Se han reportado eventos trombóticos arteriales y venosos en pacientes con COVID-19. Datos recientes sugieren que la anticoagulación puede mejorar la evolución clínica de los pacientes con COVID-19, pero la estrategia óptima no está definida aún.
Durante el segundo día del Congreso ACC.21 el Dr. Renato Lopes presentó el estudio ACTION, estudio clínico randomizado que incluyó 615 pacientes hospitalizados por COVID-19 y niveles elevados de dímero D a recibir anticoagulación vs anticoagulación en dosis profilácticas.
Los pacientes estables asignados al grupo anticoagulación recibieron rivaroxabán 20 mg/d, mientras que los pacientes inestables recibieron enoxaparina 1 mg/kg dos veces al día durante la internación. Luego todos los pacientes recibieron rivaroxabán por 30 días, independientemente de la duración de la hospitalización.
El punto final primario fue el análisis jerárquico de la mortalidad, duración de la hospitalización y la duración del uso de oxigeno a los 30 días.
No se encontraron diferencias en el punto final primario entre los pacientes que recibieron anticoagulación en rango terapéutico comparado con los pacientes que recibieron profilaxis (34.8% vs 41.3%).
Tampoco se observaron diferencias significativas en la mortalidad a 30 días (RR 1.49; IC 95%: 0.90-2.46) o en el combinado de eventos secundarios tromboembólicos (infarto de miocardio, tromboembolismo venoso, ACV y eventos mayores adversos en miembros inferiores).
Por su parte, la ocurrencia de sangrado mayor o no mayor pero clínicamente relevante fueron significativamente mas altas en los grupo de anticoagulación terapéutica (8.4% vs 2.3%, RR 3.64; IC 1.61-8.27).
¿Qué podemos recordar?
En pacientes hospitalizados por COVID-19 con niveles elevados de dímero-D, una estrategia de anticoagulación con rivaroxabán 20 mg en pacientes estables o enoxaparina para los pacientes inestables seguida de rivaroxabán por 30 días no mejoró los eventos clínicos y aumentó las tasas de sangrado comparado con un esquema de profilaxis.