El 4 de marzo se conmemora el Día Mundial de la Obesidad, una jornada de acción global que busca generar una respuesta coordinada ante la creciente crisis de esta enfermedad. Más de la mitad de los adultos y un tercio de los niños y adolescentes de todo el mundo tendrán sobrepeso u obesidad para 2050, según dos informes que utilizan datos de 204 países y territorios (1,2).
Si las tendencias observadas en los últimos 30 años se cumplieran, el número total de adultos mayores de 25 años con sobrepeso u obesidad podría alcanzar los 3,8 billones en 2050, lo que representaría más de la mitad de la población adulta mundial estimada para esa fecha (1).
Así mismo, se proyecta que 356 millones de niños de 5 a 14 años y 390 millones de jóvenes de 15 a 24 años tendrán sobrepeso u obesidad para 2050, según un informe del Estudio de la Carga Global de Enfermedades 2021 (GBD, por sus siglas en inglés) (2).
Esta crisis, prevista desde hace más de medio siglo, generará en las próximas décadas consecuencias adversas sobre la salud más radicales que cualquier otro factor de riesgo modificable a un nivel individual. Las iniciativas urgentes, audaces e integrales son imprescindibles para permitir la colaboración multisectorial e impulsar reformas estructurales para hacer frente a los factores impulsores del sobrepeso y la obesidad a nivel individual y demográfico.
Aunque los medicamentos antiobesidad de nueva generación parecen prometedores, pero discretos en su efecto y de alto costo para un sector importante de la población, todo el sistema y las estrategias de salud pública seguirán siendo cruciales para lograr un impacto generalizado, efectivo y sostenible.
En un comentario adjunto, el Dr. Thorkild, de la Universidad de Copenhague, Dinamarca, advirtió: “El aumento devastador de comorbilidades graves y potencialmente fatales, como la diabetes tipo 2, la hipertensión, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares, representa un desafío urgente para la salud pública global”.
Tendencias y Proyecciones Históricas
En el año 2021, se estimó que 1.000 millones de hombres, 1.110 millones de mujeres y 493 millones de jóvenes de 5 a 24 años en todo el mundo tenían sobrepeso u obesidad. Desde 1990, las tasas de obesidad aumentaron en un 155,1% en los hombres, 104,9% en mujeres y 244% en niños y adolescentes.
“La obesidad adulta está estrechamente ligada a la obesidad infantil”, señalaron los autores del estudio de la GBD. Con la prevalencia global de obesidad en niños y adolescentes que ha aumentado un 244% en los últimos 30 años y con un aumento previsto del 121% en los próximos 30 años, es poco probable que las tendencias en la prevalencia de la obesidad adulta disminuyan.
Ocho países -China, India, Estados Unidos, Brasil, Rusia, México, Indonesia y Egipto- acogen a más de la mitad de la población adulta global que vivía con sobrepeso y obesidad en 2021. China tenía la mayor población de adultos con sobrepeso y obesidad (402 millones de personas), seguido de India (180 millones), y Estados Unidos (172 millones).
Se espera que estos tres países sigan teniendo el mayor número de personas con sobrepeso u obesidad para 2050, con China alcanzando unos 627 millones de personas afectadas, India con 450 millones, y Estados Unidos con 214 millones.
Sin embargo, la prevalencia de la obesidad por sí sola fue relativamente baja en China e India en 2021. Por otro lado, Estados Unidos tuvo una prevalencia relativamente alta de obesidad, estimada en 41,5% para los hombres y 45,6% para las mujeres, la más alta entre todos los países de altos ingresos.
Mirando a los EE.UU., el 49,1% de las mujeres y el 60,5% de los hombres tenían sobrepeso u obesidad en 1990. En 2021, esta cifra aumentó al 72,6% y 75,9%, respectivamente. Utilizando estos datos históricos para pronosticar tasas de prevalencia en 2050, se estima que el 82,1% de las mujeres y el 81,1% de los hombres tendrán sobrepeso u obesidad en este país.
Históricamente, el aumento más acusado de la prevalencia de la obesidad adulta se concentró en el norte de África y la súper región del Oriente Medio, donde las tasas de prevalencia en los hombres se triplicaron con creces y las tasas en mujeres se duplicaron desde 1990. A lo largo de 2050, se prevé que el África subsahariana tenga el mayor aumento de la prevalencia del sobrepeso y la obesidad, con 254,8%, impulsado por el crecimiento de la población.
En cuanto a los niños y adolescentes, los aumentos en el sobrepeso y la obesidad entre 1990 y 2021 fueron los más rápidos en el norte de África y el Medio Oriente, América Latina y el Caribe. En 2021, muchos países de Australasia (por ejemplo, Australia) y de altos ingresos en América del Norte (por ejemplo, Canadá) ya habían transitado a la predominancia de la obesidad en las mujeres en ambos grupos de edad, al igual que los hombres y las mujeres en varios países del Norte de África y Oriente Medio y Oceanía.
De cara al 2050, se espera que la prevalencia mundial de sobrepeso entre niños y adolescentes se estabilice en algunas áreas, pero esto se atribuye principalmente a que más jóvenes transiten a la obesidad. Dicho esto, no hay “ningún indicio” de que el aumento de la prevalencia de la obesidad juvenil se estabilice en ninguna región de todo el mundo para 2050.
Estas proyecciones entre los jóvenes impactarán en la evolución futura de la sociedad y la economía si la próxima fuerza laboral conlleva esta gran carga de enfermedad. “A nivel individual, la obesidad infantil y del adolescente afectará inmediatamente a las vidas jóvenes. Habrá efectos aún mayores en sus vidas futuras, y en sus hijos, ya que los niños y adolescentes con obesidad son muy propensos a convertirse en adultos con obesidad.
Sorensen señaló que es probable que las “mejoras recientes en el manejo clínico individual de la obesidad sean adecuadas sólo para pequeños subconjuntos de la población global para quienes los servicios de salud pueden ofrecerles. La escala de la epidemia es tal que las soluciones tendrán que ser intervenciones de salud pública, considerando también la profunda heterogeneidad a nivel macro y micro del desarrollo de la epidemia”.
“En particular, la tendencia consistente e inexplicable hacia una mayor prevalencia entre los grupos socialmente desfavorecidos aumenta los desafíos”. “La cuestión más apremiante se refiere a las intervenciones que serán factibles y eficaces”.
Reflexiones
Ningún país hasta la fecha ha frenado con éxito las crecientes tasas de sobrepeso y obesidad en adultos. Sin una intervención inmediata y efectiva, estas condiciones seguirán aumentando sin pausa. Particularmente en Asia y África, impulsada por el crecimiento de la población, se prevé que el número de individuos con sobrepeso y obesidad aumente sustancialmente y con ello se enfrentarán a un aumento considerable de la carga de enfermedades relacionadas con la obesidad. El solo hecho de reconocer la obesidad como un problema de salud pública mundial no sería suficiente por parte de los profesionales de la salud y la salud pública mundiales; se requieren medidas más enérgicas y específicas para hacer frente a esta crisis, ya que la obesidad es uno de los principales riesgos evitables para la salud ahora y siempre y plantea una amenaza sin igual de enfermedad prematura y muerte a nivel local, nacional y mundial.
El ambiente obesogénico, los factores ambientales que determinan tanto la nutrición como la actividad física, son determinantes clave para el sobrepeso y la obesidad, y un objetivo importante para la prevención. La disponibilidad y el acceso de los alimentos saludables, la infraestructura de caminar y ciclismo seguro o las instalaciones deportivas, las normas o tradiciones culturales, la influencia de los medios de comunicación y el entorno regulatorio contribuyen al entorno obesogénico. Para los niños, los factores a nivel escolar también tienen un papel, incluyendo la influencia de los pares, el tiempo limitado dedicado a la educación física, las comidas escolares poco saludables y el estrés académico. Los ambientes obesogénicos representan un mayor riesgo para las personas con bajo estatus socioeconómico, amplificando las desigualdades en los determinantes del sobrepeso y obesidad. En el Reino Unido, el informe de la Food Foundation encontró que los alimentos saludables pueden ser el doble de caros por calorías que los alimentos poco saludables. La quinta parte de la población más desprotegida necesitaría gastar el 45% de su ingreso disponible en alimentos para costear la dieta saludable recomendada, aumentando hasta un 70% para los hogares con hijos. Es un desequilibrio trágico e intolerable entre los alimentos que se comercializan, están disponibles y asequibles, y los alimentos sanos y sostenibles, con los niños más vulnerables de nuestra sociedad que sufren las peores consecuencias de esto.
Para abordar la obesidad, es necesario cambiar el enfoque de las intervenciones individuales a la modificación de los entornos obesogénicos. Los gobiernos deben implementar leyes, regulaciones y políticas, como impuestos sobre alimentos poco saludables, prohibir los anuncios de alimentos no saludables, específicamente en momentos o lugares donde los niños puedan verlos, restringiendo las colocaciones en tiendas de alimentos poco saludables en áreas donde es probable que los clientes realicen compras impulsivas, y haciendo cumplir etiquetas de calorías en los menús y el etiquetado de paquetes (3).
Las escuelas y las comunidades deben alentar y promover estilos de vida saludables, como proporcionar almuerzos escolares saludables gratuitos o asequibles y espacios seguros e infraestructura para la actividad física. El sistema alimentario, ya sean fabricantes, supermercados, o restaurantes y comidas para llevar, debe asumir la responsabilidad de la calidad, la comercialización y el precio de los alimentos que producen y venden, crean y promueven opciones más saludables, y tomar la iniciativa. Los medios de comunicación y los actores publicitarios deben priorizar los intereses de los consumidores sobre las ganancias, considerando el daño a largo plazo que sus mensajes podrían crear, especialmente para los niños (3).
Existen diferentes estrategias que los países pueden implementar. En la 75a Asamblea Mundial de la Salud de 2022, los Estados miembros adoptaron recomendaciones para prevenir la obesidad y aprobaron el Plan de Aceleración de la OMS para detenerla, enfatizando que la clave para abordar esta epidemia es la combinacion de voluntad política, un plan de accion y los recursos necesarios para su implementación. Países como México, Arabia Saudita, Sudáfrica y el Reino Unido han implementado impuestos a las bebidas azucaradas, lo que ha llevado a reducciones en las compras y la ingesta de azúcar. Algunos países han implementado etiquetas de advertencia de alimentos para alimentos ricos en azúcar, grasa o sal. En Chile, estas etiquetas de advertencia, junto con la prohibición de la publicidad dirigida a los niños en los alimentos envasados, han reducido las ventas de esos alimentos. Estos son pasos en la dirección correcta, pero aún hay que hacer más (3).
Los impactos económicos de la epidemia de obesidad también son importantes. Si no se hace nada, se prevé que los costos globales del sobrepeso y la obesidad alcancen los US$3 billones anuales en 2030. Contra este costo económico, de salud y de equidad, las decisiones gubernamentales y la voluntad política son claves para impulsar el cambio. Los países deben aprovechar la oportunidad para abordar los ambientes obesogénicos y la epidemia de obesidad como un paso crítico hacia el logro de los Objetivos de Desarrollo Sustentable.
Comentario final.
Si bien los tratamientos clínicos de nueva generación, incluidos los medicamentos antiobesidad, probablemente se convertirán en una opción clave para el manejo de la obesidad; sin embargo, el acceso actual a estos tratamientos no es equitativa y su eficacia varía ampliamente entre los individuos. Por sí solos, estos tratamientos no resolverán la epidemia actual ni futura, ni evitarán el aumento de casos de diabetes tipo 2 a edades tempranas y el amplio espectro de complicaciones clínicas que afectan prácticamente a todos los órganos y sistemas del cuerpo. Entre estas, las más graves son las que comprometen el sistema cardiovascular y metabólico, dejando una pesada carga socioeconómica.
Referencias.
1.- GBD 2021 Adult BMI Collaborators. global, regional, and national prevalence of adult overweight and obesity, 1990–2021, with forecasts to 2050: a forecasting study for the Global Burden of Disease Study 2021. Lancet, published online, March 3, 2025. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(25)00355-1.
2.- GBD 2021 Adolescent BMI Collaborators. Global, regional, and national prevalence of child and adolescent overweight and obesity, 1990–2021, with forecasts to 2050: a forecasting study for the Global Burden of Disease Study 2021. Lancet, published online March 3, 2025. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(25)00397-6.
3.- The Lancet Public Health, Time to tackle obesogenic environments. Lancet Public Health 2025;10:e165.