Dado que el impacto potencial de las estatinas en el deterioro cognitivo y la demencia sigue siendo objeto de debate, Elena Olmastroni y cols. realizaron un metaanálisis de estudios observacionales con el objetivo de evaluar el efecto del uso de las estatinas en el riesgo de enfermedad de Alzheimer (EA) y demencia. Para ello, realizaron búsquedas en PubMed, Cochrane y EMBASE desde su inicio hasta enero de 2021.
Se incluyeron 46 estudios observacionales (38 estudios de cohorte y 8 estudios caso-control).
Globalmente, 36 estudios observacionales con 5.738.737 pacientes fueron incluidos en el análisis del riesgo de demencia. En esta población, el uso de estatinas se asoció a una reducción significativa del 20% en el riesgo de demencia (OR 0,80; IC 0,75-0,86).
Por su parte, para el análisis de riesgo de EA, se incluyeron 21 estudio con 1.188.377 participantes, observándose una reducción significativa del 32% en el riesgo de EA entre los pacientes que tomaban estatinas (OR 0,68; IC 0,56-0,81).
El análisis por subgrupos de pacientes de 75 años o más confirmaron esta reducción del riesgo asociada a las estatinas observándose una reducción del 18% en el riesgo de demencia (OR 0.82; IC 95%: 0.872-0.93) y del 27% en el riesgo de EA (OR 0.73; IC 95%: 0.54-0.98).
En el análisis estratificado por sexo, hombres y mujeres mostraron similar reducción en el riesgo de demencia (OR 0,86; IC95%: 0,81-0,92).
Se observaron riesgos similares para las estatinas lipofílicas y las hidrófilas tanto para la demencia como para la EA, mientras que las estatinas de alta potencia mostraron una reducción del 20% del riesgo de demencia en comparación con una reducción del riesgo del 16% asociada a las estatinas de baja potencia, lo que sugiere una mayor eficacia de las primeras, aunque la heterogeneidad entre las estimaciones tuvo una significación estadística límite (p = 0,05).
¿Qué podemos recordar?
Estos resultados confirman la ausencia de un riesgo neurocognitivo asociado al tratamiento con estatinas y sugieren un potencial papel favorable.
Los autores resaltan que son necesarios ensayos clínicos aleatorizados con un diseño ad hoc para explorar este potencial efecto neuroprotector.