Varios ensayos clínicos aleatorizados han demostrado que la cirugía de revascularización coronaria (CABG, por sus siglas en inglés) ofrece mejores resultados clínicos que la intervención coronaria percutánea (PCI) en pacientes con enfermedad de tronco coronario izquierdo (TCI) o enfermedad de tres vasos, por lo que las guías actuales recomiendan CABG siempre que no exista un riesgo quirúrgico excesivo. Sin embargo, algunos estudios han mostrado resultados comparables entre ambas estrategias, especialmente en pacientes con enfermedad de TCI.
Los avances recientes en PCI, incluyendo el uso de stents farmacológicos de segunda generación y la guía por reserva fraccional de flujo (FFR), han mejorado significativamente los resultados clínicos. No obstante, el ensayo FAME 3 no logró demostrar la no inferioridad de PCI frente a CABG en enfermedad multivaso. Más recientemente, se ha evidenciado que la PCI guiada por imagen intravascular (IVI), puede optimizar la revascularización y mejorar los resultados en lesiones coronarias complejas, como TCI o enfermedad de tres vasos.
En este contexto, Sang Yoon Lee y colaboradores presentaron en el Congreso ESC 2025 un análisis agrupado del ensayo RENOVATE-COMPLEX-PCI junto con registros institucionales de PCI y CABG, cuyo objetivo fue comparar los resultados clínicos de pacientes con enfermedad de TCI o tres vasos tratados con PCI guiada por IVI frente a CABG.
Se analizaron 6.962 pacientes con enfermedad de TCI o tres vasos, provenientes del ensayo RENOVATE-COMPLEX-PCI (1.639 pacientes) y del registro institucional del Samsung Medical Center (2.972 pacientes tratados con PCI y 6.600 con CABG). La decisión sobre el uso de dispositivos de IVI (ya sea ultrasonido intravascular [IVUS] u tomografía de coherencia óptica [OCT]) quedo a discreción del operador.
El desenlace primario fue un compuesto de muerte por cualquier causa, infarto de miocardio no fatal o accidente cerebrovascular a los 3 años.
De la población total, 848 pacientes recibieron PCI guiada por IVI, 987 recibieron PCI guiada por angiografía y 5.127 fueron sometidos a CABG. En las características basales, los pacientes tratados con PCI eran de mayor edad y presentaban con mayor frecuencia diabetes mellitus, dislipidemia y enfermedad renal crónica. Aunque la proporción de síndrome coronario crónico fue mayor en el grupo PCI, la incidencia de infarto agudo de miocardio fue similar entre los grupos.
El riesgo del desenlace primario fue significativamente mayor en los pacientes tratados con PCI en comparación con los sometidos a CABG (13,3% vs 10,8%; HR: 1,23; IC 95%: 1,05-1,44; p = 0,013).
Sin embargo, el riesgo fue comparable entre PCI guiada por IVI y CABG (8,7% vs 10,8%; HR: 0,77; IC 95%: 0,59-1,01; p = 0,058).
El análisis ajustado por propensity score confirmó resultados similares entre PCI guiada por IVI y CABG (9,5% vs 9,4%; HR: 0,98; IC 95%: 0,69-1,40; p = 0,914).
¿Qué nos deja este estudio?
Este estudio generador de hipótesis sugiere que, en pacientes con enfermedad de TCI o enfermedad coronaria multivaso, la PCI presenta un riesgo significativamente mayor de un desenlace compuesto de muerte, infarto no fatal o accidente cerebrovascular en comparación con CABG.
Sin embargo, la PCI guiada por imagen intravascular mostró un riesgo de eventos clínicos comparable al de CABG. Los autores destacan la necesidad de ensayos controlados aleatorizados adicionales para confirmar estos hallazgos.
Los resultados fueron publicados simultáneamente en JACC.