La prevención secundaria luego de un infarto agudo de miocardio (IAM) ha explorado diversas estrategias antiinflamatorias con resultados que, hasta ahora, han sido inconsistentes, generando incertidumbre sobre su verdadera eficacia. Además, no se han realizado comparaciones directas entre los diferentes fármacos disponibles en esta categoría.
Con el objetivo de evaluar y comparar la eficacia y seguridad de las terapias antiinflamatorias en este contexto, Claudio Laudani y cols. llevaron a cabo el estudio TITAN, un metaanálisis pareado y en red de ensayos aleatorizados que investigaron terapias antiinflamatorias en la prevención secundaria del IAM.
Los puntos finales primarios de eficacia y seguridad fueron los eventos cardiovasculares adversos mayores (MACE, por sus siglas en inglés) definidos por cada ensayo, y la aparición de eventos adversos graves.
Entre los desenlaces secundarios se incluyeron la mortalidad por todas las causas, los componentes individuales de los MACE, infecciones graves, cáncer y eventos adversos gastrointestinales.
En total, se analizaron 28 estudios que incluyeron a 44,406 pacientes, de los cuales 24,265 fueron asignados a recibir terapia antiinflamatoria y 20,141 a un grupo control. Los estudios evaluaron nueve fármacos diferentes, incluyendo colchicina, ciclosporina, anakinra, pexelizumab, tocilizumab, metotrexato, canakinumab, inclacumab y everolimus.
Diecisiete ensayos evaluaron la administración inmediata de terapia antiinflamatoria, mientras que diez y tres ensayos investigaron la administración en etapas tempranas y tardías, respectivamente. El seguimiento promedio de los ensayos fue de 11±15 meses.
Los pacientes incluidos tenían un promedio de edad de 61.9 años, un 20.6% eran mujeres y un 24.4% presentaban diabetes mellitus.
La terapia antiinflamatoria redujo la incidencia de MACE sin aumentar los eventos adversos graves.
Los pacientes tratados con terapia antiinflamatoria presentaron una reducción significativa en los MACE en comparación con el grupo control (razón de tasas de incidencia [IRR]: 0.92, IC95%: 0.86–0.98). Aunque hubo cierta heterogeneidad en los estudios analizados, su exclusión no alteró significativamente los resultados, reafirmando la solidez del efecto observado.
Entre los fármacos evaluados, la colchicina y el canakinumab destacaron como los más efectivos en la reducción de MACE, con una mayor probabilidad de que la colchicina sea la estrategia más beneficiosa. En las comparaciones indirectas no se encontraron diferencias significativas entre los fármacos.
En cuanto a la seguridad, la terapia antiinflamatoria no se asoció con un aumento significativo en los eventos adversos graves, pero sí mostró un riesgo ligeramente elevado de eventos gastrointestinales (IRR 1.21, IC95%:1.07–1.36).
Tampoco se observaron diferencias en la mortalidad por todas las causas ni en otros desenlaces secundarios, y el momento de la administración de la terapia no pareció influir de manera significativa en los efectos observados.
¿Qué podemos recordar?
La terapia antiinflamatoria representa una opción prometedora para la prevención secundaria en pacientes con antecedente de infarto de miocardio, al reducir significativamente el riesgo de MACE sin incrementar el riesgo de eventos adversos graves. No obstante, el aumento en los eventos gastrointestinales resalta la importancia de una evaluación cuidadosa del perfil de riesgo-beneficio antes de decidir el tratamiento.