La lipoproteína (a) [Lp (a)] elevada, presente en 1 de cada 5 personas, es un factor de riesgo genéticamente determinado para enfermedad cardiovascular aterosclerótica (ECVAS) y estenosis valvular aórtica (EVA). La Lp (a) está compuesta por una partícula similar a LDL (lipoproteína de baja densidad) que contiene colesterol y apolipoproteína B (apoB), unida a una proteína similar al plasminógeno denominada apolipoproteína(a). Por lo tanto, la medición del colesterol LDL (C-LDL), colesterol no-HDL (C-no–HDL) y apoB incluye también la contribución de la Lp (a).
Muchas guías internacionales recomiendan actualmente la medición de Lp (a) al menos una vez en la vida para todas las personas, aunque estas recomendaciones no se implementan ampliamente en la práctica clínica. Esto podría deberse a la percepción de que el riesgo de ECVAS y EVA atribuible a la Lp (a) elevada ya se encuentra capturado al medir C-LDL, C-no–HDL o apoB. Sin embargo, partícula por partícula, la Lp (a) confiere un riesgo 6 veces mayor de ECVAS que la LDL. Además, se ha sugerido que el riesgo cardiovascular de la Lp (a) elevada se encuentra parcialmente mediado por un aumento de inflamación de bajo grado.
Para cuantificar qué proporción del riesgo de ECVAS y EVA atribuible a Lp(a) elevada es explicada por estos marcadores, Peter E. Thomas y cols. realizaron un análisis en dos grandes cohortes poblacionales: el Estudio de Población General de Copenhague (CGPS) y el Biobanco del Reino Unido, incluyendo a 70.189 y 458.601 participantes, respectivamente. Los análisis se estratificaron según el uso basal de estatinas autoinformado.
Durante un seguimiento mediano de 10,8 años (CGPS) y 13,7 años (UK Biobank), 7.155 y 32.292 participantes desarrollaron ECVAS, y 1.521 y 6.864 desarrollaron EVA, respectivamente. La edad mediana fue de 60 años en CGPS (53% mujeres) y 58 años en UK Biobank (54% mujeres); la población fue mayoritariamente blanca.
Entre los participantes que no usaban estatinas, la proporción del riesgo de ECVAS asociado a Lp(a) elevada que fue explicada por C-LDL fue del 19% en CGPS y del 13% en UK Biobank. El C-no-HDL explicó el 22% y 15%, respectivamente; apoB, el 14% y 16%; y la proteína C reactiva ultrasensible (hsCRP), solo el 0,2% y 1,1%.
Entre los usuarios de estatinas, estos porcentajes fueron considerablemente menores: 6,3% y 6,2% para C-LDL; 14% y 7,1% para C-no-HDL; 9,8% y 7,5% para apoB; y 1,1% y 0,4% para hsCRP.
En cuanto al riesgo de EVA, en personas que no tomaban estatinas, C-LDL explicó el 7,7% y 4,0% del riesgo asociado a Lp(a) elevada; C-no-HDL, el 9,9% y 5,4%; apoB, el 6,6% en ambas cohortes; y hsCRP, el 0,3% y 1,3%. En los usuarios de estatinas, C-LDL explicó el 8% y 3,3%; C-no-HDL, el 7,3% y 3,1%; apoB, el 4,2% y 4,5%; y hsCRP, el 0,9% y 0,4%.
Además, los niveles plasmáticos de Lp(a) no mostraron una correlación significativa con C-LDL, C-no-HDL, apoB ni hsCRP, lo que indica que estos biomarcadores no capturan adecuadamente su riesgo.
¿Qué nos deja este estudio?
Este estudio, que analizó datos de más de 528.000 personas, demuestra que la fracción del riesgo de ECVAS y EVA atribuible a niveles elevados de Lp(a) que puede ser explicada por las mediciones de C-LDL, C-no-HDL, apoB o hsCRP es mínima, tanto en individuos tratados como no tratados con estatinas. Estos hallazgos refuerzan la necesidad de medir específicamente la Lp(a) en la práctica clínica, ya que los parámetros lipídicos e inflamatorios tradicionales no reflejan con precisión el riesgo cardiovascular que esta lipoproteína representa.