La incidencia y prevalencia de la obesidad y la diabetes tipo 2 han aumentado significativamente en las últimas dos décadas. Las personas con estas condiciones presentan un alto riesgo de enfermedad cardiovascular aterosclerótica (ECV) e insuficiencia cardíaca (IC). Además, el síndrome cardiometabólico-renal se reconoce como una de las principales causas de morbilidad y mortalidad cardiovascular.
En el contexto de estrategias de salud pública dirigidas a reducir el consumo de azúcares añadidos y mejorar la salud cardiometabólica, los edulcorantes artificiales se han popularizado como alternativa para personas con sobrepeso, obesidad, diabetes y otros factores de riesgo cardiometabólico.
El eritritol, un poliol de origen natural, fue introducido en la industria alimentaria de EE.UU. en la década de 1990 y aprobado por la FDA en 2002 como edulcorante bajo en calorías. Su excelente tolerabilidad y perfil de riesgo a corto plazo lo posicionaron como un edulcorante “natural”. Sin embargo, estudios recientes han vinculado su consumo con un mayor riesgo de enfermedad coronaria (EC), y su seguridad a largo plazo sigue siendo incierta.
Eritritol y Eritronato en el Estudio ARIC
El análisis metabolómico de muestras del estudio Atherosclerosis Risk In Communities (ARIC) recolectadas entre 1987 y 1989 (visita 1) identificó una asociación entre niveles elevados de eritritol y el desarrollo de enfermedad coronaria, incluso tras ajustar por índice de masa corporal (IMC). Dado que este análisis se realizó antes de la introducción del eritritol en la industria alimentaria, se plantea la hipótesis de que su producción endógena podría estar implicada en el riesgo cardiovascular.
El eritritol circulante se metaboliza a eritronato a través de la vía de las pentosas fosfato (PPP). En este contexto, Layla A. Abushamat y cols. evaluaron la relación entre los niveles de eritritol y eritronato con factores de riesgo cardiovascular y eventos clínicos en adultos mayores del estudio ARIC durante la visita 5 (2011-2013).
Se incluyeron 4,006 participantes con una edad media de 75.3±5.11 años sin enfermedad cardiovascular prevalente y con perfil metabolómico disponible. El eritritol y el eritronato fueron medidos mediante espectrometría de masas.
Los participantes en el tercil más alto de eritritol o eritronato eran de mayor edad y tenían una mayor prevalencia de diabetes, hipertensión, dislipidemia o microalbuminuria. También presentaban un mayor índice de masa corporal, niveles elevados de biomarcadores cardíacos y una menor tasa de filtración glomerular estimada (P < 0.001).
Durante un seguimiento mediano de 8.41 años, concentraciones elevadas de eritritol y eritronato en la visita 5 se asociaron significativamente con:
- Hospitalización por insuficiencia cardíaca (IC)
- IC con fracción de eyección preservada
- Muerte cardiovascular
- Mortalidad total, incluso tras ajustar por datos demográficos y factores de riesgo cardiovascular tradicionales.
Además, el eritronato mostró asociaciones significativas con:
- Enfermedad coronaria (HR: 1.30 [IC 95%: 1.04-1.61], P = 0.02)
- Accidente cerebrovascular (HR: 1.40 [IC 95%: 1.08-1.83], P = 0.012)
- IC con fracción de eyección reducida (HR: 1.38 [IC 95%: 1.09-1.74], P = 0.007)
El estado de diabetes no modificó ninguna de estas asociaciones (P de interacción > 0.20).
¿Qué podemos recordar?
Los niveles circulantes de eritritol y eritronato son marcadores de salud cardiometabólica y de resultados cardiovasculares en adultos mayores. En particular, el eritronato se asocia con todos los desenlaces cardiovasculares evaluados.
Los autores destacan que futuros estudios deberían investigar el papel del eritronato y sus vías metabólicas relacionadas en la enfermedad cardiovascular.