Frente a la actual pandemia por COVID-19 existe una preocupación creciente por el impacto deletéreo a nivel cardiovascular. En este contexto, diversos estudios han demostrado que la injuria miocárdica en pacientes hospitalizados por COVID-19 presenta una correlación positiva con la severidad de la enfermedad, pudiendo prolongarse en el tiempo y formando parte del conocido como “síndrome post COVID”.
Se ha reportado que aquellos paciente con COVID-19 y daño cardiaco en la etapa aguda pueden presentar un efecto cardiovascular deletéreo residual en el seguimiento y, en este contexto hay que considerar que los datos documentados mediante metodos diagnosticos por imagenes como la resonancia cardiaca (RC) o la angiotomografía coronaria (aTC) han sido obtenidos a partir de cohortes de pacientes con comorbilidades cardiovasculares previas, por lo que aún no ha sido analizado el impacto directo del COVID-19 a nivel cardiaco, considerando las entidades clínicas preexistentes.
El objetivo del presente estudio liderado por Trisha Singh de la Universidad de Edinburgo (UK) fue determinar la contribución de las comorbilidades cardiovasculares preexistentes en las anomalías cardiovasculares reportadas de pacientes hospitalizados por COVID-19.
Fue un estudio prospectivo observacional que incluyó para el análisis cohortes pertenecientes a 2 centros médicos de UK. Se incluyeron pacientes hospitalizados por COVID-19, los que fueron sometidos a la realización de una RC con realce de gadolinio y manganeso (RC-GM) y a una aTC dentro de los primeros 90 días desde el inicio de los síntomas a fin de determinar anomalías cardíacas presentes. Con los hallazgos evidenciados, se realizó el contraste con una cohorte de pacientes sanos y con una cohorte pareada de pacientes con comorbilidades cardiovasculares preexistentes.
Se incluyeron un total de 52 pacientes. La edad promedio de la poblacion muestral fue de 54 años, con un 75% de sexo masculino. Del total de la cohorte incluida, el 29% fue hospitalizado en terapia intensiva, y el 21% presentó requerimientos de asistencia respiratoria mecánica. Así, el 44% (n=23) fue sometido a la realización de una aTC, de los cuales el 35% presentaba enfermedad coronaria ateroesclerótica preexistente.
La enfermedad por COVID-19 genera un deterioro de la función sistólica ventricular derecha, en relación a los pacientes sanos o con comorbilidades cardiovasculares preexistentes, por lo que la disfunción sistólica ventricular izquierda observada en estudios previos puede asociarse a patología estructural cardiaca de base.
En contraste con la cohorte de pacientes sanos controles (n=10), los pacientes con COVID-19 presentaron una fracción de eyección ventricular izquierda (FEVI, 57.4±11.1% vs. 66.3±5%; p=0.002), y derecha (FEVD 51.7±9.1% vs. 60.5±4.9%; p<0.0001) más deteriorada, con una diferencia estadísticamente significativa entre los subgrupos analizados.
En términos de los hallazgos obtenidos en la RC-GM, los pacientes con COVID-19 presentaron niveles superiores de las imágenes ponderadas en T1 (1225±46 ms vs. 1197±30 ms; p=0.04), una fracción de volumen extracelular (FVE) superior (31±4 vs. 24±3%; p<0.001), y una captación miocárdica de manganeso reducida (6.9±0.9 vs. 7.9±1.2 mL/100gr/min; p=0.01), en relación al subgrupo de pacientes sanos.
En relación a la cohorte de pacientes con comorbilidades preexistentes (n=26), los pacientes hospitalizados por COVID-19 presentaron una FEVI preservada y una FEVD reducida (51.7±9.1% vs. 59.3±4.9%; p=0.0005), sin diferencias estadísticamente significativas en términos de los valores obtenidos en la secuencia T1 (1225±46 vs. 1227±51ms; p=0.99), FVE (31±4 vs. 29±5%; p=0.35), realce tardío con gadolinio y recaptación de manganeso. Los hallazgos obtenidos fueron independientes de la severidad de la enfermedad, presencia de injuria miocárdica y síntomas acompañantes.