Los avances farmacológicos en el tratamiento del cáncer han llevado a mejorar la sobrevida, pero también a generar preocupación acerca de los efectos adversos cardiovasculares que pueden limitar los beneficios del tratamiento y reducir la calidad de vida.
Los pacientes que sobreviven a un cáncer tienen un riesgo aumentado de enfermedad cardiovascular comparado con la población general, siendo más pronunciado en los pacientes que recibieron quimioterapia cardiotóxica.
El tratamiento adyuvante del cáncer de mama puede incluir varios componentes cardiotóxicos que incluyen antraciclinas, radioterapia y anticuerpos monoclonales como el trastuzumab y, junto con los factores de riesgo convencionales, contribuyen al mayor riesgo cardiovascular en sobrevivientes en comparación con los controles de la misma edad sin cáncer.
Con un número cada vez mayor de sobrevivientes de cáncer de mama, se necesitan estrategias eficaces para prevenir la disfunción cardiaca.
Durante el segundo día del Congreso ACC.21 la Dra. Siri Lagethon Heck presentó los resultados a largo plazo del estudio PRADA que evaluó el impacto de candesartán 32 mg, metoprolol 100 mg, la combinación de ambos o placebo en la prevención de la disminución de la función cardiaca y la lesión miocárdica. Con un diseño 2×2, 120 pacientes con cáncer de mama en estadio inicial que recibieron quimioterapia con antraciclinas luego de la cirugía, fueron aleatorizadas a las 4 ramas de tratamiento.
Este estudio demostró que el tratamiento adyuvante se asoció con un modesto descenso global de la FEVI que se atenuaba con el tratamiento concomitante con candesartán pero no con metoprolol. Además, encontraron que el beta-bloqueo puede tener efectos beneficiosos sobre la lesión miocárdica durante el tratamiento con antraciclinas expresados como un aumento atenuado de la troponina cardiaca.
Considerando que los efectos cardiotóxicos de las antraciclinas y radioterapia pueden manifestarse meses a años luego de concluido el tratamiento, y que los efectos a largo plazo del bloqueo neurohormonal concomitante son desconocidos, los autores realizaron este subestudio con el objetivo de evaluar los efectos a largo plazo del candesertán y metoprolol o su combinación para prevenir la reducción en la función cardiaca e injuria miocárdica.
El punto final primario fue el cambio de fracción de eyección del ventrículo izquierdo (FEVI) desde el inicio hasta el seguimiento extendido (mediana de 23 meses) medido por resonancia magnética nuclear.
Desde el inicio al seguimiento a largo plazo, se observó una pequeña reducción de la FEVI que fue similar entre los pacientes que recibieron candesartán y aquellos que no recibieron este fármaco (1.7% vs 1.8%, p=0.91). Para los pacientes en el grupo metoprolol, la reducción de la FEVI fue del 1.6% y del 1.9% para los que no recibieron metoprolol.
Los resultados fueron similares para dosis altas vs bajas de antraciclinas.
El tratamiento con candesartán durante el tratamiento adyuvante se asoció con una reducción en el volumen de fin de diástole de 5 ml comparado con el aumento de 2 ml en el grupo que no recibió candesartán (p=0.021). Los pacientes que no recibieron candesartán tuvieron un aumento en el volumen de fin de sístole mientras que esto no sucedió en los pacientes que recibieron candesartán (3 vs 0 ml, p=0.08)
No se obsevó efectos en las troponinas cardiacas.
¿Qué podemos recordar?
Candesartán y metoprolol durante el tratamiento adyuvante para pacientes con cáncer de mama en estadio inicial, no confiere protección contra la reducción a largo plazo de la función ventricular izquierda.
Implicancias Cínicas
Puede ser que no sea necesario un tratamiento cardioprotector administrado durante el tratamiento adyuvante contra el cáncer, dado que el descenso observado de la función sistólica fue menor y no se evitó con el bloqueo neurohormonal.
El foco de los futuros estudios debería situarse en identificar subgrupos de alto riesgo de cardiotoxicidad que puedan beneficiarse de tratamiento cardioprotector en busca de individualizar el tratamiento.