La angiografía ha sido la técnica estándar para guiar la terapia endovascular (TEV) en la enfermedad arterial periférica (EAP). Sin embargo, su naturaleza bidimensional limita la evaluación precisa de la anatomía vascular, dificultando la selección óptima de dispositivos, como balones o stents, y la valoración de los resultados del procedimiento.
En contraste, la ecografía intravascular (IVUS) proporciona una visualización detallada de la estructura del vaso, permitiendo una mejor caracterización de las lesiones y una optimización de la intervención. Si bien su eficacia ha sido demostrada en intervenciones coronarias complejas, la evidencia que respalda su uso en TEV periférica sigue siendo limitada.
El territorio femoropoplíteo (TFP) es un sitio frecuente de tratamiento en pacientes con claudicación intermitente o isquemia crónica amenazante de miembro, y suele presentar lesiones largas, oclusivas y calcificadas que desafían el éxito de la TEV. En este contexto, el ensayo aleatorizado IVUS-DCB mostró que la angioplastia con balones recubiertos de fármaco (DCB, por sus siglas en ingles) guiada por IVUS mejora significativamente los resultados clínicos en comparación con la guía por angiografía. No obstante, el uso de IVUS implica costos y tiempo adicionales, lo que hace fundamental identificar qué subgrupos de pacientes se benefician más de esta estrategia.
Seung-Jun Lee y colaboradores realizaron un análisis preespecificado de subgrupos del ensayo IVUS-DCB para evaluar el impacto clínico de la angioplastia con DCB guiada por IVUS frente a la guiada por angiografía en pacientes con lesiones complejas y no complejas de la TFP.
Los 237 pacientes incluidos fueron asignados aleatoriamente a recibir el procedimiento bajo guía por IVUS o por angiografía.
El criterio de valoración primario fue la permeabilidad primaria a 12 meses, mientras que los criterios secundarios incluyeron la revascularización de la lesión tratada clínicamente dirigida (CD-TLR), la mejoría clínica sostenida y la mejoría hemodinámica.
De los participantes, 158 presentaban EAP compleja (tipo C/D según el consenso Trans-Atlantic Inter-Society Consensus II [TASC II]) y 79 tenían FPA no compleja (TASC II tipo A/B).
En el subgrupo de EAP compleja, la guía por IVUS se asoció con tasas significativamente mayores de permeabilidad primaria (82,1% vs. 60,3%; HR para pérdida de permeabilidad primaria: 0,34; IC 95%: 0,16-0,70; P = 0,002), menor incidencia de CD-TLR (90,0% vs. 76,9%; HR: 0,31; IC 95%: 0,13-0,75; P = 0,01) y una mejoría clínica y hemodinámica sostenida en comparación con la guía por angiografía.
En contraste, en el grupo con EAP no compleja, no se observaron diferencias significativas en la permeabilidad primaria (87,5% vs. 88,2%; HR: 1,84; IC 95%: 0,39-8,60; P = 0,44) ni en los criterios de valoración secundarios entre ambas estrategias.
¿Qué podemos recordar?
En el tratamiento endovascular del TFP con DCB, la guía por IVUS se asoció significativamente con mejores resultados clínicos a 12 meses, especialmente en pacientes con lesiones complejas.