Las lesiones severamente calcificadas representan un desafío significativo para su tratamiento percutáneo.
Hoy en día, se dispone de varias herramientas para tratar estas lesiones, entre las cuales se encuentran la angioplastia con balones convencionales, balones no complacientes, cutting balloons, aterectomía orbital y rotacional, y la litotricia.
Sin embargo, la elección del método óptimo aún genera debate en la comunidad médica.
En este contexto, se llevó a cabo el estudio ECLIPSE, un ensayo multicéntrico y aleatorizado, cuyo objetivo fue evaluar comparativamente la seguridad y eficacia de la aterectomía orbital frente a la angioplastia con balón covencional en pacientes con lesiones severamente calcificadas.
Durante el segundo día del Congreso TCT 2024, se presentaron los resultados de este estudio, que incluyó a 2.005 pacientes con 2.492 lesiones coronarias severamente calcificadas.
Estas lesiones fueron consideradas accesibles para el tratamiento con balón por los operadores en 104 centros de los Estados Unidos, entre marzo de 2017 y abril de 2023.
La edad promedio de los pacientes fue de 70 años, con un 27% de mujeres, un 44% tenía diabetes y un 24% enfermedad renal crónica.
El 97.1% de las lesiones cumplían con los criterios de calcificación severa. El diámetro de referencia promedio del vaso fue de 3 mm y la longitud promedio de la lesión fue de 28.7 mm.
Luego del cruce exitoso de la guía, 1.008 pacientes fueron asignados aleatoriamente a una estrategia con aterectomía orbital y 997 con angioplastia con balón convencional seguido del implante y optimización de un stent liberador de fármacos (SLF) de segunda generación.
En 62% de los casos de ambos grupos se usó imagenes intravasculares.
El éxito del procedimiento fue similar en ambos grupos, alrededor del 86%.
Los resultados mostraron que la aterectomía orbital utilizó un mayor volumen de contraste (media de 179.4 vs 160.0 mL) y presento un tiempo mas prolongado de procedimiento (media de 73.2 vs 60.1 minutos; P < 0.001).
No se observaron diferencias significativas en la tasa de falla del vaso tratado (TVF, por sus siglas en ingles) al año de seguimiento entre el grupo de aterectomía orbital y el grupo de angioplastia con balón convencional (11.5% vs. 10%).
En una cohorte predefinida de 55 pacientes en quienes se realizo tomografía de coherencia óptica en 39 centros en Estados Unidos, el área mínima del stent fue similar en ambos grupos de tratamiento (7,67 ± 2,27 para aterectomía orbital frente a 7,42 ± 2,54 para angioplastia con balón, p=0.08).
Con respecto a las complicaciones, fueron bajas y similares en ambos grupos, con una mayor incidencia de slow flow en el grupo de aterectomía orbital (1.4% vs. 0.4%, p=0.03).
¿Qué podemos recordar?
El uso rutinario de aterectomía orbital no mejoró el área mínima del stent ni redujo la falla del vaso tratado al año en comparación con la angioplastia con balón convencional previa al implante de un stent liberador de fármacos en lesiones coronarias severamente calcificadas.
Durante la presentación se destacó que angioplastia con balón, con una preparación meticulosa y el uso de imagenología intravascular, puede ser una alternativa efectiva a la aterectomía orbital en el tratamiento de lesiones calcificadas.
Se debe considerar la aterectomía orbital como una tecnología de nicho para casos específicos donde la angioplastia no sea suficiente.