La rápida modernización y urbanización están generando grandes cambios en las dietas, lo que se conoce como transición nutricional, y se reconocen como factores clave que contribuyen a las enfermedades no transmisibles, incluida la insuficiencia cardiaca (IC).
Detrás de esta transición se encuentra el cambio en los entornos alimentarios, que promueven un estilo de vida cómodo con comidas listas para consumir (del inglés, ready to eat) en contraste con la comida tradicional preparada en casa.
Además, existe una creciente evidencia que demuestra que el entorno alimentario del vecindario puede influir en los comportamientos alimentarios y los patrones dietéticos de una persona.
Qiaochu Xue y cols. utilizaron los datos del Biobanco del Reino Unido con el propósito de evaluar, en una cohorte prospectiva de gran tamaño, la asociación entre los entornos alimentarios y la IC incidente.
Los autores midieron individualmente la exposición a entornos de comida lista para consumir, que incluían bares o pubs, restaurantes o cafeterías, y establecimientos de comida rápida, tanto en términos de proximidad como de densidad.
Se incluyeron 478.598 participantes con una edad media de 56±8 años, siendo el 54% mujeres.
Dentro de 1 km de distancia de las calles de residencia de los participantes, las densidades medias de pubs y bares, restaurantes y cafeterías, establecimientos de comida rápida y entornos globales de comida preparada fueron de 1.29, 1, 0, y 3.57 unidades/km2, respectivamente. Mientras que las distancias medias a estos entornos alimentarios fueron de 692 m para los pubs y bares, 820 m a los restaurantes y cafeterías y 1135 m a establecimientos de comida rápida.
El 20% de los participantes incluidos en el análisis estaban expuestos a la categoría de mayor densidad de entornos alimentarios de comida lista para consumir.
Se documentaron un total de 12.956 casos de IC incidente, durante una mediana de seguimiento de 12.23 años.
La mayor proximidad y densidad de los entornos alimentarios listos para el consumo, en particular los pubs y bares y los establecimientos de comida rápida, se asociaron con un mayor riesgo de padecer IC.
Los participantes residentes en lugares dentro de la categoría de distancia más cercana de los entornos de comida lista para consumir (< 500 m) tenían un riesgo mayor de IC (pubs y bares: HR a 1.13, IC95%: 1.05-1.22, p=0.0007; para establecimientos de comida rápida: HRa 1.10, IC95%: 1.04-1.16, p=0.0017 que los de la categoría de referencia con la distancia más lejana (≥ 2000 m).
En comparación con los que no estaban expuestos a entornos compuestos de comida preparada, los participantes en la categoría de mayor densidad tenían un 16% más de riesgo de IC.
Además, se hallaron interacciones significativas de los entornos alimentarios con el nivel de educación, urbanidad y la densidad de instalaciones de actividad física en el riesgo de IC.
El riesgo de IC asociado a los entornos alimentarios listos para el consumo fue mayor entre los participantes con bajo nivel educativo, que vivían en zonas urbanas y sin instalaciones de actividad física cercanas.
¿Qué podemos recordar?
La exposición a entornos alimentarios de comida lista para el consumo, se asocia a un mayor riesgo de padecer IC, lo que sugiere la importancia potencial de minimizar los entornos alimentarios desfavorables en la prevención de la IC.
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