Las mujeres han estado históricamente subrepresentadas en los ensayos de intervención coronaria percutánea (ICP), a pesar de que suelen presentar enfermedad coronaria (EC) a mayor edad, con mayor carga comórbida y mayores puntuaciones de calcio coronario. Este perfil clínico se asocia con una mayor mortalidad y una tasa más elevada de complicaciones, especialmente cuando las lesiones calcificadas se tratan mediante técnicas como la aterectomía. En este contexto, el estudio EMPOWER CAD, cuyos resultados se presentaron durante el Congreso euroPCR 2025 se diseñó específicamente para evaluar la seguridad y eficacia de la litotricia intravascular (IVL) en una cohorte exclusivamente femenina con enfermedad coronaria calcificada.
Se trató de un estudio observacional, prospectivo, multicéntrico y de un solo brazo, que incluyó a 399 mujeres tratadas con IVL en 45 centros de Europa, Reino Unido y Estados Unidos.
El criterio de inclusión fue la decisión clínica de utilizar IVL como estrategia de primera línea para tratar lesiones coronarias calcificadas. Solo se excluyeron pacientes en shock cardiogénico. En los casos en que IVL no fue factible, se permitió el uso de dispositivos adicionales. El análisis fue supervisado por un laboratorio angiográfico y de eventos clínicos independiente.
La edad media de las pacientes fue de 73 años, y el 25% se presentó con un síndrome coronario agudo. La cohorte representaba una población de alto riesgo: 46% con diabetes, 90% con hipertensión, 33% con antecedentes de infarto de miocardio, 40% con ICP previa, 13% con accidente cerebrovascular y 30% con enfermedad renal crónica. En cuanto a las características de las lesiones, el 7,3% comprometía el tronco coronario izquierdo y el 12,6% presentaba múltiples lesiones. La longitud media de las lesiones fue de 33 mm, y en el 99% se confirmó angiográficamente calcificación severa. El 37% de los casos involucró bifurcaciones.
El estudio también recopiló factores de riesgo específicos de mujeres: 25% reportó abortos espontáneos previos, 10% presentó diabetes gestacional, otro 10% hipertensión durante el embarazo, y solo el 17% había recibido terapia hormonal sustitutiva.
En cuanto a la estrategia terapéutica, la LIV pudo utilizarse como modalidad inicial en más del 90% de los casos. Solo el 7% requirió aterectomía rotacional por imposibilidad de cruce, y menos del 3% necesitó dispositivos de corte, lo que refuerza la factibilidad de la LIV como primera opción en esta población.
A 30 días, la tasa de fracaso de la lesión tratada fue del 12%. Desglosado por componentes: muerte cardíaca 1,3%; infarto agudo de miocardio (IAM) 10,6% según criterios SCAI (9,6% periprocedimiento y 1,5% espontáneo); y revascularización de la lesión tratada guiada por isquemia 1,3%. El IAM periprocedimiento fue más frecuente al aplicar la definición universal (4,5%), aunque en más de la mitad de los casos se trató únicamente de elevaciones aisladas de troponina sin repercusión clínica. Aplicando los criterios ARC-2, la tasa se redujo al 1,5%.
La eficacia del procedimiento fue alta: el implante exitoso del stent se logró en el 98,5% de los casos, con una estenosis residual menor al 30% en casi todos ellos. La tasa de éxito del procedimiento fue del 86,9%. Las complicaciones angiográficas fueron poco frecuentes: solo el 2,6% presentó disección tipo D posterior a LIV, todas resueltas tras el implante del stent. Se registraron tres perforaciones (una asociada al alambre guía), todas tratadas con éxito y sin consecuencias clínicas.
Finalmente, se observó una mejora significativa en la calidad de vida a los 30 días: aumento del 12% en el índice EQ-5D-5L, reducción del 30% en la escala de ansiedad GAD-7 y mejora del 26% en la frecuencia e intensidad de la angina.
¿Qué nos deja este estudio?
La LIV es una estrategia segura y eficaz como modalidad inicial en mujeres con lesiones coronarias calcificadas, incluso en una población de alto riesgo y con enfermedad compleja. La baja tasa de complicaciones y los resultados favorables en términos clínicos y de calidad de vida respaldan su uso.