La utilización de cigarrillos electrónicos se ha visto incrementada en los últimos años. A pesar de que su uso no se recomienda como estrategia de cesación tabáquica, su impacto en términos de deterioro de la salud cardiovascular a largo plazo permanece aún no aclarado.
Muchos de los componentes aerosolizados del cigarrillo electrónico, como la nicotina, los compuestos carbonilos, partículas finas en suspensión y metales se asocian a un incremento en su potencial de toxicidad. Así, se ha demostrado que la utilización de cigarrillos electrónicos en adultos jóvenes se asocia a una inflamación exacerbada y a un incremento del estrés oxidativo; sin embargo, dos estudios de cohorte transversal no han demostrado una asociación estadísticamente significativa entre el consumo de cigarrillo electrónico con la ocurrencia de eventos cardiovasculares. Por este motivo, los estudios de diseño longitudinal son esenciales para determinar una asociación entre estas entidades.
El estudio PATH (Population Assessment of Tobacco and Health) es una cohorte nacional representativa de individuos tabaquistas a partir de datos autoreportados obtenidos durante el periodo 2013 a 2019. Los individuos fueron considerados tabaquistas si consumían >100 cigarrillos en su vida y reportaban tabaquismo activo al momento del ingreso al estudio. A su vez, eran considerados como consumidores de cigarrillos electrónicos reportando cualquier uso del mismo.
El consumo de cigarrillo electrónico incrementa de forma no estadísticamente significativa el riesgo de eventos cardiovasculares adversos, en relación al no-consumo, y se asocia a una menor riesgo cardiovascular en relación al consumo de tabaco.
Se estratificó al total de la cohorte según el tipo de tabaquismo en ‘no-tabismo activo’, ‘cigarrillo electrónico exclusivo’, ‘tabaco exclusivo’ o ‘consumo de tabaco y cigarrillo electrónico’, respectivamente. Fueron considerados como eventos adversos cardiovasculares al autoreporte de infarto de miocardio (IAM), cirugía de revascularización miocárdica (CRM), insuficiencia cardiaca (IC) o accidente cerebrovascular (ACV) durante el seguimiento. Se realizó mediante un modelo de regresión de Cox una modelación a fin de valorar la incidencia de eventos cardiovasculares adversos en relación a los diferentes subgrupos de tabaquismo.
Se incluyo para el analisis un total de 24027 individuos, dentro de los cuales el 50% eran menores de 35 años, con un 51% de sexo femenino. Los subgrupos de ‘cigarrillo electrónico exclusivo’ y ‘consumo de tabaco y cigarrillo electrónico’ fueron más jóvenes y con un mayor número de paquetes/año, en relación a los pertenecientes al grupo ‘no-tabismo activo’.
Luego del ajuste por potenciales variables confundidoras, se observó que los pacientes del subgrupo ‘cigarrillo electrónico exclusivo’ presentaron una tendencia no estadísticamente significativa a mayor ocurrencia de IAM, IC y ACV, en relación a los ‘no-tabaquismo activo’ (HR 1.35 [IC 95% 0.75-2.42]). A su vez, en relación al consumo de tabaco, el consumo de cigarrillos electrónicos se asoció a un riesgo cardiovascular 30-40% menor, mientras que los pertenecientes al subgrupo ‘consumo de tabaco y cigarrillo electrónico’ no presentaron una diferencia estadísticamente significativa en términos de eventos cardiovasculares adversos, en relación a los del subgrupo ‘tabaquismo exclusivo’ (HR 1.01 [IC 95% 0.81-1.26]).
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Médico Cardiólogo UBA-SAC - Residente de Hemodinamia y Cardiología Intervencionista en Hospital Italiano de Buenos Aires - Editor MedEcs.