El ser humano es activo por naturaleza y permaneció deambulando en gran parte de su historia evolutiva. Su transformación a sedentario ocurrió hace apenas 10.000 años cuando se hicieron agricultores; como un contrasentido, apenas le ha tomado al humano menos de una centuria para transformarse en un ser cómodo, gracias a la tecnología, con tan poca actividad física que acumula grandes reservas de energía, dando origen a una serie de alteraciones cardiometabólicas con un impacto significativo sobre la salud desde temprana edad. (1,2)
El término “sedentario” proviene del latín, que significa el que está sentado o trabaja sentado. Por extensión se ha venido utilizando como sinónimo de “inactividad física”, para referirse a las personas que no realizan suficiente actividad física.
Su definición más aceptada es la consensuada, emitida por la Red de Investigación en Conducta Sedentaria (SBRN por sus siglas en inglés) y la establece como “Cualquier actitud en vigilia caracterizada por un gasto de energía <1,5 MET, mientras la persona se encuentra sentada, reclinada o tumbada”. (3)
En cuanto a los términos es recomendable utilizar “conducta sedentaria” en lugar de sedentarismo ya que no es simplemente una menor actividad física, sino que incluye un conjunto de actitudes individuales en los que el hecho de estar sentado y/o tumbado pasa a ser la forma postural predominante, al mismo tiempo que conlleva un gasto energético muy reducido acompañado de otras costumbres no saludables como mayor ingesta calórica y/o tabaquismo e incluso alcohólica.
En los últimos años, el sedentarismo se ha transformado en un serio problema de salud pública, especialmente en los escolares y adolescentes, que se agrava con la llegada de nuevos inventos tecnológicos, con el afán de facilitar o distraer la vida de las personas, sin percatarse que la humanidad se está volviendo cada vez menos móvil, ya que para trabajar, divertirse, comprar, o hacer las tareas de la casa, no se exige un mayor grado de movimiento como medio siglo atrás, lo que conlleva a reducir la actividad muscular y a la poca o nula actividad física. (1,2,4)
Sedentarismo en el contexto de la salud en general
Vista la dimensión del problema, la Organización Mundial de la Salud (OMS) cataloga al sedentarismo como un cuarto factor de riesgo en lo que respecta a la mortalidad mundial (6% de las muertes registradas en todo el mundo), y responsable como causa en:(5)
- 6% de la enfermedad arterial coronaria (EAC).
- 7% de la diabetes mellitus tipo 2 (DM2).
- 10% del cáncer de mama.
- 10% del cáncer de colon.
- 9% de la mortalidad prematura, es decir, más de 5,3 millones de muertes causadas en el año 2008.
A nivel mundial, el problema del sedentarismo alcanza dimensiones alarmantes y en ascenso: (6-9)
- El riesgo de muerte por cualquier causa es más elevado en los adultos cuya actividad física es insuficiente en comparación a los que practican, al menos, 150 minutos de ejercicio por semana o su equivalente.
- El 23% de los adultos de 18 años o más no son lo suficientemente activos. Las mujeres menos activas que los hombres y las personas mayores lo eran menos que los jóvenes.
- En el año 2014, a nivel mundial, el 81% de los adolescentes de 11 a 17 años no practicaban actividad física suficiente, siendo las hembras menos activas que los varones. (7-9)
- Otro informe de la OMS del año 2019, concluye que más del 80% de los adolescentes en edad escolar de todo el mundo, no llegan al nivel mínimo recomendado de una hora de actividad física al día. (7)
Los datos disponibles para Latinoamérica en la publicación de Guthold y colaboradores (6) mostraron un porcentaje elevado de insuficiente actividad física para la región del 39,1%, distribuido en 43,7% para las mujeres y 34,3% para los hombres, con un grupo de países con menor prevalencia (Chile y Uruguay) y las más altas en Brasil, Colombia y Argentina (47,0%, 44,0% y 41,6%, respectivamente), siendo estas cifras más elevadas en las mujeres que en los hombres.
Sedentarismo como factor de riesgo cardiovascular
A pesar de la ausencia de evidencias concretas se acepta que la alteración central en el sedentarismo es la resistencia a la insulina, y a partir de ella se generan una serie de modificaciones negativas en los mecanismos que tienen responsabilidad sobre el equilibrio metabólico en los hidratos de carbono y lípidos. Pero, además, esta resistencia a la insulina también condiciona cambios que tienen mucha relación con el sistema cardiovascular, como es el tono simpático (vasoconstricción, aumento en la frecuencia cardíaca), promoción de un ambiente inflamatorio y oxidativo, con lo que se acelera el daño arterial expresado por la aterosclerosis con una menor capacidad cardiorrespiratoria y funcional (10-12)(Figura 1).
Figura 1. Resistencia a la insulina, la clave en las consecuencias del sedentarismo
Como es fácil deducir, el estado de salud en el sujeto sedentario está muy comprometido con mayor riesgo de padecer afecciones cardiometabólicas, como la enfermedad cardiovascular aterosclerótica (ECVA), obesidad, diabetes tipo 2 o el hígado graso no alcohólico (HGNA), teniendo en cuenta que estas alteraciones progresan sin cesar en la mayoría de los casos configurando un continuo cardiometabólico que se inicia con los factores de riesgo y termina con la muerte. (11)
La solución, aunque parezca simple, no lo es ya que por ser una conducta adquirida la erradicación o modificación drástica en los hábitos sedentarios con más actividad física y mejor alimentación no siempre se cumple con diligencia y apego por causas inherentes al desconocimiento de las implicaciones cardiometabólicas por parte del médico y a la poca importancia del paciente al no considerarla como una enfermedad. Por tal razón, la información impartida por el médico y la habilidad para hacer las recomendaciones más amigables y fáciles de entender son un factor clave en la recuperación cardiometabólica de estos pacientes.
Las consecuencias clínicas del sedentarismo son variables, sistémicas y conexas entre sí, resumidas a continuación (4,5,12-21):
- Metabólicas: Obesidad, disminución de la sensibilidad a la insulina e hiperinsulinemia, DM2, dislipidemia, síndrome metabólico, hiperuricemia.
- Enfermedad cardiovascular: aterosclerosis, enfermedad coronaria, angina inestable, infarto del miocardio, insuficiencia cardíaca, ictus, claudicación intermitente, trombosis e hipertensión arterial.
- Función vascular: Mayor tono vascular por la hiperactividad del sistema nervioso simpático, frecuencia cardíaca en reposo elevada, disfunción endotelial e incremento en la rigidez arterial.
- Pulmonares: Asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), menor capacidad ventilatoria.
- Aspectos neurobiológicos: Disfunción intelectual, demencia, depresión, trastorno del ánimo y ansiedad, enfermedad de Alzheimer particularmente en los ancianos.
- Trastornos musculares. Si no existe el estímulo del ejercicio, la fibra muscular se va perdiendo con lo cual ocurre menoscabo de la fuerza muscular, de la resistencia a la fatiga, equilibrio y caídas con la consecuente fractura. A la luz de los conocimientos actuales, la masa muscular es un gran órgano endocrino que produce una serie de hormonas, tiene roles fundamentales en el metabolismo de la glucosa y de los lípidos, y favorece al sistema inmune. La sarcopenia cursa con su característica reducción de la masa muscular y el área transversal de las fibras, infiltración del músculo por grasa y tejido conectivo, disminución del tamaño y número de fibras musculares tipo 1 y 2, disfunción mitocondrial, proliferación del retículo sarcoplásmico y disfunción de las células progenitoras y esta degeneración implica una menor fortaleza muscular, coordinación y capacidad funcional que conlleva a limitaciones en las actividades cotidianas.
- Mayor fragilidad física, especialmente en el adulto mayor.
- Calidad de vida: Disminución del bienestar psicológico, fragilidad psicológica, capacidad para realizar las actividades cotidianas e interacciones sociales, restricción funcional e irregularidades en el sueño.
- Estreñimiento y cambios desfavorables en la microbiota intestinal.
- Mayor riesgo de cáncer y de mortalidad por cáncer.
- Esperanza de vida más corta con riesgo de muerte prematura.
- Mayor riesgo de problemas de fertilidad.
En la tabla 1 se listan algunas actividades catalogadas como sedentarias en virtud del gasto mínimo de energía. Es conveniente tener en mente tales ocupaciones, para evitar la condición sedentaria en el núcleo familiar o social.
Hogar | Trabajo/escuela | Transporte | Distracciones |
Ver TV, sentado o reclinado | Trabajo en computadora | Manejando o de pasajero en un vehículo automotor | Tocar un instrumento musical |
Hablar por teléfono | Sentado | Artes y manualidades | |
Escuchar música | Escribir | Tejer/coser | |
Comer | Hablar por teléfono | Meditación | |
Ducharse | Sentado en clase | Juego de cartas o tableros | |
Leer | Leer | Ver un evento deportivo | |
Atender una clase o conferencia | Asistir a un servicio religioso |
Como puede deducirse, la mayoría de las actividades cotidianas del humano de hoy encajan perfectamente en la tabla anterior, lo cual nos advierte del largo tiempo invertido en actividades sedentarias con bajo gasto metabólico. Sin embargo, vale la pena destacar que en la lista no figura ninguna de las actividades de limpieza hogareña como barrer, trapear, lavar, etc., las cuales representan cierto gasto de energía y de actividad muscular, aunque todavía no está claro si son lo suficiente como para cumplir con las recomendaciones establecidas.
El “efecto silla” y sus repercusiones sobre la salud.
Como tal se define el tiempo que permanecemos sentados durante el día y/o noche, bien sea en el trabajo, en labores del hogar o reuniones sociales, lo cual puede llegar hasta la mitad del día permaneciendo sentado. Esta situación se ha reconocido como una condición favorecedora para las afecciones cardiometabólicas con una relación dosis-respuesta, debido a las anormalidades funcionales que suceden, donde destaca la resistencia a la insulina y una mayor repercusión negativa sobre el sistema músculo-esquelético (4,22).
Como tributo a la modernidad, la silla se ha transformado en un mueble donde pasamos buena parte de nuestra vida, bien sea trabajando, charlando o distrayéndonos, todo lo cual ha producido cambios profundos en el desarrollo muscular con menoscabo en la capacidad para ejecutar ciertas tareas y una progresión más rápida a trastornos cardiometabólicos y óseos. Para quienes hacen trabajo de oficina es recomendable levantarse de la silla cada hora y deambular por, lo menos, 5 minutos.
Los estudios sobre el «efecto silla» han demostrado que (23):
- Más del 60% de las personas en todo el mundo pasa sentado más de tres horas al día (la media en los adultos es de 4,7 horas/día).
- Dicho tiempo es el responsable del 3,8% de la mortalidad (aproximadamente 433.000 muertes/año).
- Reducir dicho tiempo a la mitad se traduciría en evitar cerca de 10.000 muertes cada año.
Impacto del sedentarismo en niños y adolescentes. Fomentar hábitos saludables desde la niñez es fundamental para incorporarlos como conducta de vida, y ayuden a prevenir o disminuir el riesgo de padecer ciertas enfermedades cuando adulto. Es la infancia temprana, durante la cual hay un rápido crecimiento y desarrollo cognitivo, el período en el que se forman los hábitos de los niños, las rutinas familiares están más abiertas a los cambios y son más adaptables.
La preocupación de las entidades científicas radica en que el sedentarismo en la infancia significa una elevada predisposición a la obesidad y, por ende, a la DM2 en la adultez; y en este proceso, los tiempos de pantalla (llámese ordenador, televisión, consola de juego…) desempeñan un rol causal de primera magnitud.
Las investigaciones en niños entre 8 a 12 años con costumbres sedentarias, en comparación con los menos sedentarios, han revelado (18,19) (Figura 2):
- Mayor peso por obesidad.
- Menos desarrollo y tono muscular con menoscabo en la capacidad cardiorrespiratoria.
- Presión arterial sistólica y diastólica ligeramente elevada.
- Mayor frecuencia de resistencia a la insulina, una condición favorecedora para la aparición de DM2.
- Concentraciones más bajas del colesterol unido a las lipoproteínas de alta densidad (C-HDL y más altas del colesterol unido a las lipoproteínas de baja densidad, C-LDL), y triglicéridos.
- Mayor tendencia a la depresión en la juventud, trastornos emocionales y/o de conducta.
- Tendencia a mantenerse aislados con poca participación social.
Figura 2. Repercusión del sedentarismo en niños y adolescentes
A los responsables del grupo familiar les corresponde motivar y ayudar a los menores a ser más dinámicos, y reducir o dejar de lado las actividades que promuevan el sedentarismo, disminuyendo el tiempo de pantalla o estableciendo límites razonables, pues una infancia activa será más beneficiosa para la salud cardiometabólica y mental en la edad adulta.
Conclusiones
La aparición del sedentarismo se puede relacionar con los estilos de vida de la sociedad actual, los cuales implican una menor necesidad de movimiento y de ejercicio físico, iniciándose en la infancia, desarrollándose en la adolescencia y teniendo su nivel más crítico en la edad adulta, favoreciendo el deterioro de la salud.
Además, numerosas investigaciones demuestran que la conducta sedentaria se está convirtiéndose en la más usual de la edad infantil, de la adolescencia y en los mayores de 70 años. Asimismo, constatan la relación entre un estilo de vida sedentario y diversas afecciones en estos grupos etarios (4-6,15-17).
El principal problema de salud que ocasiona el sedentarismo está relacionado a factores de riesgo cardiometabólicos, y de ellos se derivan otros muchos que impactan sobre otros sistemas como el área músculo esquelética y la integridad de la salud mental.
Referencias