La aislación social (AS) caracterizada por una reducida red social y escasas interacciones sociales, esta cada vez más extendida entre los adultos mayores, generando preocupaciones en políticas de salud y sociales. Aproximadamente entre 20% y el 25% de los adultos mayores que viven en la comunidad experimentan algún grado de AS, y un 4% enfrenta aislación severa. Este fenómeno se ha vinculado con mayores riesgos de mortalidad, deterioro cognitivo, enfermedades cardíacas y disminución de la actividad física.
La mayoría de las investigaciones actuales son transversales y no exploran cómo los cambios en la AS afectan la salud a lo largo del tiempo, aunque algunos estudios han encontrado asociaciones entre la aislación y las limitaciones funcionales y el deterioro de la memoria.
En este contexto, Chen Lyu y cols. buscaron evaluar como los cambios en la AS durante un período de 4 años se relaciona con el riesgo subsiguiente de mortalidad, discapacidad, demencia, enfermedad cardiovascular y accidente cerebrovascular en adultos mayores, utilizando datos del Health and Retirement Study (HRS).
El cambio en la AS se midió mediante el Indice de AS (IAS) de 5 items de Steptoe, desde la evaluación inicial hasta una segunda evaluación realizada 4 años después. Los participantes se clasificados en grupos de disminución, estabilidad o aumento de la AS, estratificados según su estado inicial de aislación.
Los eventos evaluados fueron la mortalidad, dependencias autoinformadas en actividades de la vida diaria, enfermedad de Alzheimer y demencia relacionada con el Alzheimer, ECV y accidente cerebrovascular. La demencia, ECV y accidente cerebrovascular se evaluaron utilizando los registros de Medicare vinculados al HRS.
Se analizaron 13.649 participantes con una edad media de 65.3±9.5 años, con un 58.7% de mujeres.
Al inicio del estudio el 66.6% de los pacientes no estaban socialmente aislados, mientras que el 33.4% si lo estaban.
Entre los participantes inicialmente no aislados, el 11.6% experimentó una disminución en la aislación, el 50.1% permaneció estable y el 38.3% experimentó un aumento en la aislación en su segunda medición del IAS.
Entre los inicialmente aislados, el 45.4% redujo la aislación, el 39.4% permaneció estable y el 15.2% aumentó la aislación en la segunda medición.
Los resultados principales mostraron que aquellos con un aumento en la AS presentaron un riesgo significativamente mayor de mortalidad y discapacidad en comparación con lo que permanecieron estables o vieron reducida su aislación.
Además, hubo una mayor incidencia de demencia en el grupo que aumentó su AS mientras que los grupos con estabilidad o disminución mostraron tasas similares. Las diferencias en enfermedad cardiovascular entre los 3 grupos fueron mínimas.
El grupo con aumento de la AS mostró una mayor incidencia de eventos adversos en comparación con los grupos estables o con disminución de la AS, independientemente de su estado inicial de aislación.
Específicamente, el grupo con aumento en la AS mostró riesgos significativamente mayores de mortalidad (HR aj 1.29, IC95%: 1.09-1.51, p=0.002), discapacidad (HR aj 1.35, IC95%: 1.09-1.67, p=0.006) y demencia (HR aj 1.40, IC95%: 1.02-1.93, p=0.04) en comparación con el grupo estable.
De manera similar, entre los que no estaban socialmente aislados al inicio, el grupo con aumento en la AS mostró riesgos mayores de mortalidad (HR aj 1.10, IC95%: 1.01-1.21, p=0.04), discapacidad (HR aj 1.15, IC95%: 1.03-1.28, p=0.01) y demencia (HR aj 1.29, IC95%: 1.08-1.54, p=0.004) en comparación con el grupo estable.
La disminución en la AS se asoció con un menor riesgo de mortalidad (HR aj 0.73, IC95%: 0.61-0.87, p<0.001), en los que no estaban socialmente aislados al inicio.
¿Qué podemos recordar?
Un aumento en la AS se asocia con mayores riesgo de mortalidad, discapacidad y demencia, subrayando la importancia de intervenciones dirigidas a prevenir el aumento de la aislación entre los adultos mayores.
Estas intervenciones podrían mitigar los efectos adversos en la mortalidad y el declive tanto físico como cognitivo.