A pesar de los avances en el implante valvular aórtico percutáneo (TAVI) la ocurrencia de un accidente cerebrovascular (ACV) isquémico continua siendo una de las complicaciones más temidas debido a su impacto en la sobrevida y la calidad de vida de los pacientes.
Amos Levi y cols. realizaron el registro ASTRO-TAVI (Acute Stroke Complicating TAVI-Management and Outcomes), internacional y multicéntrico centrado en los pacientes sometidos a TAVI complicados con eventos neurológicos, realizado en 14 centros de Israel, Europa y Estados Unidos; cuyo objetivo fue evaluar la incidencia de ACV post-TAVI y describir los posibles tratamientos y sus resultados.
La severidad del ACV fue evaluada utilizando la Escala de ACV del Instituto Nacional de Salud.
El punto final primario fue la mortalidad por todas las causas al año y la discapacidad neurológica a los 90 días de acuerdo con el la escala Rankin modificada.
Se incluyeron 16.615 pacientes sometidos a TAVIs con una edad media de 81.7±7 años, con un 52% de hombres, 35% con fibrilación auricular previa. La media del score de STS era 5.9±4.9 y de EuroSCORE II 6.4±7.4.
El 2.3% (n=387) de los pacientes desarrollaron un ACV como complicación del procedimiento.
La mediana de tiempo entre el TAVI y el ACV fue de 1 día. Con respecto a la severidad del ACV (evaluados en 294 pacientes), el 49.6% fueron leves, 24.8% moderados y 25.6% severos. El territorio vascular más frecuentemente comprometido fue el de la arteria cerebral media.
Las tasas de mortalidad estimada a 30 días, 6 meses y 1 año fueron 23.1%, 35% y 42.1% respectivamente.
La mortalidad al año aumento significativa y paralelamente a la severidad del ACV (28.9%, 35.9% y 77.5% en pacientes con ACVs leves, moderados y severos respectivamente).
Del total de los ACV, 348 pacientes fueron manejados de un modo conservador y 39 pacientes (10.1%) requirieron una intervención neurológica, de los cuales en 26 casos se realizó trombectomía mecánica y en 13 se administró fibrinolíticos.
El grupo intervención se caracterizó por una mayor tasa de ACV que comprometia la arteria cerebral media, la carotida interna y las arterias vertebrobasilares, mientras que en aquellos que recibieron tratamiento conservador las arterias de pequeño calibre eran las responsables o no presentaban un territorio arterial claro.
En un subanálisis en el que se excluyeron los pacientes con ACV leves, no se observó un beneficio claro de supervivencia al año para la estrategia invasiva comparada con la conservadora (47.6% vs 41.1%, respectivamente, p=0.78).
En un modelo de regresión logística que contralaba la gravedad del ACV, una estrategia invasiva se asoció con una probabilidad 2.9 veces mayor de sobrevida libre de discapacidad a los 90 días.
¿Qué podemos recordar?
El ACV post-TAVI se asocia a una morbimortalidad elevada, la cual se correlaciona con la severidad del evento.
La discapacidad neurológica de los pacientes con un ACV moderado o de mayor severidad podría mejorarse mediante una intervención oportuna y destacan la importancia de la colaboración entre cardiólogos y neurólogos para optimizar los resultados de esta complicación.
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