La insuficiencia cardíaca con fracción de eyección reducida (ICFEr) es una de las principales causas de muerte prematura. Estos pacientes suelen estar polimedicados, pero su calidad de vida sigue siendo baja. El riesgo vitalicio de insuficiencia cardíaca (IC) se ha elevado al 24%; si las tendencias actuales continúan, una de cada cuatro personas desarrollará la enfermedad a lo largo de su vida.
A pesar de los avances terapéuticos y de las directrices actuales, que combinan estrategias farmacológicas y no farmacológicas, más del 12 % de los pacientes se encuentra en estadio C o D, con hospitalizaciones frecuentes y riesgo de progresión hacia terapias avanzadas como dispositivos de asistencia ventricular izquierda o trasplante cardíaco. Esta evolución suele conllevar más complicaciones, mayores costes sanitarios y un alto riesgo de mortalidad precoz.
Datos iniciales de una serie de tres pacientes con ICFEr mostraron que una dieta definida a base de plantas (DDABDP)se asoció con mejoría de la función cardíaca y hemodinámica, además de una reducción en la necesidad de medicación. Otras terapias alternativas, como la sauna infrarroja, la contrapulsación externa mejorada (ECP), el ozono, la radiación ultravioleta de la sangre (UBI), la infusión de fosfatidilcolina poliinsaturada y la terapia BEMER (Bio-Electro-Magnetic-Energy-Regulation), también han demostrado beneficios cardiovasculares.
En una serie de casos publicada por Camille V. Owens y cols., se evaluaron siete pacientes de entre 46 y 82 años con IC en estadio C o D refractaria al tratamiento estándar. Todos incorporaron la DDABDP como parte del plan terapéutico, y un subgrupo recibió terapias integrativas adicionales como ECP, terapia BEMER y otras intervenciones regenerativas.
En esta cohorte retrospectiva, la combinación de DDABDP y terapias integrativas fue efectiva para mejorar la insuficiencia cardíaca y reducir la necesidad de medicación. Los beneficios incluyeron mejoría del estado funcional, incremento de la tolerancia al ejercicio y mejor calidad de vida, incluso en un plazo medio de solo 134 días. Destaca el caso de un paciente que, antes de la intervención, requería silla de ruedas para desplazarse y posteriormente pudo caminar e incluso realizar caminatas prolongadas.
Considerando la dramática mejoría en la calidad de vida de estos pacientes, estos hallazgos son remarcables.
Aunque el tamaño de la muestra y el limitado el tiempo de tratamiento limitan los análisis formales de resultados, este grupo de pacientes experimentó un curso clínico positivo consistente en mejoría clínica general. A pesar de la reducción del peso corporal en dos pacientes que ya tenían bajo índice de masa corporal, ambos mejoraron clínicamente y en calidad de vida. Todos los pacientes mejoraron su estado funcional e incrementaron la tolerancia al ejercicio a la vez que mejoraron su calidad de vida general. La mejoría clínica universal en este grupo de pacientes sugiere que la intervención nutricional y regenerativa tuvo un impacto clínico positivo.
Además, la duración media de tratamiento relativamente corta de 134 días en esta cohorte sugiere que esta intervención tuvo un efecto relativamente inmediato en esta población con enfermedad aguda.
Un factor contribuyente a la enfermedad subyacente de estos pacientes es el hecho de que cada uno recibía unos seis medicamentos. Mientras que todos seguían alguna forma de tratamiento para IC guiado por directrices, las complejas interacciones subyacentes entre drogas podrían contribuir a efectos fisiológicos o bioquímicos adversos.
Reducir simplemente una medicación en pacientes polimedicados reduce la mortalidad cardiovascular en 17%. El uso frecuente regular de diuréticos, por ejemplo, puede llevar a depleción de volumen y a deficiencias de electrolitos, resultando en un gasto cardíaco comprometido por reducida presión de llenado, a disfunción miocárdica, y a arritmias cardíacas. Las estatinas en pacientes con enfermedad coronaria e hiperlipidemia pueden resultar en deterioro de la función mitocondrial, posiblemente empeorando la función ventricular izquierda. Por ello, reducir la medicación es parte importante de la intervención.
En este estudio, la DDABDP también mostró capacidad para reducir el colesterol LDL en 24,6 mg/dL (~17 %) y la proteína C reactiva de alta sensibilidad en 2,4 mg/L (~32 %), lo que refuerza su potencial como herramienta terapéutica.
¿Qué nos deja esta serie de casos?
Estos datos sugieren que una dieta definida a base de plantas combinada con drogas alopáticas y con otras modalidades alternativas puede ser eficaz para reducir la medicación en la insuficiencia cardíaca, y para tratarla en pacientes que no han respondido a terapias basadas en directrices.
Se necesitan estudios rigurosos prospectivos para confirmar estos efectos.