Diversos estudios observacionales en adultos han sugerido que niveles bajos de vitamina D en suero se asocian con un aumento en los eventos cardiovasculares. Sin embargo, hasta ahora no estaba claro si esta relación también se mantenía cuando la deficiencia de vitamina D ocurría en la infancia. Un nuevo estudio finlandés, recientemente aceptado para publicación en European Journal of Preventive Cardiology, aporta evidencia clave al respecto.
Los autores utilizaron datos del estudio prospectivo “Cardiovascular Risk in Young Finns”, que incluyó a 3.516 participantes con concentraciones de 25-hidroxivitamina D (25-OH-vitamina D) medidas en 2010 a partir de muestras de suero almacenadas desde 1980. En ese momento, los participantes tenían entre 3 y 18 años de edad. Además de la vitamina D, se evaluaron múltiples factores de riesgo cardiovascular en la infancia, incluyendo índice de masa corporal (IMC), colesterol LDL y HDL, triglicéridos, presión arterial sistólica, consumo de frutas, verduras y pescado, actividad física, estatus socioeconómico y tabaquismo.
La información sobre eventos de enfermedad cardiovascular aterosclerótica (ECVA) en la adultez se obtuvo mediante la vinculación con registros nacionales finlandeses, incluyendo el Registro de Atención Sanitaria y el Índice Nacional de Mortalidad.
Principales hallazgos
La edad media al inicio del estudio fue de 10,5 ± 5,0 años, y el 50,9% de los participantes eran mujeres. El IMC medio en la infancia fue de 17,9 ± 3,1 kg/m², y la concentración media de 25-OH-vitamina D fue de 51,3 ± 15,4 nmol/L.
Durante un seguimiento de casi cuatro décadas, 95 individuos (2,7%) fueron diagnosticados con al menos un evento de ECVA, con una edad media al primer evento de 47 años (rango de 31 a 56 años).
Al evaluar diferentes puntos de corte para niveles bajos de vitamina D, se hallaron asociaciones significativas con eventos de ECVA en la adultez para valores por debajo de 37, 35, 33 y 31 nmol/L.
Estos resultados se mantuvieron en modelos multivariados ajustados por los factores de riesgo tradicionales y también después de aplicar técnicas de emparejamiento por puntuación de propensión y de ajustar por niveles de vitamina D en la adultez. Incluso al utilizar el umbral clásico de deficiencia (<30 nmol/L), los resultados fueron consistentes.
Implicancias clínicas
Los resultados sugieren que niveles bajos de 25-OH-vitamina D en la infancia se asocian con un mayor riesgo de desarrollar ECVA en la adultez, independientemente de otros factores de riesgo tradicionales en la infancia. Estos hallazgos respaldan las recomendaciones actuales sobre suplementación con vitamina D durante la infancia, y se alinean con las guías estadounidenses que proponen como nivel óptimo ≥50 nmol/L.
Sin embargo, a pesar de las recomendaciones contemporáneas, casi una quinta parte de los participantes no alcanzaban concentraciones superiores a 37 nmol/L en su infancia, lo que sugiere una oportunidad de mejora en la optimización de la suplementación con vitamina D en la población pediátrica.
Mecanismos fisiopatológicos propuestos
La vitamina D podría influir en el desarrollo de aterosclerosis desde etapas tempranas mediante múltiples mecanismos. Su receptor está ampliamente distribuido en el sistema vascular, y varias células pueden convertir 25-OH-vitamina D en calcitriol, su forma activa. Esta molécula tiene propiedades antiinflamatorias, regula el sistema renina-angiotensina-aldosterona, e inhibe la proliferación de músculo liso vascular. Además, se ha vinculado la suplementación con vitamina D con un envejecimiento epigenético más lento.
Fortalezas y limitaciones del estudio
Entre las fortalezas destacan el gran tamaño muestral, la aleatorización al inicio del estudio, la prolongada duración del seguimiento, y la disponibilidad de múltiples datos sobre factores de riesgo tradicionales. Asimismo, la calidad de los registros nacionales finlandeses otorga solidez a la identificación de eventos de ECVA.
Entre las limitaciones, se reconoce la posibilidad de error en la medición de los niveles basales de 25-OH-vitamina D, ya que las muestras fueron almacenadas por 30 años a −20°C. No obstante, se considera que la vitamina D es estable a largo plazo bajo estas condiciones. Otra limitación es la naturaleza homogénea de la población (finlandeses blancos), lo cual puede limitar la generalización a otros grupos étnicos. Además, aunque se encontraron asociaciones, el estudio no puede demostrar causalidad. Finalmente, muchos participantes aún no han alcanzado edades en las que se incrementa sustancialmente la incidencia de ECVA (>60-70 años), lo que refuerza la necesidad de seguimientos adicionales a largo plazo.
¿Qué podemos recordar?
Este estudio proporciona evidencia observacional robusta que vincula niveles bajos de vitamina D en la infancia con un mayor riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular aterosclerótica en la adultez.
Estos hallazgos podrían tener importantes implicancias en la prevención temprana de enfermedades cardiovasculares, subrayando el valor de estrategias simples y costo-efectivas como la adecuada suplementación de vitamina D durante la infancia.