La miocardiopatía por transtiretina de tipo salvaje (ATTRwt-CM) es un trastorno cardíaco progresivo, relacionado con la edad, que típicamente se diagnostica a los 74 años. Sin tratamiento, esta patología conlleva un pronóstico desfavorable. Los octogenarios son particularmente susceptibles, con estudios de autopsia que muestran hasta un 25% de deposición de amiloide cardíaco en pacientes mayores de 85 años. El tratamiento con tafamidis, un estabilizador oral, ha demostrado beneficios al ralentizar la progresión de la enfermedad, mejorar la calidad de vida y reducir la mortalidad. Sin embargo, un análisis post hoc de pacientes octogenarios tratados con tafamidis reveló que, aunque el tratamiento ralentizó el deterioro funcional y de calidad de vida, no mostró un impacto significativo sobre la mortalidad global.
Philippe Debonnaire y cols. llevaron a cabo un estudio internacional, multicéntrico de cohortes con el objetivo de analizar el curso natural de la enfermedad en octogenarios, evaluar el impacto de tafamidis en la mortalidad y explorar factores que influyen en la respuesta al tratamiento.
La cohorte total del estudio incluyó a 710 pacientes, de los cuales el 58,5% eran octogenarios, con un rango de edad de 80 a 97,6 años, y el 41,5% no octogenarios, con edades de 45,4 a 79,9 años. En general, el 20,3% de los pacientes eran mujeres, con una prevalencia creciente de mujeres conforme avanzaba la edad (P < .001). En los octogenarios, el 25,8% eran mujeres, comparado con el 12,5% en los no octogenarios (P < .001). La cohorte de octogenarios presentó una edad media de 85 ± 4 años y un 74,2% de hombres.
La “cohorte de estudio tratable” (candidatos potenciales para tratamiento con tafamidis) incluyó 637 pacientes con ATTRwt-CM, de los cuales el 79,8% eran hombres, con una edad media de 81 ± 7 años. De estos, 361 pacientes (74% hombres, edad media 85 ± 4 años) eran octogenarios. En este grupo, el tratamiento con tafamidis no se inició en el 29,9% de los octogenarios, frente al 16.3% en los no octogenarios.
Se observó una disminución progresiva en la iniciación del tratamiento con tafamidis a partir de los 80 años. En los octogenarios, la principal razón para no iniciar el tratamiento fue la presencia de comorbilidades o fragilidad, la edad avanzada con presunción de inutilidad del tratamiento, o el estadio avanzado de la enfermedad/insuficiencia cardíaca.
La interrupción del tratamiento con tafamidis se observó en el 8,9% de los pacientes después de una media de 552 ± 315 días de tratamiento, sin diferencias significativas entre el 10,3% de los octogenarios y el 7,4% de los no octogenarios (P = .260). La progresión de la enfermedad con insuficiencia cardíaca avanzada fue la razón más común de interrupción en el 39,5% (17/43).
Los octogenarios tratados con tafamidis mostraron una mejor supervivencia no ajustada frente a los no tratados (P < .001), con una mortalidad del 5% a 1 año y del 24% a 3 años.
El tratamiento con tafamidis se asoció con una menor mortalidad tras la correspondencia por puntuación de propensión en variables basales, como la edad, el estadio del National Amyloidosis Centre y la clase de la New York Heart Association, en un promedio de 394 sujetos (HR 0.53, IC 95% 0.34–0.84, P = .007), también en octogenarios (HR 0.57, IC 95% 0.33–1.01, P = .053).
Ni la edad al diagnóstico (P = .217) ni al inicio del tratamiento (P = .154) interaccionaron con el beneficio de mortalidad de tafamidis. Sin embargo, los octogenarios mostraron una supervivencia más pobre a pesar del tratamiento con tafamidis cuando el inicio del tratamiento fue a los ≥90 años (HR 3.3, IC 95% 1.10–9.53, P = .033) y en el estadio ≥3 del National Amyloidosis Centre (HR 2.4, IC 95% 0.87–6.46, P = .090).
¿Qué podemos recordar?
El tratamiento con tafamidis en la práctica clínica real mejora la supervivencia sin que la edad afecte su eficacia. No obstante, la mortalidad sigue siendo considerable en los octogenarios, especialmente cuando el tratamiento se inicia a edades más avanzadas o en estadios más avanzados de la enfermedad.