Los estilos de vida modernos han adoptado una tendencia cada vez más sedentaria, donde la sedestación prolongada se ha vuelto omnipresente en la vida cotidiana.
Por primera vez, las directrices de actividad física de la Organización Mundial de la Salud de 2020 han recomendado la reducción e comportamientos sedentarios debido a sus impactos en la salud. Sin embargo, el cumplimiento de estas recomendaciones, especialmente en entornos laborales sigue siendo un desafío y carece de un respaldo adecuado por parte de la evidencia científica.
Con el propósito de cuantificar los riesgos para la salud asociados con el sedentarismo ocupacional prolongado y determinar si existe un umbral especifico de actividad física que pueda atenuarlos, Wayne Gao y cols. llevaron a cabo un estudio prospectivo de cohortes con participantes de un programa de vigilancia de la salud en Taiwán que fueron seguidos entre 1996 y 2017.
Se recopilaron datos sobre la sedentarización ocupacional, los hábitos de actividad física en el tiempo libre (AFTL) , el estilo de vida y los parámetros metabólicos.
Se analizó la mortalidad por todas las causas y por enfermedad cardiovascular en relación con 3 niveles de sedentarismo ocupacional: mayoritariamente sedentario, alternancia entre sedentarismo y no sedentarismo y mayoritariamente no sedentario.
Los niveles de actividad física se clasificaron en: inactivo ( < 5 minutos diarios), bajo (15 min diarios), intermedio (30 min/día), alto (60 min/día) y muy alto (>+ 90 min/día)
Se incluyeron 481.688 participantes con una edad media de 39.3±12.8 años, con un 53.2% de mujeres.
El 60.2% de los participantes fueron categorizados como mayoritariamente no sedentarios, 10.7% como mayoritariamente sedentario y 29.1% alternaban entre periodos de sedentarismo y no sedentarismo.
Durante el seguimiento medio de 12.85 años, se registraron 26.257 muertes, incluyendo 5.371 de causa cardiovascular. El 57.3% y 60.2% de estas muertes, respectivamente, de estas muertes ocurrieron en participantes que estaban mayoritariamente sentados en el trabajo.
Luego de ajustar por variables clínicas, los individuos que permanecían mayoritariamente sentados en el trabajo tenian un riesgo de mortalidad por todas las causas un 16% mayor (HR 1.16, IC95%: 1.11-1.20) y un riesgo de mortalidad cardiovascular un 34% mayor (HR 1.34, IC95%: 1.22-1.46) en comparación con aquellos que o permanecían mayoritariamente sentados.
Los participantes que alternaban entre periodos de sedentarismo y no sedentarismo en el trabajo no presentaron un aumento en el riesgo de mortalidad por todas las causas en comparación con aquellos que eran mayoritariamente no sedentarios (HR 1.01, IC95%: 0.97-1.05).
Con el grupo inactivo, mayoritariamente sedentario, como referencia, se analizó el riesgo de mortalidad por todas las causas en los 3 grupos ocupacionales de sedentarismo y en los 5 niveles de AFTL.
En cada nivel de AFTL, desde inactivo hasta alto, los individuos que permanecían sentados en su mayor parte en el trabajo presentaban riesgos significativamente mayores que los que alternaban estar sentados y no sentados, y que los que no permanecían sentados en su mayor parte, mientras que el riesgo estimado para estos 2 últimos grupos eran bastante similares.
Con una AFTL muy alta, no se observaron diferencias sustanciales entre los que estaban casi siempre sentados, los que alternaban estar sentados y no sentados y los que no estaban casi nunca sentados.
En el caso de aquellos que trabajaban mayoritariamente sentadas y realizaban una AFTL baja (15-29 minutos al día) o nula (< 15 min al día), se observó que un aumento de la AFTL de 15 y 30 minutos al día respectivamente, se asociaba con una reducción de la mortalidad, alcanzando niveles similares a los de las personas inactivas que no trabajaban mayoritariamente sentadas.
¿Qué podemos recordar?
Los graves riesgos asociados con el tiempo prolongado de sedentarismo laboral pueden mitigarse mediante la incorporación de pausas regulares y la realización de actividad física adicional. Los cambios sistémicos, como pausas más frecuentes, mesas para trabajar de pie, zonas designadas para la actividad física en el lugar de trabajo y ventajas en la inscripción en gimnasios, pueden ayudar a reducir el riesgo.
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