La prediabetes y la hiperglucemia intermedia son términos utilizados para describir un estadio en el curso de la diabetes tipo 2 entre las etapas de tolerancia normal a la glucosa y la diabetes clínicamente manifiesta. Hay dos tipos de prediabetes, a saber, el deterioro a la tolerancia a la glucosa (DTG) y la glucemia alterada en ayunas (GAA) y ambas pueden coexistir.
Según la Federación Internacional de Diabetes, para 2050, se estima que habrá 846,5 millones de personas con DTG y 647,5 millones con GAA. El número de individuos con prediabetes es clínicamente significativo porque la mayoría de los individuos pasan a través de la prediabetes antes de desarrollar diabetes tipo 2; por lo tanto, esta etapa representa una ventana de oportunidad para la intervención. Aunque la mayoría de los ensayos se han centrado en prevenir la progresión de la prediabetes a la diabetes tipo 2 se ha producido un cambio más reciente para intentar la remisión a la normoglucemia.
En la última publicación de Lancet Global Health, Davoodian y sus colaboradores presentan sus hallazgos de un análisis conjunto de estudios de cohortes sobre prediabetes como parte de la Colaboración en Obesidad, Diabetes y Enfermedades Cardiovasculares. Los autores se esforzaron en cotejar los datos individuales de 76 000 personas de 19 cohortes prospectivas de Asia (Irán y Japón), Australia, Europa (España y Suecia), América del Norte (EE.UU. y México) y Sudamérica (Venezuela).
Este análisis mancomunado de gran escala, basado en datos individuales de más de 76.000 adultos pertenecientes a poblaciones étnicamente diversas, permite no solo cuantificar con precisión las tasas de transición de la prediabetes hacia la normoglucemia o la diabetes tipo 2, sino también identificar factores pronósticos clave. A diferencia de estudios previos, que se habían enfocado en la reversión a normoglucemia o en la progresión a diabetes tipo 2 —o bien en los factores de riesgo que influyen en dichas transiciones dentro de un único grupo étnico, sin considerar la estratificación por edad o sexo—, el presente estudio evaluó de manera simultánea todas las trayectorias posibles en la evolución de la prediabetes, arrojando los siguientes hallazgos:
Se incluyeron en el análisis 76.092 participantes con una edad media de 51,1 años, de los cuales el 52,3% eran mujeres y que contaban con información disponible sobre el estado glucémico en al menos una visita de seguimiento.
El 74,7% presentaban normoglucemia y el 25,3% tenían prediabetes al inicio. La mediana de seguimiento fue de 9,8 años (RIC 5,8–12,5).
Más individuos con prediabetes volvieron a la normoglucemia que los que progresaron a diabetes tipo 2 en todas las edades, sexo y grupos étnicos y raza.
A los diez años, las personas con prediabetes tenían una probabilidad del 12,5% de progresar a diabetes tipo 2, mientras que la probabilidad de revertir a normoglucemia fue del 36,1%. Sin embargo, en el cuartil más alto de glucosa plasmática en ayunas, la probabilidad de progresión aumentó al 16,1% y la de reversión descendió al 13,4%.
La probabilidad de progresión a diabetes tipo 2 fue mayor entre los hombres que entre las mujeres y entre los adultos mayores (por encima de los 55 años) que los adultos más jóvenes (menores de 55 años).
La probabilidad de progresión a la diabetes tipo 2 fue mayor en las poblaciones latinas.
Entre los factores que redujeron de manera significativa la probabilidad de revertir de prediabetes a normoglucemia se identificaron: sobrepeso (SHR 0,88; IC 95%: 0,76–0,99), obesidad (0,66; 0,52–0,81), índice cintura-talla elevado (0,82; 0,70–0,95), índice cintura-cadera elevado (0,79; 0,68–0,91) y concentración reducida de colesterol HDL (0,72; 0,59–0,84).
Estos hallazgos muestran una creciente tasa de progresión a la diabetes tipo 2 a medida que aumenta la edad. Estudios anteriores han informado de una tendencia similar con el aumento de la incidencia de la diabetes tipo 2 con la edad avanzada. Estas tendencias se ven impulsadas por cambios de fisiopatológicos relacionados con la edad, incluyendo deficiencias en la sensibilidad a la insulina y la función de células beta, que colectivamente contribuyen a un mayor riesgo de progresión en esta población. Por lo tanto, el establecimiento de un estilo de vida saludable en los primeros años de vida, antes de que se produzcan cambios relacionados con la edad, parece ser una estrategia eficaz para prevenir la progresión de prediabetes.