Comprender cómo la salud cardiovascular (SCV) evoluciona desde la juventud y cómo impacta en el riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV) en etapas posteriores de la vida es esencial para orientar estrategias preventivas eficaces.
La mayoría de los estudios previos han dependido de mediciones aisladas de SCV en la mediana edad para analizar su relación con la incidencia de ECV y la mortalidad. Sin embargo, el estudio de los factores acumulativos de la SCV a lo largo del tiempo podría proporcionar información más detallada y útil sobre cómo la salud cardiovascular durante los primeros años de vida influye en el riesgo de enfermedad en etapas posteriores.
En este contexto, el estudio longitudinal CARDIA (Coronary Artery Risk Development in Young Adults) evaluó el efecto de la acumulación de salud cardiovascular óptima, medida a través de la puntuación de los 8 Esenciales de la Vida (Life’s Essential 8, LE8), entre los 18 y los 45 años, sobre el riesgo de ECV y mortalidad a partir de los 45 años.
La cohorte incluyó a 4.832 adultos jóvenes seguidos entre 1985 y 2020. A lo largo de 27 años, se calculó una puntuación acumulativa de LE8, basada en ocho componentes clave: presión arterial, colesterol, glucosa, índice de masa corporal, tabaquismo, dieta, actividad física y salud mental. La población fue dividida en cuartiles según su puntuación acumulada: del cuartil 1 (Q1, peor salud cardiovascular) al cuartil 4 (Q4, mejor salud cardiovascular).
Los resultados mostraron que, en comparación con el cuartil más bajo (Q1), el segundo cuartil (Q2) presentó una reducción del 56% en el riesgo de desarrollar ECV (HR 0,44; IC 95%: 0,32–0,61). Esta reducción fue aún mayor en los cuartiles superiores: el tercer cuartil (Q3) tuvo una reducción del 74% (HR 0,26; IC 95%: 0,18–0,38), y el cuarto cuartil (Q4) mostró una disminución del 88% en el riesgo de eventos cardiovasculares (HR 0,12; IC 95%: 0,07–0,21).
La asociación con la mortalidad por todas las causas fue similar. Comparado con Q1, el segundo cuartil presentó una reducción del 49% en el riesgo de muerte (HR 0,51; IC 95%: 0,36–0,71), el tercero una reducción del 62% (HR 0,38; IC 95%: 0,26–0,55), y el cuarto una reducción del 71% (HR 0,29; IC 95%: 0,18–0,45).
Además, al ajustar el modelo incluyendo tanto la puntuación acumulativa de LE8 entre los 18 y los 45 años como la puntuación al cumplir los 45 años, ambas medidas se asociaron de manera independiente con un menor riesgo de ECV. Estos datos sugieren que no solo importa el nivel de salud cardiovascular en un momento determinado, sino también cómo evoluciona a lo largo del tiempo.
Por otra parte, una tendencia ascendente en la puntuación de LE8 —es decir, una mejoría progresiva de la salud cardiovascular desde los 18 hasta los 45 años— también se asoció con un menor riesgo de enfermedad cardiovascular posterior, lo que refuerza el valor de las intervenciones preventivas continuas, incluso en personas que parten de niveles subóptimos.
En conjunto, estos hallazgos destacan la importancia de promover y sostener una salud cardiovascular óptima desde etapas tempranas de la vida. La acumulación de buenos hábitos y el control efectivo de los factores de riesgo cardiovascular desde la juventud se traducen en una significativa reducción del riesgo de ECV y muerte en la edad media. Este enfoque acumulativo puede mejorar la identificación de individuos jóvenes con mayor riesgo y orientar con mayor precisión las intervenciones preventivas de tipo primordial y primaria.
¿Qué podemos recordar?
Mantener una salud cardiovascular elevada desde la juventud o mejorarla de forma sostenida hasta la mediana edad se asocia con una importante reducción del riesgo de enfermedad cardiovascular y mortalidad. El estudio CARDIA aporta evidencia sólida para impulsar estrategias preventivas a lo largo de todo el curso de vida, no limitadas a mediciones puntuales sino centradas en el perfil acumulativo de salud cardiovascular.