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Impacto de las Dietas Vegana y Mediterránea en los Factores de Riesgo Cardiometabólicos
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Impacto de las Dietas Vegana y Mediterránea en los Factores de Riesgo Cardiometabólicos

Elena Sgarbossa
  • Este estudio aleatorizado y cross-over de 36-semanas mostró que una dieta a base de plantas baja en grasas conlleva al adelgazamiento y una reducción de la grasa total y visceral, aumentó la sensibilidad a la insulina y mejoró el perfil lipídico, en comparación con una dieta mediterránea.

El sobrepeso y la enfermedad cardiovascular (ECV) son muy prevalentes en todo el mundo. Las dietas mediterránea y vegana se han estudiado por sus efectos en el sobrepeso y en el riesgo cardiometabólico. La dieta mediterránea incluye abundantes alimentos vegetales, teniendo al aceite de oliva como principal fuente de grasas, e incluye bajas a moderadas cantidades de carne, lácteos, huevos y vino. 

En el estudio PREDIMED (Prevención con Dieta Mediterránea) en 7,447 individuos con alto riesgo cardiovascular, el riesgo de un evento cardiovascular mayor se redujo en aproximadamente 30% en el grupo asignado a una dieta mediterránea suplementado, ya fuera con aceite de oliva extra-virgen o con frutos secos (nuts), comparado con el grupo control. Por contraparte, el efecto de esta dieta en el sobrepeso es menos claro. El presente estudio enroló 62 participantes adultos con un índice de masa corporal (IMC) entre 28 y 40 kg/m2

Los participantes fueron asignados aleatoriamente a seguir una dieta mediterránea o una dieta vegana por 16 semanas. Así, la dieta mediterránea siguió el protocolo de PREDIMED. A los participantes se les indicó consumir ≥2 porciones diarias de vegetales, ≥2-3 porciones diarias de fruta fresca, ≥3 porciones semanales de legumbres, ≥3 porciones semanales de pescado o mariscos, y ≥3 porciones semanales de frutas secas o semillas. Además, se les indicó seleccionar carnes blancas (sin grasa visible). Se les solicitó que limitaran o eliminaran crema, manteca, margarina, carnes procesadas, bebidas endulzadas, productos de pastelería, y snacks procesados. Frutas secas, huevos, pescado y mariscos, queso magro, chocolate (con ≥50% de cocoa) y cereales integrales podían consumirse a voluntad, mientras que el jamón curado, carne roja y quesos grasos se limitaron a ≤1 porción semanal. Se instó a los participantes a usar aceite de oliva extra-virgen en lugar de otras grasas en la preparación de comidas, con 50 g diarios como parte de su ingesta regular de comida (no adicionales). 

La dieta vegana baja en grasas (∼75% de la energía de carbohidratos, 15% de proteína, y 10% de grasa) consistió en vegetales, cereales, legumbres, y frutas. A los participantes se les pidió evitar los productos animales y las grasas agregadas. No se proveyeron comidas. Durante la fase vegana del estudio se suplementó vitamina B12 (500 μg/día). No se establecieron límites a la ingesta calórica en ninguna de las dietas. A los participantes se les pidió no alterar sus hábitos de ejercicio ni medicación, y se les impartieron clases semanales con información sobre sus dietas. Al comenzar el estudio y a la semana 16, los participantes hicieron una lista de todo lo consumido durante 3 días. Luego de 16 semanas en una de las dietas, los participantes debían retomar sus hábitos habituales de alimentación por cuatro semanas, y luego comenzar con la dieta opuesta por otras 16 semanas, asistiendo a las clases ofrecidas. 

Este estudio aleatorizado y cross-over de 36-semanas mostró que una dieta a base de plantas baja en grasas conlleva al adelgazamiento y una reducción de la grasa total y visceral, aumentó la sensibilidad a la insulina y mejoró el perfil lipídico, en comparación con una dieta mediterránea.

Según los diarios de comidas de los participantes, la ingesta calórica se redujo en la dieta vegana en 500 kcal/día (p<0.001) pero no cambió significativamente con la dieta mediterránea. El porcentaje de calorías proveniente de las grasas se redujo con la dieta vegana (p < 0.001) pero aumentó con la mediterránea, debido especialmente al aumento de grasas monoinsaturadas. El porcentaje de calorías proveniente de los carbohidratos aumentó con la dieta vegana (p<0.001) y se redujo con la mediterránea (p<0.001). El consumo de fibra aumentó con ambas dietas, pero más con la vegana (p<0.001). 

Estadísticamente, el efecto del tratamiento fue significativamente elevado para todos los factores alimentarios examinados, excepto para el consumo de alcohol, peso y composición corporal. Durante las 16 semanas iniciales, el cambio medio de peso fue −1,5 (-2,9 a +0,02) kg en la dieta mediterránea, y −7,9 (-9,3 a −6,5) kg en la dieta vegana, respectivamente. En la segunda fase del estudio, el cambio medio de peso fue +1,4 (+0,4 a +2,3) kg en la dieta mediterránea y−4,0 (-5.6 a −2,4) kg en la dieta vegana. De las 52 personas que completaron el estudio, 26 adelgazaron al seguir la dieta mediterránea, y 48 al seguir la dieta vegana. Con la dieta vegana disminuyó la resistencia a la insulina, mientras la sensibilidad aumentó. No hubo dichos cambios con la dieta mediterránea. El colesterol total y LDL se redujeron con ambas dietas, con mayor reducción durante la fase vegana. Hubo una leve reducción de la presión sistólica y diastólica con ambas dietas. 

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Considerando todo el período duración del estudio de 36-semanas, la dieta vegana baja en grasas condujo a mayor adelgazamiento (6.0 kg) y pérdida de grasa (3.4 kg) y de grasa visceral (315 cm3), y a reducción en concentraciones plasmáticas de lípidos comparado con la dieta mediterránea, mientras que la presión arterial se redujo más con la dieta mediterránea. Es importante notar que a pesar de que ninguna de las dietas restringió calorías, su consumo fue menor durante la fase vegana.

Este estudio confirma los hallazgos de los estudios Lyon y PREDIMED, sugiriendo que la dieta mediterránea no es efectiva para adelgazar, mientras que el significativo adelgazamiento con la dieta vegana confirma los hallazgos de estudios previos. El adelgazamiento ocurriría por dos mecanismos. Primero, una reducción de la ingesta de grasa y un aumento de la ingesta de fibra llevarían a reducir la densidad de energía consumida, a pesar de que la dieta es ad libitum, como la dieta mediterránea. Segundo, la dieta vegana baja en grasas aumenta el gasto energético postprandial. El efecto térmico de la comidaes decir, el aumento del gasto energético involucrado en procesar y almacenar comida -es aproximadamente un 10% del gasto energético total. 

En este estudio, la reducción del colesterol LDL fue significativamente mayor con la dieta vegana. Esto refleja el hecho de que, aun cuando con la dieta mediterránea se redujo el consumo de grasas saturadas, dicho consumo se redujo aún más con la dieta vegana, junto a la eliminación del consumo de colesterol. La presión sistólica disminuyó más con la dieta mediterránea, lo cual es atribuible a su alto contenido de grasas monoinsaturadas y vitamina E, y a la capacidad antioxidante del aceite de oliva virgen. La reducción en la presión con la dieta vegana quizás se deba a reducciones de viscosidad sanguínea y peso corporal y a su elevado contenido de potasio.

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