La dieta mediterránea (DM) es un patrón alimenticio inspirado en los hábitos tradicionales de los países mediterráneos como Italia, Grecia y España. Esta dieta se caracteriza por un alto consumo de frutas, verduras, legumbres, frutos secos, cereales integrales y aceite de oliva. También incluye un consumo moderado de pescado y aves de corral, con un consumo limitado de carnes rojas, y productos lácteos. El vino, en moderación, también es parte de esta dieta.
La relación entre la DM y la mortalidad en sobrevivientes de cáncer ha sido un tema de estudio recurrente, pero hasta ahora, los resultados no han sido concluyentes.
Marialaura Bonaccio y cols. utilizaron los datos del estudio Moli-sani, una cohorte poblacional establecida entre 2005 y 2010, que incluyó a 24,325 hombres y mujeres de 35 años o más residentes en la región sur de Italia. De estos, se identificaron 849 participantes que habían sido diagnosticados con algún tipo de cáncer. Después de aplicar ciertos criterios de exclusión, se analizaron los datos de 802 sobrevivientes de cáncer.
La adherencia a la dieta mediterránea se evaluó utilizando una puntuación específica (MDS), y la mortalidad se monitoreó desde 2005 hasta 2020.
La edad media de los pacientes fue de 63±12 años, con un 41% de hombres que reportaron diagnóstico de cualquier tipo de cáncer al inicio del estudio. La dieta se evaluó un promedio de 8.8±8.3 años después del diagnóstico y la MDS media fue de 4.4±1.6.
Los participantes con mayor adherencia a la DM tenían un estatus socioeconómico más alto y eran más propensos a ser físicamente activos que aquellos con poca adherencia a esta dieta.
Durante 12.7 años de seguimiento, se registraron un total de 248 muertes, de las cuales 59 fueron por causas cardiovasculares y 140 por cáncer.
Entre las muertes cardiovasculares, el 25.4% se debió a enfermedad cardiaca isquémica y el 23.7% a enfermedad cerebrovascular.
Por cada incremento de 2 puntos en la puntuación de adherencia MDS a la DM se asoció con una reducción del 16% en las tasas de mortalidad por todas las causas (HR 0.84, IC95%: 0.71-0.99, p=0.038). Esta reducción fue particularmente significativa en la mortalidad por enfermedad cardiovascular (HR 0.69, IC95%: 0.49-0.97, p=0.032), sin diferencias en la muerte por cáncer (HR 0.91, IC95%: 0.73-1.12, p=0.37).
Esta fuerte asociación con la reducción de la mortalidad cardiovascular es clave, ya que los sobrevivientes de cáncer suelen tener un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares debido a factores de riesgo compartidos y mecanismos moleculares subyacentes.
¿Qué podemos recordar?
La dieta mediterránea, rica en alimentos naturales como frutas, verduras y aceites saludables, no solo es beneficiosa para la prevención de enfermedades crónicas, sino que también puede jugar un papel crucial en la supervivencia a largo plazo de los sobrevivientes de cáncer. Estos hallazgos subrayan la importancia de una alimentación saludable y equilibrada en todas las etapas de la vida, incluyendo después de un diagnóstico de cáncer.
Adoptar una dieta mediterránea podría ser una estrategia efectiva para mejorar la calidad de vida y reducir la mortalidad en sobrevivientes de cáncer, haciendo hincapié en la relevancia de la nutrición en el cuidado y la recuperación del cáncer.
