Los marcadores de inflamación sistémica, como la proteína C reactiva de alta sensibilidad (PCRus), se han vinculado a la aparición de eventos cardio y cerebrovasculares adversos mayores (MACCE) en pacientes sometidos a angioplastia transluminal percutánea (ATC). Sin embargo, aún no está claro si este riesgo varia en función de la presencia de condiciones de alto riesgo de sangrado (ARS).
Manish Vinayak y cols. buscaron evaluar el impacto de la inflamación sistémica, medida por los niveles de PCRus, en los resultados cardiovasculares en pacientes sometidos a ATC y estratificados por el estado de ARS.
Se incluyeron los pacientes consecutivos sometidos a ATC en el Hospital Mount Sinai, New York, entre 2012 y 2019, con niveles basales de PCRus. Se consideró PCRus elevada cuando superaba los 3 mg/L, mientras que el ARS se definió según los criterios ARC.
El punto final primario fue la ocurrencia de MACCE, definidos como muerte por todas las causas, infarto de miocardio o accidente cerebrovascular a 1 año. Los sangrados fueron evaluados como eventos secundarios.
Se incluyó un total de 15.150 pacientes sometidos a ATC, de los cuales el 40.4% cumplían los criterios de ARS.
La anemia moderada-severa fue el criterio mayor de ARS más común (presente en el 15.2% y 8.9% de los pacientes con y sin ARS, respectivamente), mientras que la edad ≥ 75 años fue el criterio menor más prevalente (20% en el grupo ARS y 17.95% en el grupo sin ARS).
Entre los 6.125 pacientes con ARS, el 34.9% presentaban niveles elevados de PCRus, en comparación con el 26% en el grupo sin ARS.
Además, los participantes con niveles elevados de PCRus eran más frecuentemente mujeres, fumadores y presentaban mayor índice de masa corporal, junto con una mayor prevalencia de comorbilidades, tales como diabetes, fibrilación auricular, enfermedad arterial periférica y enfermedad renal crónica.
En cuanto al procedimiento, los pacientes con ARS y PCRus elevada presentaron una mayor incidencia de eventos de sangrado postprocedimiento (1.5% vs. 0.9%, p=0.049) y requerimiento de transfusiones (2.6% vs. 1.8%, p=0.033). Sin embargo, no se observaron diferencias significativas en los eventos de sangrado en los pacientes sin ARS, según de los niveles de PCRus.
Se observó un aumento progresivo de las tasas brutas de MACCE en todos los grupos a 1 año de seguimiento, siendo el riesgo más bajo en los pacientes sin ARS con PCRu baja y el riesgo más alto en aquellos con ARS y PCRus alta.
El riesgo ajustado de MACCE fue sistemáticamente mayor en los pacientes con PCRus elevada, tanto en los subgrupos que tenían ARS (HR aj 1.49,IC95%: 1.18-1.87) como en los que no tenían ARS (HR aj 1.87, IC95%: 1.31-2.66), sin interacción entre el ARS y los niveles de PCRus.
Este mayor riesgo fue a expensas de la muerte por todas las causas y del IAM.
Por otro lado, aunque el riesgo de sangrado fue mayor en el grupo ARS, la PCRus no predijo la aparición de sangrado en el grupo con y sin ARS.
¿Qué podemos recordar?
La elevación de la PCRus en el momento de la ATC se asoció con un mayor riesgo de eventos isquémicos pero no hemorrágicos, independientemente del estado de ARS.
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