensión sólida y global sobre la incidencia, los desenlaces y el impacto sanitario de la ETV. El estudio Global Burden of Disease (GBD) ha generado información clave sobre múltiples enfermedades no transmisibles —como cardiopatía isquémica y accidente cerebrovascular—, pero la ETV no ha sido incluida. En gran parte, esto se debe a que históricamente los códigos correspondientes a ETV fueron clasificados como “códigos basura”, considerándola una causa secundaria y no una causa subyacente de muerte. Esta clasificación es inexacta: muchos eventos de ETV son no provocados y representan la causa principal de muerte; incluso en presencia de comorbilidades como cáncer, la ETV puede ser la causa directa de fallecimiento; además, sus secuelas crónicas justifican su atribución independiente; y la anticoagulación utilizada en su tratamiento conlleva riesgo de sangrado. Resulta paradójico que otras condiciones con desafíos similares de codificación —como hipertensión o insuficiencia cardíaca— sí hayan sido analizadas exhaustivamente por el GBD.
Desafíos actuales para obtener estimaciones precisas
Persisten múltiples obstáculos para generar estimaciones confiables de la carga de la ETV: falta de conciencia de su relevancia entre profesionales de la salud, población general y responsables de políticas; ausencia de registros nacionales; acceso limitado a métodos diagnósticos y de imagen en países de ingresos bajos y medios; dependencia de bases administrativas con códigos sin validar; variabilidad en las definiciones de desenlaces; e inconsistencias en las prácticas de codificación. La validación deficiente de los códigos de ETV —especialmente los correspondientes a TEP— constituye un desafío mayor en comparación con otras condiciones cardiovasculares.
Propuestas para avanzar
Superar estas brechas requiere un esfuerzo global coordinado. Un primer paso es desarrollar una síntesis rigurosa de la evidencia existente, como la emprendida por el Global Burden of VTE Working Group. Además, se deben fortalecer los sistemas de datos en regiones con escasa información —especialmente África, América Latina y Asia—, validar códigos ICD asociándolos a estudios confirmatorios de imagen o terapias específicas, armonizar definiciones y realizar análisis basados en registros poblacionales representativos. En entornos con mayor infraestructura, herramientas digitales y algoritmos validados basados en modelos de lenguaje pueden contribuir a mejorar la identificación de casos.
Conclusión
La carga global real de la ETV requiere atención urgente. Aunque no existen estimaciones contemporáneas precisas, datos previos sugieren que solo en Estados Unidos se producen anualmente entre 600.000 y 650.000 nuevos casos de TVP, entre 400.000 y 500.000 casos de TEP y entre 40.000 y 100.000 muertes relacionadas. Contar con estimaciones precisas permitirá orientar recursos hacia la prevención en poblaciones de alto riesgo y mejorar el manejo en regiones con resultados inexplicablemente adversos. La inacción frente a este problema solo perpetuará la mortalidad y morbilidad asociadas a esta condición cardiovascular común.
