El shock cardiogénico es una complicación potencialmente fatal que afecta hasta al 10% de los pacientes con infarto agudo de miocardio (IAM), manteniendo una alta mortalidad temprana. Para mejorar el pronóstico de estos pacientes, se han desarrollado diversos dispositivos temporales de soporte circulatorio mecánico (SCM), tales como el balón de contrapulsación intraaórtico (BCI), la oxigenación por membrana extracorpórea veno-arterial (VA-ECMO) y los dispositivos de asistencia ventricular percutánea (pVAD). Estos dispositivos tienen como objetivo mejorar la perfusión y la función cardíaca, con la intención de estabilizar al paciente y reducir la mortalidad. No obstante, la eficacia clínica de estas tecnologías sigue siendo motivo de debate debido a la falta de evidencia sólida que demuestre una mejora significativa en la supervivencia temprana, especialmente en el contexto de la revascularización precoz, que hasta ahora es la única intervención con impacto comprobado sobre la mortalidad. Además, el uso de estos dispositivos conlleva riesgos significativos, como daño vascular, hemorragias mayores, accidentes cerebrovasculares e infecciones, así como considerables implicancias económicas.
A pesar de estas incertidumbres, el empleo de SCM ha aumentado notablemente en la práctica clínica durante las últimas décadas, particularmente en países occidentales. Por ello, resulta fundamental realizar una evaluación sistemática y comparativa actualizada que permita clarificar el verdadero beneficio y los riesgos asociados a estos dispositivos, a fin de guiar la priorización de futuras investigaciones y su aplicación clínica.
En este contexto, Zaran Butt y cols. llevaron a cabo una revisión sistemática y un metaanálisis de ensayos que evaluaron el uso de SCM en adultos con IAM-SC. Para ello, se realizaron búsquedas exhaustivas en bases de datos como Medline, EMBASE, CENTRAL, Web of Science y Scopus desde sus inicios hasta mayo de 2024.
El resultado primario analizado fue la mortalidad temprana por todas las causas, definida como la muerte ocurrida dentro de los 30 días o durante la hospitalización.
Los resultados de seguridad preespecificados incluyeron el inicio de terapia renal sustitutiva urgente, isquemia aguda de extremidades, accidente cerebrovascular, duración de la estancia hospitalaria, hemorragia mayor y complicaciones vasculares mayores, definidos conforme a las especificaciones de los autores.
Se incluyeron un total de catorce ensayos que aleatorizaron a 1.858 pacientes, distribuidos en tres grupos: BCI versus terapia médica (cuatro ensayos, n = 748), VA-ECMO versus no uso de VA-ECMO (cuatro ensayos, n = 568) y pVAD versus no uso de pVAD (seis ensayos, n = 542).
La edad promedio de los participantes osciló entre 53 y 70 años, predominando los hombres en todos los estudios.
En el análisis comparativo, ninguno de los dispositivos de SCM mostró un impacto estadísticamente significativo sobre la mortalidad temprana frente a la terapia médica inicial.
El BCI presentó un efecto estimado del 13% menor (OR 0.87, IC 95% 0.66–1.15), el VA-ECMO del 9% menor (OR 0.91, IC 95% 0.65–1.27) y el pVAD del 20% menor (OR 0.80, IC 95% 0.56–1.14), con resultados homogéneos entre estudios (P = 0.76).
Por otro lado, el uso de VA-ECMO (OR 2.81, IC95% 1.68–4.71) y pVAD (OR 5.13, IC95%: 1.87-14.04) se asoció con un aumento significativo en la incidencia de sangrados mayores. Asimismo, se observaron mayores tasas de accidente cerebrovascular y sepsis con el uso de pVAD.
La necesidad de diálisis urgente aumentó significativamente con pVAD (tres ensayos, OR 1.82, IC 95% 1.23–2.68, P = 0.003; número necesario a perjudicar [NNH] = 7), al igual que la incidencia de isquemia aguda de extremidades (dos ensayos, OR 6.97, IC 95% 1.79–27.12, P = 0.005; NNH = 13).
En contraste, no se identificaron preocupaciones significativas de seguridad asociadas al balón de contrapulsación intraaórtico.
¿Qué nos deja este metaanálisis?
El beneficio en mortalidad de los dispositivos de SCM en IAM-SC sigue siendo incierto.
El uso de estos dispositivos puede estar asociado con riesgos aumentados, incluyendo sangrado mayor, accidente cerebrovascular y sepsis. La evidencia actual no respalda el uso rutinario de dispositivos de SCM en el manejo del IAM-SC.