La lipoproteína(a) [Lp(a)] es un reconocido factor de riesgo para enfermedad cardiovascular aterosclerótica, pero las diferencias entre mujeres y hombres en su asociación con eventos cardiovasculares no están claramente establecidas, especialmente en individuos sin enfermedad previa. Aunque las mujeres tienden a presentar niveles más elevados de Lp(a) que los hombres, la relación con el riesgo cardiovascular podría variar según el contexto clínico.
En este contexto, Gurleen Kaur y cols. evaluaron el impacto de la Lp(a) en los resultados cardiovasculares en mujeres y hombres sin antecedentes de enfermedad cardiovascular, en un escenario donde nuevas terapias dirigidas contra esta lipoproteína están en investigación.
Se identificaron pacientes sin enfermedad aterosclerótica cardiovascular basal en el Registro MGB (Mass General Brigham) de Lp(a), una cohorte retrospectiva de pacientes a quienes se les midió la Lp(a) entre 2000 y 2019.
Los niveles de Lp(a) se categorizaron en percentiles 1–50, 51–70, 71–90 y 91–100, tomando como grupo de referencia el percentil 1–50.
El desenlace primario fue un compuesto de infarto de miocardio fatal o no fatal, o accidente cerebrovascular isquémico fatal o no fatal. Se incluyeron 6.238 pacientes sin enfermedad aterosclerótica cardiovascular basal, con una edad media de 55 años en mujeres y 54 años en hombres; el 45% de los participantes eran mujeres.
Al analizar las características basales, se observó que las mujeres presentaban mayores niveles de colesterol total, C-LDL y una mediana de Lp(a) superior a la de los hombres (33,2 frente a 28,9 nmol/L; P<0,001). En cambio, los hombres tenían tasas más elevadas de diabetes y fibrilación auricular. La mayoría de los participantes presentó niveles de Lp(a) dentro del percentil 1–50, pero una mayor proporción de mujeres se encontró en el rango de percentiles más altos (91–100), 8,6% frente a 5,7% de los hombres (P<0,01).
Durante una mediana de seguimiento de 12,9 años, los individuos ubicados en el grupo de percentiles más altos de Lp(a) presentaron una mayor incidencia del desenlace compuesto primario de infarto de miocardio fatal o no fatal o accidente cerebrovascular isquémico fatal o no fatal.
Esta asociación se mantuvo después del ajuste por edad, raza, hipertensión, hiperlipidemia, diabetes, enfermedad renal crónica, tabaquismo y uso de insulina, tanto en mujeres (HR ajustada 2,07; IC 95%: 1,31–3,25; P < 0,01) como en hombres (HR ajustada 2,39; IC 95%: 1,57–3,65; P < 0,01), sin observarse una interacción estadísticamente significativa entre ambos grupos (P = 0,22).
Al analizar los eventos individuales, la asociación más fuerte se encontró entre la Lp(a) elevada y el infarto de miocardio fatal o no fatal, tanto en mujeres (HR ajustada 2,61; IC 95%: 1,48–4,61; P < 0,01) como en hombres (HR 3,36; IC 95%: 2,01–5,60; P < 0,01), sin detectarse diferencias significativas en la magnitud de la asociación (P = 0,14).
Cuando se evaluaron los resultados según la edad, se observó que, en menores de 60 años, las mujeres presentaron un menor riesgo de infarto de miocardio fatal o no fatal en comparación con los hombres. Sin embargo, en mayores de 60 años, el riesgo asociado a niveles elevados de Lp(a) fue similar en ambos grupos.
¿Qué podemos recordar?
En individuos sin enfermedad aterosclerótica cardiovascular previa, los niveles elevados de Lp(a) se asocian con mayores tasas de eventos cardiovasculares, particularmente infarto de miocardio, tanto en mujeres como en hombres.
Estos hallazgos refuerzan la importancia de considerar a la Lp(a) como un biomarcador de riesgo cardiovascular y podrían tener implicancias futuras para la implementación de terapias específicas dirigidas a su reducción.