En la actual pandemia por el nuevo betacoronavirus (COVID-19) se ha evidenciado una presentación clínica diversa, donde la fiebre y los síntomas respiratorios son predominantes, evidenciándose un estado procoagulante asociado. Este incremento de la coagulación se documenta por niveles plasmáticos elevados de dímero D y eventos adversos clínicos vinculados, como los eventos tromboembólicos arteriales y venosos, accidente cerebrovascular e infarto agudo de miocardio.
Una revisión publicada recientemente en Cochrane (n=7700) de pacientes con COVID-19 y tromboembolismo venoso asociado determinó una incidencia de tromboembolismo de pulmón (TEP) de 7.4%; sin embargo, muchos de los casos de TEP se presentan en el ámbito extrahospitalario luego del egreso sanatorial, encontrándonos en la dificultad de identificar una asociación directa entre la ocurrencia de TEP y la enfermedad por COVID-19. Considerando además la implicancia pro-trombótica de encontrarse hospitalizado, como los tratamientos antitrombóticos administrados durante la internación índice, es lógico contemplar a los pacientes con COVID-19 previo a su hospitalización como buenos indicadores de la prevalencia real de esta entidad clínica.
El objetivo del presente estudio realizado por Òscar Miró (Barcelona, ESP) y colaboradores fue determinar la incidencia, factores de riesgo asociados, características clínicas y eventos clínicos adversos asociados al TEP en pacientes con COVID-19 que consultan al servicio de emergencias médicas (SEM), previo a su hospitalización.
La prevalencia de TEP en la presentación clínica de COVID-19 es escasa (0.5%), pero con una incidencia 9 veces superior a la población general. Mientras que el TEP no incrementa la mortalidad en COVID-19, esta se encuentra más elevada en relación a pacientes con TEP sin COVID-19.
Se realizó un estudio observacional retrospectivo multicéntrico que incluyó pacientes pertenecientes a 62 SEM de España con diagnóstico de COVID-19 durante la primera ola. Se consideró como “grupo control” aquellos pacientes con TEP sin COVID-19, y a aquellos pacientes sin evidencia de TEP.
Se identificaron un total de 368 TEP pertenecientes a 74814 pacientes con COVID-19 incluidos. La incidencia estandarizada de TEP en COVID-19 fue de 310 por cada 100000 personas/año, significativamente superior a la evidenciada en población sin COVID-19 (35 por cada 100000 personas/año, OR 8.95 [IC95% 8.51-9.41]).
Se logró identificar ciertas características vinculadas al COVID-19 como factores de riesgo independiente de la ocurrencia de TEP, como las concentraciones elevadas de dímero D (>1000 ng/mL), precordalgia (asociación directa), e insuficiencia cardiaca crónica (asociación inversa). A su vez, los pacientes con TEP y COVID-19 se diferenciaron de los pacientes con TEP sin COVID-19 en diversas características clínicas, las que se encontraban mayormente vinculadas a la infección por COVID-19 per se, siendo las concentraciones de dímero D >1000 ng/mL, el dolor/hinchazón de miembros inferiores y los factores de riesgo convencionales de TEP menos prevalentes en pacientes con COVID-19.
Se observó que el TEP en la cohorte de pacientes con COVID-19 afecta predominantemente las pequeñas arterias pulmonares, en contraste con los pacientes sin COVID-19, sin observar diferencias en la disfunción sistólica del ventrículo derecho. La mortalidad intrahospitalaria del TEP en COVID-19 fue de similar a la observada en pacientes con COVID-19 sin TEP (16.0% vs 16.6%, OR 0.96 [IC 95% 0.65-1.42]), pero superior en pacientes con TEP sin COVID-19 (16.0% vs. 6.5%, OR 2.74 [IC95% 1.66-4.51]).