El aislamiento de las venas pulmonares mediante catéter es un tratamiento eficaz para la fibrilación auricular paroxística sintomática y ha demostrado ser superior a los fármacos antiarrítmicos para mantener el ritmo sinusal y reducir los síntomas. La ablación térmica, ya sea mediante radiofrecuencia o criobalón, ha sido la técnica estándar para el aislamiento de las venas pulmonares, con tasas de éxito similares entre ambas modalidades. Sin embargo, la recurrencia de taquiarritmias auriculares es frecuente debido a la reconexión de las venas pulmonares y a focos desencadenantes extra pulmonares.
Además, la ablación térmica carece de especificidad tisular, lo que aumenta el riesgo de complicaciones poco frecuentes pero graves que afectan estructuras adyacentes, como la estenosis de venas pulmonares, la parálisis del nervio frénico y la fístula atrioesofágica.
La ablación con campo pulsado (PFA, por sus siglas en inglés) es una técnica no térmica con alta selectividad por el tejido miocárdico. Estudios preclínicos y observacionales a gran escala han confirmado su perfil de seguridad, sin haberse reportado hasta la fecha ningún caso de fístula atrioesofágica. El estudio ADVENT, junto con estudios no aleatorizados, ha demostrado que la PFA se asocia a tiempos de procedimiento más cortos en comparación con la ablación térmica, manteniendo una incidencia similar de recurrencia de taquiarritmias auriculares. No obstante, estos estudios no incluyeron monitoreo continuo del ritmo, lo que limitó la sensibilidad para detectar recurrencias y cuantificar la carga de fibrilación auricular.
El estudio SINGLE SHOT CHAMPION, un ensayo aleatorizado de no inferioridad realizado en Suiza, asignó de manera aleatoria a 210 pacientes con FAP sintomática en una proporción 1:1 a tratamiento con PFA o con criobalón. Todos los participantes recibieron un monitor cardíaco implantable para la detección continua de taquiarritmias auriculares.
El criterio de valoración principal fue la primera recurrencia de una taquiarritmia auricular entre los días 91 y 365 posteriores a la ablación. El criterio de valoración de seguridad fue un compuesto de complicaciones relacionadas con el procedimiento.
Se incluyeron 105 pacientes en cada grupo. La edad media fue de 64 años y el 28% eran mujeres.
- La duración media del procedimiento fue de 55 minutos con PFA y 73 minutos con criobalón (diferencia: −18,3 minutos; IC 95%: −25,1 a −11,6).
- Los tiempos medios de fluoroscopía fueron similares: 14,6 minutos en el grupo PFA y 15,1 minutos en el grupo de crioblación.
- Se realizó ablación por radiofrecuencia del istmo cavotricuspídeo en el 13,3% de los pacientes tratados con PFA y en el 11,4% de los tratados con criobalón.
- No se realizaron ablaciones fuera de las venas pulmonares.
- Los niveles medios de troponina ultrasensible fueron significativamente más elevados en el grupo PFA (1920±954 ng/l) en comparación con el grupo criobalón (1114±419 ng/l), con una diferencia de 823 ng/l (IC 95%: 612 a 1034).
En cuanto a eficacia, entre los días 91 y 365 posteriores a la intervención, se observó recurrencia de taquiarritmia auricular en 39 pacientes del grupo PFA y en 53 del grupo de criobalón, con una incidencia acumulada de Kaplan–Meier del 37,1% y 50,7%, respectivamente (diferencia entre grupos: −13,6 puntos porcentuales; IC 95%: −26,9 a −0,3; p<0,001 para no inferioridad, p=0,046 para superioridad).
En relación con la seguridad, no se observaron diferencias significativas: el evento compuesto de complicaciones relacionadas con el procedimiento ocurrió en 1% de los pacientes del grupo PFA y en 1,9% del grupo de criobalón.
¿Qué podemos recordar?
En pacientes con fibrilación auricular paroxística sintomática, la ablación con campo pulsado fue no inferior a la ablación con criobalón en cuanto a la incidencia de la primera recurrencia de taquiarritmia auricular, evaluada mediante monitoreo continuo del ritmo cardíaco.